Vamos a dedicar varias entradas de este Blog, a analizar los elementos que presuntamente nos han quedado de la pasión del Señor, y que han llegado hasta nuestros días, con las dudas o no, de su veracidad; tales como la Sábana Santa de Turín, el Santo Sudario de Oviedo, o la existencia de los Lignum Crucis, o reliquias de la Cruz que sirvió para escenificar su muerte. Cada cofrade, cada cristiano, o incluso los no creyentes, puede valorar o no su validez, creer o no en ello, pero le pedimos que tenga en cuenta todos los datos que vamos a exponer aquí, para que puedan formarse una opinión que les haga cambiar su manera de pensar.
¿Cómo era el hombre de la Sábana?
¿Qué podemos decir de ese hombre, viendo las heridas y las marcas que ha dejado
su huella en el lienzo? Si nos fijamos en esto nos debemos atener a lo que
dicen los forenses.
Los forenses afirman que estamos ante la huella de
un hombre torturado, lleno de heridas, contusiones y de todo tipo de
deformaciones reales. Hemos visto muchas veces representaciones de Jesús en la
cruz, pues no hay ninguno que se ajuste a la realidad. Y sin embargo, en la
Sábana Santa las heridas son auténticas, no hay errores.
EL CRISTO SINDÓNICO DE JUAN MANUEL
MIÑARRO
No hay ninguna imagen religiosa que nos muestre a Jesús en la cruz con absoluto realismo, probablemente porque sería horrible y, por otra parte, porque los artistas lo que han querido significar es que Jesucristo triunfa en la cruz, dándole un sentido teológico a la muerte de Jesús, y por tanto, el artista se deja llevar por la finalidad más que por el detalle. Si estuviéramos viendo una imagen medieval, ¿por qué una imagen tan realista? No hay ninguna otra imagen religiosa que nos muestre a Jesús con esta tal apariencia de hombre destruido, golpeado.
Piénsese que hasta la película de Mel Gibson, «La Pasión de Cristo», nunca se había hecho una representación realista de la Pasión de Jesús de Nazaret, incluso causó escándalo porque se dijo que era una película excesivamente cruenta.
Lo que se estaba reflejando era un tormento
verdaderamente brutal, que se salía casi de lo que nos podemos imaginar casi. Pues
esto se refleja en la Sábana y se refleja de una forma absolutamente realista.
EL OBJETO
La Sábana Santa se encuentra en la Capilla de la Síndone (Sábana en italiano), dentro de la
Catedral de Turín, una ciudad al norte de Italia. Aquí ha permanecido en los
últimos cuatro siglos, por eso se puede decir que Turín es la ciudad de la
Síndone, la ciudad de la Sábana Santa.
En la actualidad se han construido un par de urnas
para la Sábana Santa. Esta es la urna que se emplea para la conservación
ordinaria del Lienzo, la otra sirve para las Ostensiones, la cual es movible y
permite colocar la Sábana en vertical y horizontal durante la ostensión.
Habitualmente la Síndone está en horizontal y cubierta para su mejor
conservación.
La Sábana Santa es una tela de lino, tejida en
forma de espiga. Sabemos que es un tipo de tejido que se utilizó en tiempo de
Jesús en Oriente, mientras que en Europa no se utilizó antes del Siglo XV. Es
un tejido de alta calidad, pero hay que tener en cuenta que, si fuera del
tiempo de Jesús, sería de procedencia oriental.
En cuanto a sus medidas, después de que se restaurara en el año 2002 al quitarle los forros que restringían la extensión completa de la tela y se le eliminaran algunas arrugas, la Sábana mide 4,42 metros de longitud por 1,13 de anchura, aproximadamente.
Quemaduras
Si nos fijamos en el tejido veremos un montón de
marcas, algunas manchas y materias que no terminamos de identificar. En
realidad hay dos tipos de huellas, las que podrían ser las referidas a la
Pasión de Cristo y por otra parte las huellas que ha dejado la Historia.
La Síndone debía ser así cuando se produjo el incendio de 1532, que fue el hecho que más alteró la apariencia del tejido. Antes de ese incendio, en la Sábana destacaba la huella anterior y posterior del cuerpo de un hombre. Sin embargo, después se añadieron un montón de marcas, que son las que más llaman la atención. Podemos encontrar chamuscaduras, cercos de agua - que probablemente se produjeron en ese o en otros incidentes cuando se apagó el incendio - y también parches de tela para tapar los agujeros quemados. Estos parches, que colocaron las Clarisas de Chambéry, han permanecido casi cuatro siglos, hasta la restauración de 2002. La Sábana en aquel momento estaba en Chambéry, en una localidad francesa que era entonces la capital del Ducado de Saboya.
Después de esa última restauración, se han
eliminado los parches que se colocaron para tapar esas zonas que se habían
perdido en la tela, y ahora lo que vemos, a través de esas zonas agujereadas
por el fuego, es un forro nuevo, una tela «de Holanda», que tiene como objeto
reforzar el lienzo original y darle mayor protección.
Una de las primeras cosas que nos debemos plantear
cuando vemos la sábana es por qué está la imagen anterior y posterior del
cuerpo en la misma superficie de la tela. La respuesta es que el cadáver, - porque evidentemente era un cadáver, aunque no
sepamos si realmente el cadáver es de Jesús - estaba envuelto como
muestra este dibujo. La mitad de la tela se habría colocado en la parte
inferior, es decir debajo del cadáver, el cuerpo desnudo encima y después se
habría cubierto, desde la cabeza a los pies, con el resto de la tela para tapar
completamente el cuerpo.
En la actualidad la Síndone se expone solamente en los Años Santos; es decir una vez cada 25 años. No obstante hay ostensiones extraordinarias que se producen cuando existe alguna circunstancia especial como la de 1998 y la anunciada para 2010. En realidad la fecha que le correspondía a una ostensión era el año 2000, que era año santo. Lo que ocurre es que en 1998 se celebraban varios aniversarios de los que el que más nos importa era el del centenario de la primera fotografía, el inicio de los estudios científicos sobre la Sábana de Turín. En 1998, el Papa Juan Pablo II fue uno de los casi cuatro millones de peregrinos, procedentes de 175 países, que se acercaron a venerar la Sábana.
El Papa se puso de rodillas y, delante de ella,
pronunció un discurso del que nosotros vamos a destacar alguna de las ideas que
consideramos más importantes.
- En primer lugar el Papa dijo, casi es una definición, que la Síndone es como el «espejo del evangelio» y hay que tener en cuenta que esto tiene mucho significado, porque parece que la Síndone lo que hace es reflejar como hace un espejo, en este caso de lino, lo que los Evangelios nos dicen de la Pasión de Cristo. Hay una absoluta correspondencia entre lo que dicen los Evangelios y lo que nos muestra la Síndone.
- En segundo lugar el Papa dijo: La Síndone es «un reto a la inteligencia». Verdaderamente también es una muy buena definición, porque el aspecto quizá más conocido de la Síndone, es que la Sábana Santa nos plantea un reto desde el punto de vista científico: no sabemos cómo explicar la imagen que aparece en la tela y, por tanto, podemos decir perfectamente que es algo que la inteligencia no ha podido resolver.
- En tercer lugar, otra de las ideas a destacar, es que el Papa dijo: «No tratándose de una cuestión de fe, la Iglesia carece de competencia para pronunciarse sobre su autenticidad». Es verdad, muchas veces nos dicen si la Síndone es materia de fe, o poco más o menos, y lo cierto es que podemos asegurar que no. No es una cuestión de fe, es una de Jesús en el sepulcro o no. La tradición nos ha dicho que efectivamente esta tela envolvió el cuerpo de Jesús, cuando se colocó en el sepulcro, pero en realidad la Iglesia no se pronuncia al respecto sobre la autenticidad de la reliquia. Tienen que ser los científicos los que hablen. Por eso no tiene por qué declarar la Iglesia nada a favor o en contra de la autenticidad de la Sábana y deja que sean los científicos los que solucionen este tema.
- Y, por último el Papa Juan Pablo II ha pedido que se estudie «objetivamente y sin prejuicios». Precisamente esa es la dificultad mayor, porque estamos acostumbrados a ver gente que habla de la Sábana Santa de forma subjetiva y desgraciadamente desde los prejuicios. Hay gente que piensa que si el que habla es un creyente, evidentemente intentará decir que la Sábana Santa es auténtica y si no es creyente dirá lo contrario.
Hay que tener en cuenta que esto no tiene por qué
ser así. En realidad también se podría plantear al revés, es decir, una persona
creyente no necesita la Sábana Santa para creer y, por tanto, sería mucho más
libre que un no creyente, cuya situación variaría completamente si se pudiera
demostrar que la Sábana es de Cristo, y sobre todo si se pudiera demostrar que
en su interior se ha producido algo sorprendente o que se salga de los límites
de la física. Todos tienen que ser objetivos y actuar sin prejuicios.
LA DATACIÓN DEL LIENZO
Cuando San Juan Evangelista dice que
Jesús fue enterrado «a la manera de los hebreos» habría que
pensar que estaría refiriéndose a una forma de enterramiento como la que vemos
en el dibujo, porque esa era según los arqueólogos, la propia de la zona y del
tiempo de Jesús. Si queremos ser objetivos, lo primero que hay que plantearse
es la autenticidad de la tela. ¿Es esta tela del tiempo de Jesús?
Hay un dato que parece que contradice esta idea. El viernes 13 de Octubre de 1988 se hizo público un dato, según el cual la Sábana Santa no sería del tiempo de Cristo. En aquella ocasión, el que era entonces el custodio de la Reliquia, el Cardenal Ballestrero, titular de la Sede de Turín, comunicó al mundo que se había realizado la prueba del Carbono 14 a la Sábana Santa y, según esta prueba, estaríamos ante un lienzo muy posterior al tiempo de Jesús, es decir, estaríamos hablando de una tela que tendría una antigüedad que corresponde al intervalo de años entre 1260 y 1390. Este resultado supuso un jarro de agua fría para muchas personas que estaban convencidas de que el Carbono 14 confirmaría y daría el dato definitivo a la autenticidad de la Sábana. Pero ocurrió todo lo contrario. Según esta datación del Carbono 14, estaríamos hablando de un objeto de la Edad Media, y consecuentemente los medios de comunicación dedujeron que tenía que ser una falsificación, sin hacer más averiguaciones y sin esperar a la valoración científica de ese resultado. Hay que tener en cuenta que es fundamental valorar un dato que nos da la ciencia para poder entender realmente lo que el resultado significa. Si yo digo que un niño tiene 37 y medio de temperatura no digo necesariamente que tenga una pulmonía. Habrá que ver ese dato junto a los demás para hacer un diagnóstico. Pues en el caso de la Sábana Santa ocurre lo mismo. La prueba del Carbono 14 nos da un dato sobre la posible la antigüedad de la tela, pero habrá que poner ese dato en relación con todos los demás.
Muy poco tiempo después de la prueba del Carbono 14
ya hubo una primera matización del resultado, que ha llegado a muy poca gente.
Aquí se muestra la carta del profesor Michael Tite, Director de Investigación
del Museo Británico, coordinador la prueba del Carbono 14, dirigida al asesor
científico del Cardenal de Turín, en el que dice lo siguiente:
«Yo mismo no considero que el resultado de la
datación por radiocarbono de la Sábana de Turín muestre que ésta sea una
falsificación». ¿Por qué dice esto? ¿No habíamos quedado en que
si la Sábana era medieval no podía ser otra cosa que una falsificación? Pues
hay que matizar todo esto.
Esta rectificación del profesor Tite, aunque sea
parcial, nos abre un punto de vista completamente distinto. La edad que le atribuye
el C14 no implica necesariamente que sea una falsificación. Habrá
que decir, que estamos ante un enterramiento auténtico medieval. No sería
Jesús, pero sería un enterramiento real, porque el Carbono 14 no determina que
sea un cuadro o una pintura como se ha dicho muchas veces. Entonces ¿qué es lo
que determina el C14? Aquí necesariamente tenemos que dar algunas
pequeñas nociones de física para ver si podemos aclarar hasta qué punto el C14
es un dato significativo o no.
Aquí tenemos una tabla periódica de los elementos químicos que se dan en la naturaleza. El Carbono normal o más frecuente viene definido como C6 12 (porque 6 es el número atómico o número de protones de su núcleo y 12 el número másico, o número de protones más neutrones. Sucede que, en las capas altas de la atmósfera terrestre, por efecto de los rayos cósmicos, se originan átomos de C6 14 porque tienen 6 protones y ocho neutrones. Por tener 6 protones siguen siendo carbono, ocupan la misma casilla, la número 6 en la tabla periódica y por eso se les llama isótopos (isos quiere decir el mismo y topos quiere decir lugar). Estos átomos de C6 14 se comportan exactamente igual que los normales C6 12 de manera que entran a formar parte del ciclo del Carbono, primero formando CO2 y luego incorporándose a los seres vivos, en las plantas por el proceso de la fotosíntesis y en los animales por el proceso de la alimentación. Se habla de ciclo del carbono, porque volverán a la atmósfera, o al agua de donde los tomaron los seres vivos, a través de la respiración. La cantidad de estos átomos, que llamaremos C14, en la atmósfera (y en las aguas de los ríos o de los océanos, donde se encuentra disuelto en forma de CO2), es tan sólo de un átomo C14 por cada mil millones de C12 . Decimos que C12 /C14 = l x10-9. Esta proporción se mantiene constante porque se compensan los que se forman en las capas altas de la atmósfera con los que son absorbidos por las plantas.
Lo interesante del C6 14 es que no es
estable, es radiactivo, es decir, emite partículas de su núcleo, en concreto
partículas beta (ß-1 0) y se desintegra, se transmuta, deja de ser carbono y se
convierte en nitrógeno. En la materia orgánica de los seres vivos la proporción
de C12 / C14 es constante. Pero cuando el ser vivo muere,
los C14 de su materia orgánica, se seguirán desintegrando y en
cambio no se recupera ninguno. Es decir que a medida que pase el tiempo, la
materia orgánica que perteneció a un ser vivo tendrá cada vez menor proporción
C14 /C12.
El profesor Libby, en los años 60, descubrió un
medio de datar restos de seres vivos midiendo la cantidad de C14 que
les queda. Cuanto más C14 encontremos en restos orgánicos podemos
pensar en un ser vivo animal o planta que murió hace menos tiempo, le
atribuiremos una fecha más próxima a nosotros. Si, en cambio, queda muy poco C14
podemos pensar en un animal o planta que murió hace mucho más tiempo, le atribuiremos
una fecha mucho más lejana a nosotros.
Y esto ¿cómo es posible medirlo? Sabemos que la
desintegración del Carbono 14 se produce siguiendo una línea hiperbólica
constante. Esa pérdida de C14 sigue una regla o ley matemática
conocida. Concretamente el período de semidesintegración del C14 es
de 5730 años. Esto quiere decir que la cantidad de C14 de un ser
vivo se reduce justo a la mitad a los 5730 años, a la cuarta parte a otros 5730
años y así sucesivamente...
Si podemos saber cuánto C14 hay en unos
restos, sabiendo la proporción que tenía cuando estaba vivo, podremos calcular,
con fórmulas matemáticas adecuadas la edad que hace que se murió.
La verdad es que esto parece algo muy sencillo de
calcular, pero todo en la naturaleza tiene sus alteraciones y sus excepciones.
En realidad esa desintegración del C14 no es tan regular como
teóricamente tendría que ser y además una serie de circunstancias pueden
alterar el resultado. Es decir, aunque en la teoría el procedimiento nos daría
la fecha exacta de la muerte de ese ser vivo, en la práctica sabemos que, en
muchos casos, se producen errores en esas dataciones.
Algunos cálculos estadísticos (en el gráfico los
del profesor William Meacham), nos muestran que las dataciones con C14
que dan la fecha exacta, - es decir,
aquella que ya sabíamos por otros procedimientos - son un 67,8%.
Sin embargo hay un 9,6% de dataciones dudosas, - lo que quiere decir que no coinciden con los datos
que nos dan otras pruebas - y además, lo más grave es que hay un
22,6% de dataciones inaceptables. En este caso son dataciones imposibles y por
tanto erróneas.
¿Cómo es posible que, sabiendo correctamente la
fecha de unos restos orgánicos, al hacerles la prueba del C14 nos de
una edad imposible? La respuesta es que la fiabilidad no depende del método en
sí, sino de la muestra analizada. Un objeto muy contaminado, en el que no se
haya eliminado bien la contaminación de materia orgánica posterior, nos dará
una datación más reciente que la verdadera. ¿Ha pasado esto con la Sábana
Santa? Eso es justo lo que tenemos que ver. Hay que ver si la datación
resultante con el C14 es del grupo de las fiables, de las dudosas o
de las inaceptables. Y eso es lo que requiere una evaluación científica. Si el
dato del C14 aplicado a la Sábana es correcto, estaríamos‰ hablando
de un objeto medieval, una mortaja auténtica, pero medieval, y por tanto no
sería de Jesucristo. Pero tenemos la constancia estadística de que casi la
cuarta parte de las dataciones se equivocan.
¿Tenemos algún indicio de que pudo haber alguna
equivocación en la datación de la Sábana Santa? Pues sí: eso es lo grave.
Tenemos indicios que nos hacen pensar que esta datación no es de las correctas.
Esta tabla que se publicó en la revista Nature el
16 de febrero de 1989, - o sea, meses
después de que la prensa divulgara como falsa la Síndone -
corresponde al momento en que se dieron a conocer los datos científicos de la
datación.
En ella encontramos que se hicieron cuatro
dataciones a cuatro telas distintas. La muestra nº 1 era la de la Síndone. La
muestra nº 2 era de una tela de Nubia. La muestra nº 3 era de una tela que
perteneció a Cleopatra, y la muestra nº 4 era de una capa pluvial de S. Luis de
Anjou, que era medieval. Vamos a fijarnos en los datos de la última línea de la
tabla que se refieren al nivel de significación de los resultados. El nivel de
significación es una de los parámetros que permite ver si se ha hecho bien la
datación con C14 . Vemos que en la muestra nº 2, el nivel de
significación es muy alto, en concreto del 90%, es decir, ese nivel de
significación nos da mucha fiabilidad a ese resultado. La muestra nº 3 tenía
menos nivel de significación, pero también alto, un 50%. La muestra 4 tenía un
30%. Y en el caso de la Sábana Santa se dice que el nivel de significación es
un 5% «aproximadamente». Esta es una de las cosas que llama poderosamente la
atención. Primero porque los datos nos dan una referencia demasiado «redonda» como
90, 50, 30 ó 5 y además añadiendo después lo de «aproximadamente».
Viendo los datos reales en las cuatro telas vemos
cómo se han redondeado las cifras. Lo que se decía en la muestra 2 como 90% es
un 93% (se ha rebajado un 3,2%). En la muestra 3 no es un 50, es un 52 (se ha
rebajado un 3,8%), es decir en los dos casos han redondeado hacia abajo. Pero
en la muestra 1 que es la que nos interesa, la de la Síndone, el dato no es un
cinco, sino un 4% (se ha aumentado un 25%) y precisamente, cuando en un ensayo el
nivel de significación no llega al 5% se considera no válido. De manera que si
no se tratara de la Sábana Santa se habría dicho que, con un nivel de
significación tan bajo, era muy probable que esa datación estuviera equivocada.
En la revista Nature, precisamente en la letra pequeña, nos dicen que el nivel
de significación tan bajo para la muestra 1 nos indica que hay algún dato que
está alterando el resultado, aunque no se ha podido identificar.
Pues
entonces, ¿Por qué se ha dicho, en todos los medios de
comunicación, que la datación del C14 aplicado a la Sábana Santa es
infalible, cuando precisamente la publicación científica nos dice que está
alterado ese resultado? Si el nivel de significación está por debajo del mínimo
aceptable científicamente, tendremos que decir que se ha intentado datar la
Sábana Santa con el C14 pero que la fecha que resulta no es
correcta. Esta es la verdad y eso es lo que se puede decir bajo el punto de
vista científico.
Podemos hacer referencia a lo que dice uno de los
máximos expertos en C14, el profesor Dr. Harry Gove, uno de los
inventores del método moderno de datación con el acelerador de partículas AMS.
Precisamente es uno de los científicos que aceptó la datación de la Sábana
Santa, cuando se publicó inicialmente. Pero tiempo después, cuando le demostraron
que la limpieza aplicada a la tela no había sido absolutamente adecuada,
manifestó lo siguiente:
«La contaminación bacteriana, es algo de lo que no
eran conscientes las personas que llevaron a cabo la datación con el método del
Carbono. De hecho no creo que nadie conociera su existencia hasta que Garza
Valdez descubrió esta posibilidad; y, aunque lo hubieran sabido, los procesos
de limpiado que utilizaban no lo hubieran tenido en cuenta, así que no había
modo alguno de que hubieran podido establecer con total exactitud la fecha de
origen del material de la Sábana».
Estas declaraciones fueron realizadas en el año
1998, concretamente a un documental en Discovery
Channel. Lo que es significativo es que alguien que estaba
inicialmente a favor de que se había datado correctamente, viene a decir que no
se había limpiado bien, e incluso más adelante, en la misma entrevista, dice
que lo que habría que hacer es repetir las pruebas.
En definitiva, por tanto, el dato que tenemos en contra de la autenticidad de la Sábana Santa es precisamente el más dudoso. Es decir que la prueba del C14 que es el que usan los medios de comunicación como si fuera el veredicto final de la Sábana Santa, es el más discutido, desde el punto de vista científico. Y aunque en 1988 mucha gente aceptara este dato como irrefutable, hoy en día tenemos que decir que, prácticamente nadie, en la comunidad científica acepta este resultado como definitivo. Esto no es raro, porque la Sábana Santa lleva 100 años desconcertando a aquellas personas que han intentado explicarla, que han intentado descubrir su secreto sin conseguirlo.
LAS HUELLAS DEL CUERPO
El enigma de la Sábana Santa empezó en 1898, cuando el abogado Secondo Pía
hizo la primera fotografía de la Sábana. En el proceso de revelado, cuando fijó
la imagen del negativo fotográfico (que entonces se realizaba en una placa de
cristal) no podía dar crédito a lo que estaba viendo. En la enorme placa
aparecía con una nitidez increíble la imagen del Hombre de la Síndone. Era algo
sorprendente... e imposible. Vamos a
intentar explicar por qué.
Secondo Pía
Ante todo tenemos que tener claro qué es un negativo. Hoy día la mayoría de cámaras fotográficas son digitales y ya algunas personas no saben lo que es un negativo fotográfico. El negativo fotográfico es la imagen que aparece en el cliché, en el rollo de la película de las antiguas cámaras no digitales. Esas imágenes se llamaban «negativos» porque producían una doble inversión: visual y de posición. Por un lado lo que es blanco en el original, en el negativo se ve negro y lo que en el original es negro, en el negativo se ve blanco, lo claro se ve oscuro y lo oscuro se ve claro. Pero además se invierte la situación espacial: la izquierda se ve como derecha y al revés.
El positivo es la imagen ya revelada que coincide con lo fotografiado: reproduce los que ven nuestros ojos cuando hacen la foto y se parece a la realidad. Nunca nos puede dar más información, ni nuestros ojos pueden entender mejor el negativo fotográfico que el original.
Cuando se ve por primera vez una imagen de la
Sábana Santa lo normal es decir que se ve muy poco, llevarse una decepción. Sin
embargo cuando vemos el negativo fotográfico distinguimos perfectamente cómo
era el hombre de la Tela. Que el negativo nos de la imagen real jamás ha
ocurrido en ninguna otra fotografía: siempre es el positivo el que se ajusta a
la realidad.
En la siguiente imagen comprobamos lo que estamos diciendo, la parte superior corresponde al positivo fotográfico de la Síndone. Enmarcada entre unas líneas oscuras podemos distinguir - aunque difícilmente - las huellas, muy tenues, de un hombre. A la izquierda la imagen frontal del cuerpo y a la derecha la dorsal. La parte inferior, en cambio es el negativo fotográfico. Es aquí donde se ve bien al hombre de la Sábana, mientras que el positivo es muy difícil de definir y de interpretar.
En las imágenes en color pasa exactamente lo mismo.
La única diferencia es que los colores originales se convierten en sus
complementarios en el negativo fotográfico.
Hoy día, con los procesos digitales, todos podemos
comprobar este fenómeno; partiendo de la imagen digital de la Síndone tal como
es, nos vamos a un programa de tratamiento de imagen, Photoshop, por ejemplo,
le decimos «invertir», y podemos ver que esa inversión de los colores nos
produce la misma sorprendente huella.
Vemos ahora el detalle del rostro. A la izquierda
la imagen de la Sábana, tal como se ve al natural, donde se averiguan algunos
rasgos, se ven unos ojos, una nariz, una boca, una barba, el pelo largo que
está a ambos lados... y una serie de marcas y de arrugas, pero si nos fijamos
en la imagen de la derecha, la que tiene los tonos azules, pues vemos que es en
ella donde se aprecia perfectamente cómo era el hombre envuelto en la tela.
Cuando en 1898,
el abogado Secondo Pía hizo la primera fotografía de la Sábana y obtuvo su
increíble negativo muchos le acusaron de manipular las fotos. No es verdad y
como hemos mencionado, lo podemos comprobar nosotros mismos. Pero lo importante
es que, desde ese momento, la Sábana ya no es simplemente una reliquia, sino un
objeto enigmático que necesita ser explicado. ¿Por qué la imagen de la Sábana
Santa en el negativo fotográfico nos da una huella perfectamente comprensible a
nuestros ojos? Habrá que explicarlo, porque esto no ocurre nunca, como tampoco
ocurre que a alguien le pongan una tela en la cara y se quede impresa la huella
de su rostro.
A partir de 1898
muchos científicos se han interesado en la Síndone. Han intentado explicar el
por qué de esas imágenes y se han hecho muchas investigaciones. En esta página
web hablaremos de algunas de ellas.