Comenzaremos por el estudio que hizo el profesor Max Frei. Max Frei era un perito de la Interpol, de la
policía Internacional, famoso por algunas de sus investigaciones. Era botánico
e hizo un análisis palinológico. ¿Qué es la palinología? El estudio del polen.
Él sabía, como saben los científicos de los laboratorios de la policía
actualmente, que en todos los tejidos se van quedando, a lo largo de las
distintas primaveras, restos del polen que flota en el ambiente.
Este estudio
palinológico se iniciaba con la toma de muestras. Apretando unas cintas
adhesivas sobre el Lienzo se retiraba algunos de los restos de la suciedad
depositados sobre la tela. El análisis posterior permite aislar e identificar
los granos de polen encontrados.
En una imagen
ampliada del tejido vemos que sobre las muestras del lino se ve mucho
material añadido, es decir, la tela está muy llena de material orgánico o
inorgánico que se ha ido depositando a lo largo de los siglos. Pero si nos
fijamos en la zona inferior izquierda tenemos una especie de bolita. ¿Qué es
eso? Pues eso es un grano de polen. Eso era lo que le interesaba estudiar
concretamente al Profesor Frei. Evidentemente el estudio palinológico es muy
difícil. Los palinólogos saben que es muy complicado obtener un resultado sobre
el estudio de este tipo, un resultado que sea muy significativo. Pero sí que
hay algunas cosas que se pueden saber.
Lo primero
sería decir que tanto con microscopio óptico como con microscopio electrónico
se aprecia que existen diferencias notables entre los granos de polen de las
distintas especies. No es fácil identificarlos por géneros y especies y existe
un margen importante de error.
Lo que dijo
Frei en su estudio,
es que había encontrado un alto porcentaje de granos de polen de plantas que
viven en zonas desérticas, que se llaman plantas halofitas. Eso es lo que Frei
publicó en algunos congresos sobre la Sábana Santa, pero desgraciadamente murió
antes de poder completar su trabajo, por eso, en ocasiones, se ha dicho que el
estudio de Frei no vale, porque no tiene una publicación científica detrás. Es
verdad, pero sólo relativamente, porque muchas de las cosas que dijo Frei se
han comprobado después, sobre todo que dentro de esa cantidad de especies que
él identifica, prevalecen, hay casi un 75% de plantas de zonas desérticas.
Lo que hizo el
Dr. Frei concretamente fue recorrer aquellos
lugares donde según la historia la Sábana habría pasado, de ser auténtica,
y comparar con los pólenes de las plantas de esas zonas los que había
identificado en la Sábana. Efectivamente hay muchas plantas que son propias de
todas las zonas, por ejemplo muchas plantas que crecen en todas la cuenca del
Mediterráneo y lógicamente se encuentran en muchos lugares. Pero limitándonos a
aquellas especies que son características de zonas desérticas, como digo, hay
una enorme cantidad. Si la Sábana fuera medieval y no tuviera una antigüedad
más allá del año 1300 o 1400, sería difícil poder explicar que hubiera tal
cantidad de plantas desérticas, porque sabemos que desde esa fecha
aproximadamente desde el 1300, la Sábana no ha salido de Francia o de Italia y
sin embargo hay muchos pólenes que no crecen en esas zonas.
Max Frei murió
sin hacer un estudio definitivo del polen, por lo que fue completado y
rectificado, pero en gran parte ratificado, por dos profesores de la
Universidad hebrea de Jerusalén que son el profesor Avinoam Danin y el profesor
Uri Baruch. En un congreso de Sindonología en 1998, realizado en Turín,
hicieron público su estudio.
Pero además, como botánicos que son, han intervenido en congresos de Botánica y
han hecho una serie de publicaciones de carácter científico.
Lo que podemos
decir, con relación al polen, es que ese polen nos indica que el origen de la
sábana no puede ser Europa, tiene que haber estado bastante tiempo fuera de
Europa y eso antes del siglo catorce, porque después ya no ha salido de ella.
Pero, concretando más, los profesores Baruch y Danin lo que nos dicen en sus
publicaciones son cosas muy curiosas. Vamos a citar una concretamente.
Destacan que
hay granos de polen de dos especies, la Gundelia tournefortii y
la Zygophyllum Dumosum que se encuentran en las
muestras que tomó Frei de la Sábana, y que destacan por su abundancia.
Son plantas muy
raras, la prueba es que en español no tenemos siquiera nombre para ellas, las
conocemos solamente por su nombre científico, puesto que aquí no ha existido un
nombre distinto. La Gundelia tournefortii, que se encuentra en el mundo en la
zona que hemos destacado con el color naranja, sólo coincide con la Zigophyllum
dumosum, que se extiende solamente en la zona que hemos marcado de verde, en
los alrededores de Jerusalén.
Curiosamente son plantas que producen en polen entre marzo y abril, que es el
tiempo más o menos de la Pascua, y curiosamente las dos en los alrededores de
Jerusalén. ¿Es esto suficientemente significativo como para decir que la Sábana
Santa estuvo allí en el tiempo de la muerte de Jesús? Pues quizá no, pero es un
dato significativo y revelador. No es un dato determinante, pero desde luego
nos habla de la posibilidad de que así fuera.
¿Para qué nos
sirve, por otra parte, el estudio del polen? Pues el polen corrobora lo que
algunos historiadores dicen que fue el itinerario de la Síndone, desde que
salió de Jerusalén hasta que llegó
a Turín.
El posible itinerario de la Síndone
En primer lugar, si la Sábana Santa de Turín fuera realmente la de Cristo y pudiéramos reconstruir este itinerario, tendríamos que partir de un momento clave que es el hallazgo de esta tela en el sepulcro en la mañana de la Resurrección.
Pedro
y Juan se habrían encontrado la sábana que había envuelto el cuerpo de
Jesús, sin el cadáver dentro. Nosotros nos encontraríamos desconcertados
ciertamente, porque no es normal que cuando uno entierre un cadáver, a las
pocas horas se encuentre que no está, pero para un hebreo además sería un
verdadero problema qué hacer con el lienzo que lo envolvía.
Los hebreos tenían reglas para regular cada aspecto de la vida con absoluta precisión, pero esta circunstancia no estaba prevista en ningún sitio, no sabrían que hacer en este caso. Era una tela funeraria, y, además manchada de sangre. Para los hebreos la sangre tiene un doble carácter, ante todo producía impureza, ocho días de impureza. Mancharse con sangre suponía como si estuvieran en pecado mortal: quedaban inhabilitados para, por ejemplo, rezar en el templo y hacer una serie de cosas. Pero por otra parte pensaban que en la sangre estaba el alma (así lo dice el A.T.) y debía quedar con el cuerpo. Cuando se envolvía un cadáver en una tela, esa tela no la tocaba nadie y se quedaba en el lugar de la sepultura. En el caso de la Sábana Santa, se supone que cuando ellos llegan el Domingo de Resurrección, no está el cadáver y entonces ¿qué hacer con la tela? ¿Dejarla abandonada? No es posible: Allí está el alma del difunto, el alma de Jesús... y le sería necesaria para el día de la resurrección, (que los judíos pensaban que sería “el último día”) Pero tampoco podían venerar un lienzo mortuorio porque era un objeto impuro… un objeto que no se puede venerar. Para los Apóstoles que eran judíos, debió ser un problema grave resolver el dilema. La primera comunidad difícilmente hubiera venerado la Sábana, pero también difícilmente la hubiera abandonado o tirado. No se podía hacer ni una cosa ni otra. Entonces ¿qué hacer? Algunos historiadores como Ian Wilson han encontrado la solución. Según estos lo que hicieron fue camuflarla, de manera que no pareciera algo funerario. Esto explica que no haya menciones a la Síndone en los primeros siglos del cristianismo y sin embargo aparezcan frecuentes referencias a una Imagen “auténtica” de Cristo que se veneraba en la localidad de Edesa.
Los hebreos tenían reglas para regular cada aspecto de la vida con absoluta precisión, pero esta circunstancia no estaba prevista en ningún sitio, no sabrían que hacer en este caso. Era una tela funeraria, y, además manchada de sangre. Para los hebreos la sangre tiene un doble carácter, ante todo producía impureza, ocho días de impureza. Mancharse con sangre suponía como si estuvieran en pecado mortal: quedaban inhabilitados para, por ejemplo, rezar en el templo y hacer una serie de cosas. Pero por otra parte pensaban que en la sangre estaba el alma (así lo dice el A.T.) y debía quedar con el cuerpo. Cuando se envolvía un cadáver en una tela, esa tela no la tocaba nadie y se quedaba en el lugar de la sepultura. En el caso de la Sábana Santa, se supone que cuando ellos llegan el Domingo de Resurrección, no está el cadáver y entonces ¿qué hacer con la tela? ¿Dejarla abandonada? No es posible: Allí está el alma del difunto, el alma de Jesús... y le sería necesaria para el día de la resurrección, (que los judíos pensaban que sería “el último día”) Pero tampoco podían venerar un lienzo mortuorio porque era un objeto impuro… un objeto que no se puede venerar. Para los Apóstoles que eran judíos, debió ser un problema grave resolver el dilema. La primera comunidad difícilmente hubiera venerado la Sábana, pero también difícilmente la hubiera abandonado o tirado. No se podía hacer ni una cosa ni otra. Entonces ¿qué hacer? Algunos historiadores como Ian Wilson han encontrado la solución. Según estos lo que hicieron fue camuflarla, de manera que no pareciera algo funerario. Esto explica que no haya menciones a la Síndone en los primeros siglos del cristianismo y sin embargo aparezcan frecuentes referencias a una Imagen “auténtica” de Cristo que se veneraba en la localidad de Edesa.
Tenemos
escritos al menos desde el año 400, que recogen una tradición anterior, que nos
dicen que en Edesa se veneraba una imagen de Jesús.
CARACTERES DE LA IMAGEN
Detallaremos
el estudio de la imagen desde dos puntos de vista. Por una parte veremos el
estudio de cómo se ha podido formar esa imagen y por otra parte veremos lo que
nos dice la imagen misma. En cuanto el estudio científico de la huella que
aparece en la Sábana, diremos que es lo más documentado, lo más estudiado hasta
la fecha.
La
investigación más importante sobre la formación de la impronta de la Síndone se
realizó en EEUU. En los años setenta se formó un equipo científico que se
denominó STURP:
siglas en inglés de Shroud of Turin Research Project (Proyecto de investigación
de la Sábana de Turín) Los dos caballeros de la fotografía son el Dr. John
Jackson y el Dr. Eric Jumper, que fueron los portavoces de ese equipo norteamericano
y los que presentaron su hallazgo más importante al que nos referiremos
enseguida.
El STURP pudo plantearse estudiar la
Sábana porque tenía los medios para hacerlo ya que algunos de sus componentes
estaban vinculados a los laboratorios de la NASA norteamericana, concretamente
al Jet Propulsion Laboratory de Pasadena, en California, y eran especialistas
en análisis de imágenes.
Pero
para entender cómo se llegó a que un grupo de científicos norteamericanos se
dedicara a estudiar la Sábana Santa es necesario hacer un poco de historia. En
los años setenta casi los únicos que tenían ordenadores en el mundo eran los
laboratorios espaciales. ¿En qué estaba metido el Jet Propulsión Laboratory
(JPL) de Pasadena en 1976? En
aquel momento estaba iniciándose el «Programa de exploración de Marte»: Se
había lanzado una sonda espacial - concretamente
la Viking II - que, a distancia, iba tomando imágenes de la
superficie del planeta.
Lo que
pretendían era obtener imágenes tridimensionales de detalle. ¿Cómo se podía
hacer eso? Pues lanzando desde la sonda haces de luz ultravioleta y con ellos
ir midiendo distancias. En la «placa fotográfica» lo que aparecían eran puntos
más claros o más oscuros con distintas tonalidades de gris. Los distintos
niveles de gris estaban en relación directa con el relieve, y el ordenador
transformaba esas tonalidades en distintas alturas. Eso hacía que, por ejemplo,
en la fotografía de una zona montañosa como la que vemos aquí, pudiéramos, por
el tono de gris, conocer la altura de cada punto y obtener una imagen con
información tridimensional: con el largo, el ancho y también la profundidad.
Este sistema lo
que intentaba era obtener imágenes de la superficie de Marte. No estaba hecho
para la Sábana Santa ni tenía nada que ver con ella, sin embargo al profesor
Jackson se le ocurrió que podía ser un procedimiento aplicable a la imagen de
la Sábana Santa. La razón era que Jackson conocía que muchos años antes, el
profesor Paul Vignon había descrito la imagen del negativo fotográfico de la
Sábana como una imagen que parecía tener información tridimensional y pensó
que, quizás, el VP-8 podía poner de manifiesto esa tercera dimensión. Se
dirigió a unos compañeros y les pidió que aplicaran a la imagen de la Sábana el
método que habían desarrollado para las imágenes de la misión espacial para ver
lo que ocurría.
Los
investigadores parten de una imagen del negativo fotográfico del rostro de la
Síndone (una imagen de dos dimensiones, con distintos puntos de claroscuro) y
la someten al mismo proceso que las imágenes de Marte. El analizador de imagen
(VP-8), atribuye a ese claroscuro una altura, algo puramente convencional, y se
descubre que la impronta adquiere un relieve que es coherente con un cuerpo en tres
dimensiones.
Esto quiere
decir que la densidad de la impronta en cada punto (su tono más claro o más
oscuro) está en relación con el relieve de un cuerpo de tres dimensiones. No
hay distorsiones prácticamente, mientras que una foto normal puede aparecer
totalmente distorsionada. En una foto normal el claroscuro de cada punto
depende de la incidencia de la luz y no guarda ninguna relación con el relieve.
Esta
característica, que hemos llamado tridimensionalidad de la imagen aparece en
todo el cuerpo, no solo en el rostro.
Evidentemente
el ordenador no distingue entre quemaduras, remiendos, chamuscaduras... a todos
los puntos les atribuye relieve según el tono más claro o más oscuro, pero si
nos fijamos en la impronta del cuerpo vemos que parece tener el relieve propio
de una persona de tres dimensiones.
Esto es tan
insólito que hay quien ha dicho que nos permite descartar totalmente la
posibilidad de un falsificador.
Pero además se dieron cuenta de que en toda la zona de la sábana que había cubierto, supuestamente, la superficie del cuerpo había imagen. Incluso - y esto es lo que realmente les llamó la atención - en aquellos puntos donde es imposible que la tela hubiera llegado a tener contacto físico con el cuerpo. Al experimentar con un voluntario y tomar las medidas pertinentes vieron que en los lugares donde no hubo contacto físico entre el supuesto cadáver y la Síndone la intensidad de la huella era proporcional a la distancia. Como expresaron en esta gráfica la mayor o menor opacidad de la imagen en cada punto guarda una relación matemática con la distancia de la tela al cuerpo. Es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Esto es completamente imposible.
Lo que dicen
los estudiosos norteamericanos cuando ven la imagen tridimensional de la
impronta es que no es posible que se haya producido una imagen así de ninguna
manera. El problema es que estaba, ¿por qué? Este enigma era tan interesante,
tan digno de hacer un estudio científico, que se formó un equipo de 33
componentes, que, con enorme entusiasmo y complicándose la vida, pidieron ir a
Turín para estudiar la tela. Casualmente dos años después, en 1978, hubo una ostensión de la Sábana
Santa. Una de las pocas ocasiones en que el Lienzo sale de la urna y se podía
estudiar.
Este equipo de
científicos presentó un protocolo detalladísimo de las pruebas a realizar y
pidieron permiso para llevarlas a cabo. Conseguidas las pertinentes
autorizaciones volaron a Turín y pudieron estudiar directamente la Sábana
durante cinco días. Lo que iban buscando en ese estudio eran las
características de la imagen. Querían saber cómo se formó la impronta.
Los Alamos National- Lab
Entre los 33 investigadores había gente de todo tipo, y por supuesto de distintos laboratorios. Destacan varios integrantes del Laboratorio Científico Nacional de los Álamos, que en aquel momento era uno de los laboratorios más prestigiosos del mundo.
Fundamentalmente
hicieron dos tipos de pruebas. Pruebas de espectrografía y de
espectrofotometría con distintas longitudes de onda, es decir con luz visible,
luz infrarroja, luz ultravioleta, rayos X y además analizaron el espectro de
las muestras que tomaron de la Sábana para ver qué es lo que formaba la huella.
Se calcula que
realizaron unas 5000 fotografías científicas y, por supuesto, tomaron muchas macrofotografías
de distintas zonas que permitieron conocer muchos detalles no visibles a simple
vista.
Básicamente
intentaban conseguir respuesta a dos preguntas. La primera pregunta que
requería respuesta era si lo que aparentemente era sangre en la Sábana, esos
puntos que hemos marcado de negro en la gráfica, eran o no de sangre.
Evidentemente, en caso contrario, no tendría sentido seguir investigando. La
respuesta quedó clara: Sí,
en la Sábana Santa hay sangre. Se pudo comprobar que hay una serie de
componentes inorgánicos que no dejaban lugar a dudas.
Según el profesor
Adler, un científico judío, independiente del equipo STURP y muy prestigioso en
USA, al que le llevaron las muestras y le propusieron que diera su diagnóstico,
dijo literalmente «Si esto no es sangre, me como el microscopio»
El profesor
Baima Bollone, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Turín,
confirmó que era del grupo AB, con el método de los antígenos fluorescentes.
Según Baima Bollone es un grupo sanguíneo muy poco frecuente en el mundo, pero
muy característico de los grupos étnicos de Oriente como los judíos yemeníes.
La segunda
pregunta que había que contestar: ¿Y donde no hay manchas de sangre, podemos
decir cómo se ha formado la imagen? Pues esa es una pregunta sigue sin
solventarse, porque hay algo ha cambiado superficialmente el color de esas
fibras pero no existe ningún tipo de pigmento, pintura o colorante. Pensaron
que estaban ante una degradación de la celulosa del lino mismo y eso da color a
algunas fibras, de forma absolutamente superficial.
Además no se
entiende que la coloración de las fibras haya ocurrido de una forma tan
selectiva. Si vemos una zona donde hay imagen y vemos con el microscopio las
fibrillas vemos que hay algunas con color junto a otras que no tienen color y
eso no es fácil de explicar. Si estuviéramos pintando con acuarela por ejemplo,
la capilaridad haría que todas las fibras que estuvieran unas al lado de otras
aparecieran con el mismo color, sin embargo en la Sábana hay como huecos,
fibras donde hay imagen y fibras donde no.
Lo que dicen los americanos en 1981, cuando acaban su estudio, es que estamos ante una huella que es imposible de por sí. No está hecha con nada. Si comparamos la huella de la Síndone con el gran número de copias que se hicieron de ella con diversas técnicas podemos ver que no se parecen en nada. No hace falta siquiera analizarlas con microscopio.
Una forma
diferente de comprobar esto mismo nos la proporciona esta fotografía. Es una
imagen que tomaron con «luz transversal», que se ha obtenido colocando unos
focos cuya luz atraviese la tela. La tela aparecerá más opaca en aquellos lugares
donde hay cualquier tipo de material encima de los hilos. Si la impronta
estuviera realizada con algún tipo de pintura, al atravesar con la luz la tela
se verían más opacas las zonas que tuvieran pigmento. Sin embargo en esta
imagen, sólo se ven más opacas las zonas donde hay sangre, porque eso sí que es
material que está sobre los hilos, pero la huella central ha desaparecido, no
se ve, porque sobre los hilos no hay pigmento parece que sea el propio hilo el
que ha cambiado de color. Incluso si nos fijamos en las zonas donde el agua ha
arrastrado ceniza o suciedad cuando se mojó en el incendio de 1532, veremos que los contornos de esa
agua se mantienen y se ven como zonas más opacas. Es sencillamente porque ahí
sí que hay material sobre el hilo. Si una marca de agua, que debería ser
realmente sutil, se ve, ¿cómo es posible que no se vea la huella central?
Sin embargo en
la Sábana se han encontrado muchas cosas. Los norteamericanos en sus
publicaciones nos muestran partículas de mirra, partículas de madera, tejido
epitelial que es piel humana, que además es de mayor grosor que la femenina y
por tanto es piel humana de varón e incluso tejido muscular en la zona de la
espalda.
Los
norteamericanos no afirman que la impronta esté hecha de una manera o de otra,
lo único que indican es que conocidas las características de la huella, no hay
medio de entender cómo se ha producido. El equipo de estudiosos sabe que esa
huella tiene nueve características que, en sí mismas, sumadas las nueve, no se
dan por ningún procedimiento conocido de formación de imágenes.
- En primer lugar dicen que la huella producida sobre la tela es absolutamente superficial. Sólo las fibras más superficiales de los hilos tienen imagen
- En segundo lugar dicen que es una imagen que no tiene direccionalidad. Es como si el cuerpo se hubiera proyectado perpendicularmente al lienzo que lo estaba cubriendo
- En tercer lugar afirman que hay ausencia de pigmento, es decir no hay pintura ni ningún tipo de colorante.
¿Cómo
era el hombre de la Sábana? ¿Qué podemos decir de ese hombre, viendo las
heridas y las marcas que ha dejado su huella en el lienzo? Si nos fijamos en
esto nos debemos atener a lo que dicen los forenses.
Los forenses afirman que estamos ante la huella de un hombre torturado, lleno de heridas, contusiones y de todo tipo de deformaciones reales. Hemos visto muchas veces representaciones de Jesús en la cruz, pues no hay ninguno que se ajuste a la realidad. Y sin embargo, en la Sábana Santa las heridas son auténticas, no hay errores.
Lo que se
estaba reflejando era un tormento verdaderamente brutal, que se salía casi de
lo que nos podemos imaginar casi. Pues esto se refleja en la Sábana y se
refleja de una forma absolutamente realista. En principio
recordamos que la imagen de fondo claro es la huella de la tela lo que se ve a
simple vista, cuando uno ve la Sábana de Turín, y en la azul, en la imagen en
azul, vemos la huella del negativo fotográfico. Es en la tela, en el positivo
óptico, lo que ven nuestros ojos al mirar el lienzo, es donde vemos
correctamente las marcas de sangre, es decir, son sangre que ha manchado la
tela y, por eso, las vemos bien. En el negativo fotográfico lo que vemos bien
es la impronta del cuerpo. Sin embargo las huellas de la sangre, en el negativo
se verán en negativo, es decir como cualquier mancha que al invertir el color
se ve al revés. Si nos fijamos en lo que piensan por ejemplo los antropólogos,
diremos que es la huella de un hombre que ¿podría ser de Jesús?
Sí, podría ser de Jesús, porque sus características son propias de un espécimen humano de esa zona del mundo. Tiene la nariz larga, los labios carnosos, los ojos más bien juntos, y una serie de circunstancias, pelo largo, barba partida, bigote, etc. Si queremos hacer una reconstrucción de cómo sería ese rostro, podemos imaginarnos que, sin heridas, sería algo parecido a esto. Esta es una imagen preciosa de uno de nuestros socios, que es profesor de la Universidad de Sevilla, en la facultad de Bellas Artes, el profesor Miñarro, que ha querido reconstruir la imagen del hombre de la Sábana, sin heridas, pero ajustándose a las medidas que nos da la Síndone. Vemos que encaja perfectamente con la imagen que hemos visto siempre de Jesús. Si volvemos a la huella que aparece en la Sábana nos daremos cuenta de que lo que destaca son sobre todo esas deformaciones, esas heridas que vemos en la cara y que nos están indicando una Pasión, unos golpes, unas contusiones realmente propias de una persona que ha sido torturada, golpeada de verdad.
Concretamente siguiendo lo que dice Monseñor Ricci, en su estudio de los años 60 y 70, podemos ver que estamos ante una huella que muestra:
- Una serie de regueros de sangre propios de una corona de espinas que aparecen no solamente en la frente sin también como veremos más tarde en la nuca.
- También tiene contusiones o hinchazones que cubren toda la frente.
- En la mejilla derecha tiene una contusión doble que le ha producido una deformación que parece atribuirle muchos más años de los que debía tener este personaje.
- Fijándonos en la otra mejilla vemos que tiene una contusión con equimosis, con una herida.
- Tiene una herida en la nariz y tiene roto el cartílago, posiblemente de una caída o del golpe que ha producido la contusión en la mejilla derecha, porque en la punta de la nariz se han encontrado restos de tierra, igual que en las rodillas y en las plantas de los pies, que casualmente tiene la misma composición que la tierra de la zona de Jerusalén. Podría ser de una caída o del golpe que hubiera partido el cartílago.
- Mons. Ricci entiende que esta huella oscura que se ve al dorso de la nariz podría ser un salivazo.
- Vemos también un reguero de sangre por descarga nasal.
- Podemos fijarnos también que hay una colada de sangre con saliva que sale de la comisura derecha de los labios y si nos fijamos en la barba vemos que el mentón está hinchado y contuso y la barba manchada de sangre.
- Todas estas características nos están indicando son heridas, contusiones reales de una persona que ha sido sometida a una tortura terrible.
Una
reconstrucción de esa imagen que se ve en la Sabana Santa sería algo parecido a
la escultura del mismo profesor Miñarro, al que citábamos antes y que, después
de hacer el rostro sin heridas, ha intentado reflejar lo que propiamente se ve
en la Sábana, lo que se deduce de ese negativo fotográfico. Es una tortura
real, no hay equivocaciones, mientras que sí las hay en todas las
representaciones de los Cristos Crucificados que hemos visto siempre.
Veamos ahora algunos detalles
Si nos fijamos en la zona de la frente veremos que esa especie de tres invertido que aparece en el centro de la imagen nos está indicando que es sangre venosa, sangre que se ha acumulado de forma distinta, ha salido estando vivo, como la que produciría una corona de espinas, pero tiene una característica completamente distinta a la de ese doble reguero que aparece en la derecha de la fotografía. Ese doble reguero es sangre arterial no es sangre venosa. La diferencia entre sangre arterial y sangre venosa no se supo antes del S. XVI. ¿Qué nos indica la Sábana? Pues que son manchas de sangre de un tipo y de otro. También hay sangre premortem y postmortem, es decir, sangre que ha salido estando vivo y sangre después de la muerte. Toda una serie de características que no son cualquier cosa y que una falsificación medieval no habría colocado nunca porque todo esto no se sabía aún.
Podemos
indicar, como se ha hecho en algunos congresos, que estamos ante venas y
arterias reales que tienen las manchas donde corresponden. Si nos fijamos en la
zona de la nuca, dentro de
este círculo hemos aumentado el contraste de la imagen, se ven muchas marcas de
heridas punzantes. Nos podemos estar refiriendo a unas 60 heridas punzantes que
serían las propias de una corona de espinas.
Una corona que
probablemente no sería un aro, sino un montón de espinos,
una especie de casco, sujetado no de una forma estética, que es una cosa
bastante inverosímil, sino colocado de cualquier manera por unos soldados que
lo que querían era aplicar la ley del mínimo esfuerzo, cuando se trataba de una
burla como la que estaban haciendo al Nazareno.
¿Lo que
se ve en la Sábana Santa encaja con Jesús? Pues perfectamente, porque no se sabe de nadie
coronado de espinas. Esto es algo que no se hacía cuando se producía la muerte
romana, no está ni siquiera legislado, ni mucho menos. Se hace en el caso de
Jesús porque Jesús se ha proclamado Rey y se trataba de burlarse de esa
circunstancia, pero era muy poco frecuente o casi impensable que se hiciera en
otro caso, porque no eran circunstancias iguales en los reos.
Si nos fijamos
en la zona
de la espalda vemos que hay una serie de marcas que recorren en realidad no
sólo la espalda sino a todo el cuerpo. Son marcas que corresponden a un
instrumento romano. En excavaciones arqueológicas en Herculano, al lado de
Pompeya, se ha encontrado este objeto, el «flagrum taxilatum», que se llama así porque las
bolitas metálicas que se encuentran al final de las cintas de cuero se llaman
taxilos. Estos taxilos se clavan en la piel y como además tienen pinchos,
arrancan trozos de piel. Esa flagelación suponía no solamente el golpe del
cuero que ya es bastante, sino que además iba dejando en carne viva las heridas
del que era flagelado.
La flagelación era una pena que empleaban los romanos pero no se aplicaba nunca en los casos en que una persona fuera a ser crucificada, porque eran penas diferentes. Sólo sabemos de un caso, el caso de Jesús que se le hayan aplicado estas dos condenas.
Los romanos eran muy respetuosos de la ley. Pues debemos pensar que muy pocas veces harían estos casos de irregularidades por los padres del derecho que son los romanos. El hombre de la Sábana está flagelado completamente por delante y por detrás. Es una flagelación de casi unos 120 golpes. Algunos forenses dicen que tiene el 50% de la piel herida, lo cual es una verdadera barbaridad. La imagen debía ser tétrica, terrible. Es flagelado y después como veremos enseguida tiene marcas propias de haber transportado un palo que podrían ser las correspondientes al transporte de la cruz.
Veremos que los
regueros de suero de la espalda revelados por las fotografías con luz
ultravioleta marcan que efectivamente esto es sangre real y además nos
certifican que el cuerpo estaba completamente desnudo, arqueado, posiblemente
para producir hacer el mayor dolor posible, al estar la piel en tensión, y que eran
dos personas a una cierta distancia las que van cubriendo todo el cuerpo por
detrás y también por delante en la medida que las cintas de cuero enrollan todo
el cuerpo golpeando también la parte interna del reo.
Como he dicho no solamente está flagelado, sino también crucificado. Lo sabemos no solamente por el supuesto transporte del palo horizontal al que ahora nos referiremos, sino porque vemos marcas, en las manos y en los pies, que corresponden a clavos. Hay unos regueros que nos indican que el reo tendría los brazos abiertos hacia arriba y que al colocarse en la posición del cuerpo del sepulcro se modifica la situación de los brazos y los regueros parece que suben hacia arriba. En definitiva esto nos indica que estamos ante un crucificado. Cuando los científicos analizan la imagen de los brazos, de las manos en concreto, descubren algo que les llama mucho la atención, porque parece que sólo se ven cuatro dedos en las manos y esto es algo bastante extraño, parece que no tenga pulgares y además parece que los dedos son muy largos.
Estas dos cosas
fueron explicadas por algunos científicos, entre ellos, el profesor Pierre
Barbet que lanzó la idea, hasta ahora no refutada, de que en realidad lo que
muestra la Sábana Santa es que los clavos no estaban en las palmas de la mano,
sino un poco más alto, en el pulso, en el «espacio de Destot». En este punto el clavo toca
el nervio mediano que es el que repliega el pulgar hacia dentro y por eso las
manos se ven una sobre otra, pero no se ven los pulgares, porque estarían
replegados hacia el centro de la palma. Las dos ideas coinciden. Los dedos
parecen muy largos porque el clavo está más hacia el codo y la sujeción que
produce el clavo en la muñeca es muy superior, pues, un clavo en la palma de la
mano, en los experimentos que se han hecho, rompe la mano, la desgarra y el
cuerpo cae. Esto evidentemente se ha hecho con cadáveres, porque voluntarios
para este tipo de cosas no hay.
La muerte que
nos revela la Sábana Santa es la muerte de un crucificado, es decir la de una
persona que colgada de las manos tiene que moverse y cambiar la posición del
cuerpo para poder respirar. Si se sujeta a una persona de las manos y se le
deja sencillamente colgando, sin ningún apoyo en los pies, se bloquearía la
caja torácica y como consecuencia de ello se produciría la asfixia en muy pocos
minutos. ¿Qué ocurre? Pues que los romanos colocan un apoyo en los pies, dejan
las piernas con la posibilidad de moverse y entonces el crucificado puede tirar
de las manos hacia arriba y al poner los pies de puntillas, puede doblar el
cuerpo y empujar el aire con el diafragma y soltar el aire. Porque el problema
de la asfixia no es el de no tomar aire, sino que no se puede expulsarlo, por
la postura en que queda bloqueada la caja torácica cuando el cuerpo está
colgando de las manos. La Sábana nos muestra la muerte de una persona que tiene
que estar moviéndose en la cruz para poder respirar, hacia delante y hacia
atrás. El crucificado debe moverse y las distintas posiciones originan regueros
de sangre diferentes. Y todo esto se ve en la Sábana perfectamente. En
definitiva, por tanto lo que nos muestra la Síndone es un crucificado real que
tiene que moverse para poder respirar y alterna las dos posturas en la cruz.
Si aumentamos
el contraste de la zona de la espalda, veremos que la zona
de los omóplatos está especialmente herida, posiblemente por el transporte
del palo horizontal de la cruz, que era lo único que se transportaba cuando
eran ejecutados los reos condenados a ser crucificados, puesto que el Stipes,
que era el palo vertical estaba colocado en el sitio y el transporte del palo
horizontal era lo que llevaban hasta el lugar de la ejecución.
Allí, como ya
tenían los brazos
atados, durante el camino, lo que hacían era encajar el palo horizontal en
el vertical, se les ataba los pies y con eso bastaba. Era la forma más rápida
de morir. En el caso de Jesús sabemos que no se hizo esto. El Evangelio nos
dice que Él fue desatado para que Simón de Cirene llevara la cruz detrás de Él,
pero llegado al lugar de la ejecución, en lugar de volverlo a atar,
probablemente lo más sencillo era clavarlo. Esto no era lo habitual, por tanto,
pensar en que fuera otro crucificado distinto de Jesús nos obligaría a pensar
en qué otras circunstancias pudieron hacer que otra persona fuera crucificada
de forma igual, desatándolo y clavándolo como nos muestra el caso del
Evangelio, el caso de Jesús.
Si nos fijamos en los pies veremos que los regueros de suero y de sangre marcan efectivamente la colocación de clavos en los pies también. Parece que está el pie izquierdo sobre el derecho, unidos los dos, y la planta del pie que estaba debajo, el pie derecho, se ve que está lleno de tierra. Esa tierra coincide con la que se encontró en la nariz y en la zona de las rodillas y que ya hemos dicho antes que tiene la misma composición que la de Jerusalén.
Un clavo en el
pie no plantea ningún problema porque sostiene perfectamente, pero lo que sí
que diremos es que la posición que utilizan los artistas normalmente, cuando
hablan de un crucificado puede ser una de las dos opciones de la imagen, o bien
los dos pies con un apoyo, o bien un clavo solo para los dos pies juntos. El
apoyo, esa especie de tarugo de madera que se coloca para hacer como una
especie de escalón es un invento bizantino, es posterior, por eso sabemos que
esto no se utilizó en el caso de Jesús. Lo que vemos en la Síndone es la de los
dos pies juntos, y parece que ésta sería la posición que tendría que tener
Jesús en la cruz. La Sábana coincide con lo que nos dice la arqueología y la
Historia.
Simplemente un
detalle para destacar de esta escultura de la derecha que ha intentado
representar todas las heridas que se ven en la Sábana Santa, incluso, por
ejemplo, las quemaduras, las heridas que producen las cuerdas que llevaría en
la pierna izquierda, porque cuando iban atados los reos, llevaban el palo atado
a las manos, pero luego unos a otros iban atados desde la mano derecha al pie
izquierdo del anterior y así sucesivamente. Todos estos son detalles que
coinciden con lo que sabemos en el caso de Jesús y que se ven en la Sábana
Santa.
La última
herida es la herida
del costado está justo al lado de uno de los agujeros de las quemaduras, a
través del cual vemos la tela de Holanda que se ha puesto de forro. Si nos
fijamos en esta herida veremos una especie de óvalo, en la parte superior, que
coincide con el agujero que produciría una lanza romana del Siglo I y de ahí se
ven caer unos restos de sangre y de suero, que se identifican perfectamente con
lo que nos dice S. Juan el evangelista, cuando habla de que del costado de
Jesús «salió sangre y agua». Realmente los médicos tienen varias explicaciones
médicas para esa sangre y esa agua, pero lo que está claro es que estamos hablando
de una herida, o de un agujero que se ha producido en una persona que ya está
muerta. Si hubiera estado vivo, evidentemente hubiera arrojado muchísima más
sangre, porque un corazón funcionando hubiera expelido muchísima más sangre de
la que se ve en este costado. Pero además si hubiera estado vivo la herida
hubiera tendido a abrirse y, en cambio, se ha quedado exactamente con la marca
de la lanza. Eso nos está indicando que ese cuerpo está muerto ya. Coincide,
por tanto, con lo que nos dicen los Evangelios en el caso de Jesús.
Otro detalle no menos importante es la lanzada como consecuencia de la necesidad que tenían los romanos de asegurar la muerte del crucificado. Los soldados se jugaban su propia vida si el crucificado salía vivo de la ejecución, porque la ejecución exigía la muerte del crucificado. La forma más habitual era romperle las piernas, porque de esta manera, al perder el punto de apoyo, el cuerpo quedaba en la postura de simplemente colgado de los brazos, ya no podía ponerse de pie y en esa postura se producía la asfixia, por el bloqueo de la cavidad torácica como hemos dicho antes. En lugar de esto, como ya no tenía sentido romperle las piernas, porque dice el evangelio «viendo que estaba ya muerto», su cuerpo simplemente se habría dejado caer, por lo que «le atravesaron el costado» que era una forma de asegurarse una muerte efectiva.
Lo que llama la
atención poderosamente es que en la Sábana la herida del costado es exactamente
igual que la que daría un soldado romano. Estaba dada por el lado derecho y
estaba dada, como vemos en esta escultura romana «el
galo moribundo» entre la quinta y la sexta costilla y esto era una suerte
que los romanos practicaban, porque era producir la muerte automática del
enemigo. Eso es lo que se ve en esta escultura y lo que nos muestra la Síndone.
Está dada la lanzada en el lado derecho, porque normalmente el enemigo se cubre
el corazón con el escudo en la izquierda y ellos practicaban para entrar por el
lado que quedaba descubierto en el combate.
Esta herida en el costado, al colocar el cuerpo en
horizontal, ha producido que la sangre y el suero, el líquido seroso que sale
de la cavidad torácica, cubra la espalda y, a la altura de los riñones, deje un
reguero en horizontal. Este reguero en horizontal, que no se le ocurre pintar a
ningún artista porque no tiene ningún sentido en una muerte en vertical, es
perfectamente lógico si pensamos que la Sábana se ha colocado estando el cuerpo
encima, al depositarlo en el sepulcro, dejando esas marcas que vemos en la
espalda y que recogen el líquido que sale por la herida del costado. Otro
detalle como tantísimos que aparecen en la Sábana que no se les ocurre a nadie,
pero que son perfectamente realistas y que se ajustan a la verdad de la
anatomía.
¿Qué podemos
concluir de todo esto? Lo que podemos decir de la Sábana Santa es que realmente
estamos ante un gran misterio, un reto a la inteligencia como hemos dicho
varias veces y que refleja lo que nos dice el evangelio del caso de Jesús, que
difiere muchísimo de lo que se sabe en otros casos. Es algo completamente
distinto a las ejecuciones que se realizarían de otros crucificados, porque las
circunstancias específicas en la muerte de Cristo son muy especiales. No es
atado sino clavado. Es coronado de espinas, es flagelado y crucificado, es
enterrado, no se les enterraba. Hay tantos detalles que se tienen que sumar
todos ellos en otra persona para que se produzca una muerte igual.
Estadísticamente hablando podemos decir que es remotísima la probabilidad de
que fuera otro.
Lo que está
claro es que de los millones de Cristos crucificados que existen no hay ninguno
que refleje la realidad como aparece en la Sábana Santa. Y en la Sábana Santa
no hay errores, las heridas aparecen como deben estar y donde tienen que estar.
Para falsificar algo así, primero habría que tener muchísimo conocimiento de
detalles que no se han sabido hasta la ciencia moderna. Pero, por otra parte,
aunque pudiéramos asesinar a una persona con todos estos detalles, ¿cómo
podemos originar una huella como la que aparece en la Sábana?
Piénsese que de forma natural no se produce. De forma artificial, tampoco. ¿Qué
produciría una imagen así? No lo sabemos. Lo único que sabemos es lo que nos
dice la ciencia: que es un misterio, algo que parece imposible, pero que está
en la Sábana. Entonces, ¿Quién es el hombre crucificado? Esto es algo que todo
el mundo puede plantearse y cada uno que saque las conclusiones
correspondientes.
Lo que sí
tenemos claro es que en la imagen que tenemos del hombre de la Sábana hay un
enorme parecido con la imagen que todos tenemos de Jesús. ¿De dónde salen las
características de su rostro? Pues es llamativo que poca gente se lo plantea,
pero esa pregunta tiene su respuesta. La imagen oficial de Jesús, que encaja
con lo que hemos visto siempre tiene su origen en un momento determinado y es
cuando aparece por primera vez en monedas, en el siglo VII, en una emisión de
Justiniano II, aparece la imagen de Jesús. Para entender hasta qué punto las
monedas eran retratos oficiales basta pensar que, en muchas enciclopedias,
cuando se habla de Nerón por ejemplo, se acompaña la información con una moneda
de él mismo ya que para los romanos, los emperadores que eran especialmente
meticulosos consideraban esto como su imagen oficial, como un documento
jurídico. Cuando alguien en lugar de colocar su propia cara intenta colocar la
imagen de Jesús, busca la imagen real, por lo que manda unos emisarios a la
ciudad de Edesa. Hay documentos que nos hablan que Justiniano II entregó allí,
a través de sus emisarios, un donativo a la basílica donde se guardaba el
Mandilión. ¿Qué hicieron estos operarios? Pues lógicamente obtener de allí la
imagen oficial de Jesús.
Esto quiere
decir que la Sábana que tenemos en Turín, esa Sábana, que se llamaba Mandilión,
tenía los rasgos que se popularizan a través de las monedas y que llegan hasta
nosotros. Lo que estaríamos viendo es que la imagen de Jesús ha llegado a
nosotros a través del Mandilión, es decir, a través de la Sábana Santa. Por eso
se parecen tanto las dos imágenes. La Sábana Santa es la fuente de donde viene
la imagen propia de Jesús. Si efectivamente todo encaja, pues lo lógico sería
pensar que efectivamente el lienzo de Turín podría contener el retrato de
Jesús.
Si pensamos por
un momento que la Sábana es auténtica, lo que veríamos es algo mucho más
profundo, no es simplemente la cara de un personaje histórico, estaríamos
viendo el rostro del Hijo de Dios, pero destrozado, como no nos podíamos ni
imaginar, por amor a cada uno de nosotros que eso es, precisamente, lo más
importante de su mensaje.
Lo que nos
quieren transmitir los evangelistas no es cómo es Jesús, sino el mensaje de
Jesús. En este caso, si los propios evangelistas afirman que el Hijo de Dios se
hizo hombre, es decir que se encarnó el Verbo, podríamos decir que no solamente
se convirtió en palabra, palabra de Dios, sino que también se convirtió en
imagen. Lo que tenemos, si la Sábana Santa es auténtica es, nada menos, que al
Hijo de Dios convertido en imagen.