Con esta entrada de Blog terminamos el estudio de algunas de las reliquias que conocemos en la actualidad, y completamos un período de formación específica para todos los cofrades y no cofrades, que nos siguen con devoción.
El Lignum Crucis (literalmente, madera de la cruz) es una reliquia del cristianismo que se refiere al madero supuestamente usado por los romanos para crucificar a Jesús de Nazaret.
Tras el Concilio de Nicea, Elena, madre del
emperador Constantino, se habría trasladado a Jerusalén junto con una
delegación imperial. No hay datos exactos del motivo de la visita ni del año,
sólo se sabe que fue entre los años 325 y 327. Eusebio de Cesárea indica que la
intención de Constantino era erigir una iglesia del Santo Sepulcro (cf. Historia
de la Iglesia IX III 41). Sin embargo, Eusebio no narra el descubrimiento
de la “Vera Crux” (cruz auténtica), se cree que por no reducir la gloria de
Constantino en relación con el descubrimiento del Santo Sepulcro. Es Gelasio,
también de Cesárea y discípulo de Eusebio, quien narra en su Historia de la
Iglesia (escrita hacia el 390) los detalles del descubrimiento. Aunque el
texto quedó perdido, contamos con una cita de la obra en la Historia de la
Iglesia de Rufino (cf. X 7) que dice lo siguiente:
Alrededor del mismo período, Elena, la madre de
Constantino, una mujer incomparable por fe, religiosidad, inigualable grandeza
moral, se fue de viaje (...) a Jerusalén y allí se informó entre sus habitantes
acerca del lugar en el que el cuerpo de Jesús había sido clavado a la cruz.
Este lugar era muy difícil de individuar porque los primeros perseguidores
habían erigido allí una estatua a Venus, ya que, cuando un cristiano quería
venerar a Cristo en aquel lugar, parecía que rendía culto a Venus. Por esta
razón, aquel lugar era poco frecuentado y casi había caído en el olvido. Pero
cuando, como se decía, la pía mujer se dirigió al lugar que le había sido
indicado por una señal celestial, hizo derribar cuanto había de vergonzoso y
penoso y removió la construcción hasta lo profundo.
Análoga narración se encuentra en Alejandro de
Chipre en su “Inventio crucis” y en Sócrates Escolástico que lo describe en su
“Historia ecclesiae” añadiendo que el templo a Afrodita estaba todavía en pie
cuando llegó Elena.
LA LEYENDA ÁUREA
En la Leyenda áurea (o Leyenda dorada) de Jacobo de la Vorágin, del siglo
XIII, se indican detalles de cariz
antisemita sobre el hallazgo de la cruz. Se dice allí que Elena, al llegar a
Jerusalén, se reunió con los judíos que vivían allí pues le habían dicho que
ellos tenían escondida la cruz. Ellos se negaron a decirle dónde la tenían,
pues había una profecía que indicaba que si era encontrada por los cristianos
“desde ese momento la gente judía no reinaría más”. Entonces, Elena montó en
cólera y amenazó quemar a todos los judíos de la ciudad y ante tal amenaza, le
fue entregado un tal Judas que, según decían, sabía el lugar donde había sido
escondida la cruz. Tras diversas torturas, consintió en llevar a la emperatriz
al lugar y al estar sobre él, se difundió un perfume y un leve temblor del
suelo. Judas se convirtió, se bautizó tomando el nombre de Ciríaco y él mismo
cavó hasta encontrar las tres cruces que estaban bajo aquel sitio. Luego las
colocó a los pies de la emperatriz. Para descubrir cuál de las tres era la del
Señor, Elena hizo detener un cortejo fúnebre que pasaba por allí y acercó al
muerto a cada una de las cruces. Ante la última, el muerto resucitó y se pudo
comprobar así que esta era la cruz verdadera. Ciríaco, según esta leyenda
habría sido obispo de Jerusalén tras Macario.
EL HECHO HISTÓRICO
El hallazgo, como se ha mencionado, es atestiguado
por varias fuentes históricas. Ahora bien, el historiador Jan Villem Drijvers
afirma que la “leyenda” habría sido puesta en circulación hacia el año 350 con
la intención de autorizar un cierto primado para Palestina. Sin embargo, esta
explicación ha sido muy contestada debido a que la mayoría de los testigos
estaban vivos en aquel entonces y habrían dejado trazas de su disconformidad
con las narraciones que andaban circulando. Además, el primado de Palestina era
ya una realidad debida a las obras arquitectónicas encargadas por Constantino.
Según los datos ofrecidos por los historiadores de la época, Elena vigilaba las
labores de desmantelamiento del foro occidental de un templo consagrado a
Afrodita. Mientras se realizaban estos trabajos, se encontraron las tres
cruces, los clavos y el “titulus crucis” (el letrero mandado poner por Pilato a
la cruz).
El problema vino para saber cuál de las tres cruces
era la del Señor. Así, Teodoreto de Ciro dice: “No estaban seguros de cual de
ellas había sostenido el cuerpo del Señor y recogido las gotas de su preciosa
sangre” (Historia de la Iglesia I 17). Al parecer se encontró el titulus
sobre la cruz del centro, lo que ayudó a distinguir cuál era. Así lo narra
Ambrosio de Milán (De obitu Theodosii 45) y Juan Crisóstomo (Homilías
sobre el evangelio de Juan 85). Sin embargo, Elena seguía llena de dudas
(cf. Sócrates Escolástico, Historia de la Iglesia I 17). Según otras
narraciones, la verificación se llevó a cabo por la curación milagrosa de una
mujer enferma de “grave mal” (cf. Teodoreto de Ciro, Historia de la Iglesia).
De cualquier forma, lo más probable es que la distinción se haya hecho gracias
a las marcas de los clavos pues el Evangelio de Juan dice que sólo Cristo fue
clavado a la cruz.
Elena misma, al volver a Roma, decidió que la cruz
fuera partida en dos de manera que una parte de ella pudiera trasladarse a la
capital del imperio. También el titulus fue partido en dos con idéntica
motivación. Luego hay testimonios de Cirilo, obispo de Jerusalén (seguramente
testigo del hallazgo) que dice en sus Catequesis: “todavía se puede ver hoy”
(cf. Cat. X 19 pero también XIII 4).
DIVERSAS VICISITUDES
En el año 613 los persas invadieron Jerusalén y
aniquilaron la guarnición bizantina. El rey persa Cosroes II Abharwez (el
Victorioso) mandó al obispo de Jerusalén deportado, junto con las reliquias de
la cruz, a la ciudad de Ctesifonte, cerca de Bagdad.
La indignación de los bizantinos fue tal que
inmediatamente hicieron la guerra contra los persas. Tras la rendición del rey,
el emperador Heraclio pidió que se le fuera devuelta la reliquia. Este se llevó
en procesión la parte de la cruz a Constantinopla y mandó reedificar la Iglesia
del Santo Sepulcro.
Un año después, las reliquias eran devueltas a
Jerusalén.
En el año 638 los musulmanes reconquistaron
Jerusalén y con ella tomaron control sobre la reliquia de la cruz. Entre
momentos de tolerancia y de venganzas, la cruz quedó en sus manos junto con la
ciudad. Tras ser recuperada por los cruzados la ciudad de Jerusalén tomó el
apelativo de “civitas crucis” pues ahí se encontraba la reliquia más importante
de la cristiandad.
Se encomendó su custodia a la Orden del Temple, que
la portaba en las batallas más decisivas para asegurar la victoria.
Caida en manos del sultán Saladino tras la batalla
de Hattin (1187), se pierde toda traza de la cruz, que es reclamada
infructuosamente por el rey de Aragón Jaime II al sultán Muhammad An-Nasir, en
las embajadas llevadas a cabo en el marco del rescate del comandante templario
de la guarnición de la isla de Arwad (fray Dalmau de Rocabertí, las más
intensas de las cuales son de 1303-1304 y 1305-1306 (llevadas a cabo por
Eymeric de Usall).
Caballeros Templarios
RELIQUIAS DE LA CRUZ
Hay narraciones acerca de trozos de la cruz desde
fines del siglo IV, cuando se comenzó la repartición de fragmentos de ella. Las
de las iglesias eran conservadas en cajas llamadas “estaurotecas” que tenían
forma de cruz y tenían al centro un vano para colocar la reliquia. Sobre el
vano se solía poner una piedra preciosa que impedía el contacto visual con el
trozo de madera. Desde el siglo VI las estaurotecas colocan un cristal en vez
de la piedra.
Las más famosas estaurotecas son: la de Limbourg (datada en el siglo X), la de la Catedral de Cosenza y de la Catedral de Nápoles (siglo XII). También tiene renombre la de la Catedral de Génova (siglo XIII).
La reliquia más grande conservada se encuentra en
el Monasterio de Santo Toribio de
Liébana, Cantabria, España. La tradición la relaciona con el origen del
monasterio, pero lo más verosímil es que fuese traída al mismo tiempo que los
restos de Santo Toribio de Astorga, alrededor del siglo VIII. Según el P. Sandoval,
cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al "brazo
izquierdo de la Santa Cruz, que Santa Elena (madre del emperador Constantino,
en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los
ladrones. Está cerrada y puesta en modo de Cruz, quedando entero el agujero
sagrado donde clavaron la mano de Cristo". La madera se encuentra, pues,
dentro de un relicario en forma de cruz de plata dorada, con cabos
flordelisados, de tradición gótica, realizada en un taller vallisoletano en
1679. Las medidas del leño santo son de 635 mm. el palo vertical y 393 mm. el
travesaño, con un grosor de 40 mm., siendo así la reliquia más grande
conservada de la cruz de Cristo, por delante de la que se custodia en San Pedro
del Vaticano. Un análisis científico de la madera de este trozo determinó que
"la especie botánica de la madera es Cupressus Sempervivens L., tratándose
de una madera extraordinariamente vieja y que nada se opone a que alcance la
edad pretendida".
En relación con las embajadas del reinado de Jaime
II de Aragón, aparecen fragmentos de la Vera Cruz en Santa Maria dels Turers de
Bañolas (Gerona) (de donde era Eymeric de Usall, el embajador) y en la Cruz
procesional del Monasterio de Santa María de Vilabertrán, lugar de entierro de
la familia de los vizcondes de Peralada-Rocabertí, y donde murió fray Dalmau de
Rocabertí en el año 1326; esta cruz incorpora camafeos egipcios.
Es célebre la llamada Cruz de Caravaca que custodiada por la Real e Ilustre Cofradía de la Stma. y Vera Cruz en la Basílica de la Vera Cruz celebra concedido por Juan Pablo II y a perpetuidad cada siete cursos Año Santo-Jubilar. La Sagrada Reliquia fue foco de peregrinación ya desde el siglo XIV recibiendo hoy millones de fieles siguiendo el faro de la Cruz.
Recientemente y tras la finalización de las obras
de acondicionamiento de la 'Capilla de la Vera Cruz' en la Colegiata Mayor de
Caspe (Zaragoza), vuelve a ser expuesta al público la Vera Cruz de Caspe. Esta
reliquia (uno de los fragmentos de mayor tamaño en el mundo), sale en la
procesión de la Semana Santa, custodiada por la Cofradía de la Vera Cruz.
COFRADIAS CON LIGNUM CRUCIS EN ESPAÑA
En España algunas cofradías poseen un Lignum Crucis que, generalmente, acompaña a sus imágenes titulares durante la Semana Santa. Este es el caso de la Real Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Veracruz de León, donada por el obispo Luis Almarcha en 1959, o la Hermandad malagueña del Monte Calvario. En la misma provincia de Málaga, las Hermandades del Cristo de los Vigías de Vélez-Málaga y Nuestro Padre Jesús Nazareno de Alhaurín el Grande han incluido en sus cortejos procesionales nazarenos encargados de portar la reliquia, los cuales van ataviados, como recomienda la liturgia, con su correspondiente paño humeral.
Lignum Crucis Valladolid
En Valladolid, la Cofradía de la Santa Vera-Cruz cierra su Procesión de Regla con la Custodia del Lignum Crucis, labrada en oro y piedras preciosas entre 1500 y 1550. Posee base octogonal y en su cuerpo inferior se reproduce la escena de Adán y Eva ante el árbol de la vida. En su parte superior, se encuentra el ostensorio, donde se encuentra alojado un fragmento de la madera procedente de Liébana.
En Salamanca la cofradía de la Vera Cruz abre la procesión
del Resucitado con el paso del Lignum Crucis, un relicario en plata con forma de
cruz labrado por Pedro Benítez en 1675 que contiene en la intersección de los
brazos una reliquia de la Cruz donada por fray Juan de San Antonio.
En la Semana Santa Soriana, la Cofradía del Santo
Entierro de Cristo de Soria, porta a hombros el paso del Lignum Crucis
(1968), que porta la reliquia de la Santa Cruz llegada a Soria en 1522,
cuando el Papa Adriano VI la requirió para venerarla devolviéndola al año
siguiente.
En la semana santa de Andújar, Jaén, la Venerable
Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, porta en el paso de costaleros de
salida del Viernes Santo por ta un Lignum Crucis dentro de un relicario de
plata de Ley que data del siglo XV.
En la Semana Santa de Sevilla, la Hermandad de
Vera-Cruz (Sevilla) porta un relicario con el lignum crucis que es besado por
los fieles durante su estación de penitencia. Aparte otras dos hermandades
portan un Lignum Crucis acompañando a las Vírgenes en un pequeño reliquiario.
Las cuales son: Hermandad de La Lanzada (Sevilla) y Hermandad de La Estrella (Sevilla)
Lignum Crucis Hermandad Vera Cruz (Sevilla)
Lignum Crucis Hermandad de la Estrella (Sevilla)
ÁRBOL DE LA CRUZ
Lignum crucis se puede traducir como “árbol de la cruz” y bajo este apelativo algunos artistas pintan o esculpen la cruz donde murió Cristo como un árbol con ramas, flores, hojas y frutos.
Lignum crucis se puede traducir como “árbol de la cruz” y bajo este apelativo algunos artistas pintan o esculpen la cruz donde murió Cristo como un árbol con ramas, flores, hojas y frutos.
La comparación original de la cruz con el árbol de
la vida, al parecer se debe a Tertuliano aunque fue tratada con detalle por Buenaventura
en su libro Lignum vitae. Luego también fue glosada por otros autores
cristianos como Maestro Eckhart o Juan Taulero.
La imagen es también usada en el himno Crux fidelis
de Venancio Fortunato:
Cruz
fidelis inter omnes
arbor una
nobilis,
nulla
tamen silva profert,
flore
fronde germine!
De
parentis protoplasti
fraude
factor condolens,
quando
pomi noxialis
morte
morsu corruit,
ipse lignum tunc notavit,
damna ligni ut solveret