jueves, 1 de noviembre de 2012

LA VIRGEN DE LUTO






Dos motivos me llevan a publicar la entrada de hoy: por un lado, continuar con la tradición de este Blog, de tratar temas literarios a raíz de la exposición de alguna publicación interesante para los cofrades, como es la que traemos hoy (“La Virgen de Luto”), y por otro lado tratar de exponeros el por qué vestimos a las vírgenes de negro riguroso, en esta época del año.

En infinidad de iglesias se exponen imágenes de la Virgen Dolorosa vestida de luto, algunas de ellas protagonistas de las procesiones de Semana Santa, de tanto arraigo en nuestro país. Estas vestiduras fúnebres con que se las cubre, pertenecen ya a la iconografía popular que hemos asumido como la indumentaria más acorde con la profunda tristeza del prototipo representado. Sin embargo, la tradición se inicia en Madrid en 1565, cuando doña María de la Cueva, condesa viuda de Ureña y Camarera Mayor de Isabel de Valois, dona uno de sus propios trajes de luto para vestir la imagen de la Soledad que labró Gaspar Becerra a instancias de la reina. Tal fue el impacto de esta nueva iconografía que pronto se extendió a las Dolorosas de toda la península y los territorios conquistados por España, pudiéndose encontrar aún hoy una larga muestra de estas imágenes de la Virgen vestida como una viuda castellana noble de la corte de Felipe II, no sólo dentro de nuestras fronteras, sino en diversas capitales europeas y americanas que pertenecieron a la corona española, aunque en la actualidad prácticamente se ha olvidado el origen y significado de tales vestidos.

A lo largo de la obra, primera y única que desarrolla ampliamente el tema, iremos conociendo cada una de las prendas que componían el ajuar de las viudas nobles o dueñas, exponiendo su origen histórico; su corte y confección basándonos en los patrones originales del siglo XVI con recreaciones a escala; su evolución al dejar de utilizarse por la nobleza y quedar asociadas al vestuario de las imágenes religiosas; y poniendo como ejemplo muchas de las tallas que en la actualidad mantienen esta indumentaria en cada una de nuestras provincias. Todo ello se acompaña de abundante material gráfico, citas de autores clásicos y variedad de curiosidades y tradiciones que enriquecen y amenizan este estudio, enfocado tanto desde el punto de vista iconográfico y de indumentaria como desde una visión artística, antropológica, simbólica, cultural e histórica, con el propósito de rescatar del olvido los fundamentos de esta tradición centenaria.


Con tan solo veintiocho años Eduardo Fernández Merino se ha convertido, por derecho propio, en un investigador de la historia de la indumentaria. Su profundo y analítico estudio le ha llevado no sólo a través de páginas de libros antiguos y salas de bibliotecas, sino también a través de varias ciudades españolas y europeas, en busca de los orígenes y la evolución de la forma de vestir de las Vírgenes Dolorosas castellanas. El primer resultado de su trabajo ha sido un hermoso ensayo: La Virgen de luto, que aparece publicado ahora por VisionNet. Pero no ha sido el único. Le acompañan una página web y un cuidado documental con los que quiere llegar a todo tipo de público para hacer comprender la riqueza y el simbolismo de una tradición cuatro veces centenaria. Transmite pasión, y nos responde con la seguridad de quien sabe de lo que habla.

Pregunta el entrevistador - Guillermo Arróniz López: Todo este quehacer literario, internáutico y audiovisual nace de una profunda experiencia personal, como cuentas en tu libro, ¿qué despertó en ti esta pasión por la indumentaria de una advocación concreta de la Virgen?

Eduardo Fernández Merino:
En la trayectoria de todo artista suele haber un encontronazo determinante con su dimensión espiritual que marca su producción, incluso su personalidad a partir de entonces, y le encamina a bucear en su personal obsesión por diferentes caminos. El mío fue con la imagen de la Virgen de los Dolores, imagen de madre desvalida, indefensa pese a su magnitud sobrenatural, que a muy temprana edad me descubrió el misterio de la Muerte, representada en la solemnidad de su luto, de sus lágrimas, de las siete espadas en el pecho... Años después volvió a irrumpir este arquetipo en mi historia, exigiendo mucho y devolviendo más, y el resultado fue este trabajo de años que espero aporte una igual satisfacción a sus lectores.


Editorial: Vision Libros
Año Publicación: 2012
Páginas: 284
Edición: 1
Tamaño: 170x240 mm
Encuadernación: Rústica





LA VIRGEN DE LUTO

En este documental del propio autor del libro, conoceremos el origen de la tradición de vestir a las Dolorosas con el luto que usaron las viudas de la corte de Felipe II.



ORIGEN DEL LUTO

El luto es la expresión medianamente formalizada de responder a la muerte, es decir, la muestra externa de los sentimientos de pena y duelo ante el fallecimiento de un ser querido. En los países occidentales, esto incluye los entierros, las esquelas y ropa de luto, entre otros.



Europa continental

La costumbre de llevar ropa negra sin adornos en señal de luto se remonta al menos al Imperio Romano, cuando la toga pulla hecha de lana de color oscuro se vestía durante los periodos de luto.

Durante la Edad Media y el Renacimiento, las ropas propias del luto se llevaban por pérdidas personales y generales: se dice que tras la matanza del día de San Bartolomé de hugonotes en Francia Isabel I de Inglaterra y su corte vistió de luto riguroso para recibir al embajador fracés.


Las mujeres de luto y las viudas llevaban sombrero y velo negros, generalmente en una versión conservadora de la moda actual.

En algunas zonas rurales de Portugal, España, Grecia y otros países mediterráneos, las viudas visten de negro el resto de sus vidas. Los miembros inmediatos de la familia del difunto visten de negro durante un período más amplio que el resto.

Cristianismo

Madrinas  Procesión del Silencio - Viernes Santo (Don Benito)
Foto Disancor 

Las costumbres sociales europeas anteriormente descritas son en general expresiones religiosas cristianas socialmente generalizadas.

Las misas funerales  católicas actuales usan los colores litúrgicos morado en lugar del negro anterior al Vaticano II, aunque el uso de ornamentos negros no se ha prohibido y sigue siendo opcional. (Tradicionalmente, los entierros de los niños, albaets ya bautizados hasta el uso de razón se celebran con ornamentos blancos, pues son como «ángeles» que entran directamente en el cielo, o al infierno depende de como se vea, al no tener pecado; el ritual de estos funerales, aunque nada cita sobre el color litúrgico se centra más en el consuelo de la familia que en las peticiones del descanso eterno del infante.)

Las iglesias cristianas se visten a menudo simbólicamente de luto durante la época de Cuaresma para conmemorar el sacrificio y muerte de Jesús. Las costumbres cambian de una confesión a otra e incluyen cubrir o retirar estatuas, iconos y pinturas, así como el uso de colores litúrgicos especiales, como el violeta, durante Cuaresma y Semana Santa.

En congregaciones más formales, los miembros de la parroquia también se visten de forma especial durante la Semana Santa, especialmente el Jueves y el Viernes Santo, días en los que sigue siendo común vestir ropas negras u oscuras. En algunos lugares es tradición que las mujeres vistan de mantilla.

EL MES DE NOVIEMBRE Y EL LUTO DE MARÍA SANTÍSIMA.


Virgen de las Aguas - Museo - (Sevilla)

 El mes de noviembre es el mes en el que pasa a primer plano el Purgatorio. Ese es el más profundo sentido del “mes de las ánimas”: al hecho evidente de la muerte, que en noviembre como mes característico del otoño es evocado cotidianamente por la caída de las hojas de los árboles y plantas, le une el pueblo cristiano el hecho del purgatorio…

Hay un silogismo, no enunciado explícitamente, ante el hecho universal y evidente de la muerte: “Todos morimos… De entre los muertos, de muchos sabemos que gozan ya el Cielo que deseamos… ¿No podrá nuestro recuerdo beneficiar a los otros difuntos de quienes podríamos conjeturar que aún no han recibido el don definitivo…?

Los Concilios ecuménicos II de Lyon, Florencia y Trento definían el fundamento dogmático de ese sano presentimiento del Pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II recoge: “… Algunos entre los discípulos (de Cristo)… ya difuntos se purifican, mientras otros son glorificados…” (L.G. nn. 49-50). Alude luego a lo que es tradición de siempre de la iglesia: “el sacrificio de la Misa, las oraciones, limosnas y otras obras de piedad que según las leyes de la iglesia han acostumbrado hacer unos fieles por otros…” (Conc. II de Lyón, Dz 856).

Es buena la insistencia, con el Purgatorio de fondo, cuando se acaba el Año Litúrgico: ¡Orar por los que acabaron su historia!

Virgen del Mayor Dolor - Carretería  (Sevilla)

Y adentrados en el mes de noviembre, la festividad del 1 de Noviembre la de “Todos Los Santos”. La Solemnidad de este día se dedica a lo que San Juan describe como “una gran muchedumbre que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus y lenguas”: los que gozan de Dios, canonizados o no, desconocidos las más de las veces por nosotros, pero individualmente amados y redimidos por Dios que conoce a cada uno de sus hijos por su nombre… “Hoy se aglomeran en la gran fiesta común: los humanamente ilustres: Pedro, Pablo, Agustín, Jerónimo, Francisco, Domingo, Tomás, Ignacio… y los oscuros: el enfermo, el niño, la madre de familia, un oficinista, un albañil, la monjita que nadie recuerda, gente que en vida parecía tan gris, tan irreconocible, tan poco llamativa, la gente vulgar y buena de todos los tiempos y todos los lugares…

Las comunidades de Oriente celebraban ya en el siglo IV en un día señalado la memoria de todos los Mártires: los Sirios lo hacían en el Tiempo Pascual, mientras los Bizantinos elegían una fecha después de Pentecostés. S. Efrén refiere, en sus Cármina Nisibena, esa conmemoración; y habla del año 413 el Breviario Siríaco. De lo de Constantinopla es testigo S. Juan Crisóstomo: hoy mismo continúan los Griegos recordando a la multitud de los mártires en el Domingo después de Pentecostés. No hay en cambio alusión alguna a una conmemoración semejante ni en el Leccionario Capitular de Würburg ni en el Evangeliario Capitular Romano, así como tampoco en los sacramentarios Gelasiano, Gregoriano antiguo o Gregoriano de Hadriano: en Occidente, en efecto, sólo se comenzó una celebración semejante –aunque no ya de sólos mártires sino de todos los Santos- cuando acababa el siglo VII: fueron los pueblos celtas, y concretamente los francos, quienes la iniciaron. Lo testimonian así el Leccionario de Mürbach y los Códices de los Martirologios inspirados en Beda y Alcuino. Curiosamente nada dicen de una celebración semejante los Martirologios Hieronimianos más completos. Roma comenzaría a celebrar esta memoria conjunta de todos los Santos en el siglo IX: de su conocimiento y conmemoración por parte de Gregorio IV (827-844) da fe al Martirologio de Adón, refiriéndose a su celebración en la Galicia en el 1 de noviembre.

El pueblo, que propende a sensibilizar y materializar toda su fe, por de pronto se arremolinó con flores y adornos, con luces y limpieza en torno a los sepulcros en nuestros cementerios: si se habla de triunfo en el Cielo, ¡aquí están los cuerpos de nuestros Santos…!

Esperanza Macarena (Sevilla)
Por su parte las Cofradías y Hermandades tienen la costumbre de vestir a sus dolorosas de luto. Las tonalidades oscuras, las vestimentas de luto, los colores negros… se hacen habituales en las prendas y vestimentas que las distintas camareras dan a las dolorosas en éste mes.

En el mes de noviembre, mes de los difuntos, las hermandades recurren al eterno ritual cofrade de vestir y engalanar a sus dolorosas con ropajes de luto.


Cada año los vestidores de las distintas hermandades y cofradías se afanan por vestir a sus titulares marianas para que luzcan más bellas que nunca.

Es un mes en el que las vírgenes titulares de las distintas hermandades y cofradías visten atuendos caracterizados por la sencillez y sobriedad que dan los ropajes oscuros y negros, color este último que simboliza duelo, tristeza, penitencia, vigilia y soledad.

Soledad de San Lorenzo (Sevilla)

El negro es el color del viernes santo y está relacionado con el miércoles de ceniza, por ser ésta de un color parecido.

Es por ello que las imágenes marianas y dolorosas visten de riguroso luto en el mes de noviembre, para hacernos saber a los cristianos que es un mes para recordar a todas aquellas personas que nos dejaron y así adorar a sus benditas ánimas.



Virgen de la Soledad - Parroquia de Santa María  (Don Benito)