En el ámbito de las Parroquias de Don
Benito, hay un grupo de voluntarios/as que realiza una labor callada pero muy
eficaz, y es justo reconocer en este Blog, otro de los vértices de la Cuaresma,
pero que se desarrolla a lo largo de todo el año. La caridad asistencial que
implica la visita al enfermo y al necesitado.
Como Cristo en su tiempo, cuando
caminaba entre los hombres, la acción asistencial de nuestra Iglesia hoy debe
ser el signo de la presencia de Dios, verdadera salud para el hombre. Los que
visitan al enfermo, al anciano, al necesitado, saben lo importante que es
visitar, acercarse, ser compasivo. Por eso lo hacen. Pero también eso nos
capacita para entender lo importante, lo saludable y la buena noticia que es el
que Dios se acerque, nos visite, sea compasivo con nosotros y con todos.
Solapada o brutal, la enfermedad
provoca siempre una ruptura en el desarrollo de la vida del ser humano.
Enfermar... y perder así el equilibrio de la salud es una experiencia que «hace
daño» y que cuestiona en profundidad al hombre. Al perder la independencia, el
enfermo se convierte en un asistido. Los proyectos se desmoronan como un
castillo de naipes...
El abandono del trabajo, la exclusión
de la vida social... Se entra entonces en un mundo nuevo... El cuerpo se
convierte en un extraño. Él es el que dicta su ley incomprensible e
insoportable. Se experimenta el peso de la dependencia de los tratamientos y de
las enfermeras. Estar enfermo significa aguantar las visitas de la familia y de
los amigos, sin defensa posible, incluso en los días de mayor cansancio. La
experiencia de la enfermedad revela la profundidad fundamental de toda vida
humana. El éxito y la desbordante actividad se relativizan, de pronto, ante lo
esencial: ¡Vivir! El hombre toca los límites de la carne y del espíritu. Solo
ante lo desconocido, la angustia se esconde detrás de su puerta... Las
preguntas religiosas, durante tanto tiempo escondidas, afloran a veces a la
superficie: ¿Para qué sirve la vida? ¿Para llegar a esto?... ¿Por qué y por
quién sufrir...? ¿Me habrá señalado Dios una cita con Él?. Al igual que de
cualquier otra prueba, también de la prueba de la enfermedad, se pueden sacar
enseñanzas: ¿y si esta enfermedad fuese una señal de alarma que me invita a
cambiar algo en mi manera de vivir? ¿Este retiro forzoso no puede convertirse
en una ocasión para tomar distancia y revisar mis prioridades? Y, a veces, se
descubre otro rostro de Dios que cambia nuestra manera de estar en el mundo y
de relacionarse con los demás.
LA VISITA PASTORAL: ¿CÓMO HACERLA?
“Señor mío, te ruego que no pases de
largo delante de tu servidor” Gn. 18,3
Algunos elementos a tener en cuenta
El encuentro del agente de pastoral
con las personas que sufre pone de manifiesto una de las preocupaciones más
constantes de la Iglesia a través de su historia. Tanto en el caso de que se
realice dentro del contexto hospitalario como si es en la atmósfera familiar,
la visita pastoral es un momento privilegiado para hacer sentir el apoyo de la
comunidad cristiana a sus miembros dolientes. La dinámica de la visita pastoral
sufre la influencia de los humores y de los valores, de las preocupaciones y
experiencias de las personas que se encuentran, como ya hemos visto. Hay
visitas breves que confortan, otras largas que cansan; hay intervenciones que
molestan, otras que hacen madurar. Cada visita es una oportunidad de formación
permanente que permite al agente de pastoral captar cada vez mejor los
vericuetos del alma humana, acercarse con creciente respeto al sufrimiento de
los demás, y ofrecer su humilde contribución al crecimiento de los enfermos,
ayudándoles a esclarecer lo vivido ya despertar las energías recónditas en pro
de su salud física, psíquica y espiritual.
El contacto pastoral se intensifica
cuando está sostenido por la reflexión, y se perfecciona en la medida en que el
agente es capaz de diversificar los propios contactos iniciales y de corregir
las intervenciones inoportunas para dar espacio a la creatividad del amor. La
estructura de una visita pastoral está generalmente caracterizada por los
siguientes contenidos:
LAS MOTIVACIONES DE LA VISITA
Las razones que conducen al agente de
pastoral a la cabecera del enfermo son muy diversas. Para algunos, la visita a
los enfermos forma parte de la rutina del trabajo; para otros se trata de
satisfacer el requerimiento de los familiares; y hay otros que han sido
llamados por el mismo paciente o por el personal de asistencia. Lógicamente,
cada situación crea expectativas distintas e incide en el espíritu de la
visita. Por ejemplo, el estado de ánimo con el que se visita a un paciente que
ha solicitado hablar con el capellán es distinto de aquel con el que se realiza
la visita porque los familiares han ejercido determinada presión sobre un ser
querido, mal dispuesto hacia la Iglesia, a fin de conducirlo nuevamente a Dios.
El riesgo está en crear expectativas de mucho peso, si luego éstas no se
realizan.
-1.- El contacto inicial
Cuando se visita a un enfermo es
conveniente presentarse y motivar la visita. Una presentación sencilla, en la
cual se da a conocer el propio nombre, sirve para personalizar el encuentro y
para crear un clima favorable al desarrollo de la relación. En esta fase
inicial la capacidad de observación por parte del agente de pastoral cumple una
función significativa. Puede observar el ambiente que rodea al enfermo (tal
como el clima físico y los objetos particulares presentes: flores, periódicos,
fotografías, rosario, Biblia...) y captar las informaciones valiosas que tal
ambiente puede proporcionarle. Aún más importante es observar al paciente
mismo: las expresiones de su rostro, los sentimientos que deja entrever, para
utilizarlos cuando se considere oportuno, con el fin de alimentar el diálogo.
Además, el visitante tiene que poseer la capacidad de observarse a sí mismo y
de valorar en qué modo su comportamiento y sus reacciones pueden favorecer u
obstaculizar el diálogo.
-2.- El desarrollo de la
conversación
Los primeros dos minutos de una
visita son cruciales. Los interlocutores se estudian mediante el uso de
distintos mecanismos verbales y no verbales.
Generalmente la conversación se orienta hada uno de estos dos campos:
-conversión social: Se habla del
"tiempo", de "fútbol”, de “política”, de las "últimas
noticias”, como método para explorar el terreno o para disipar un poco la
ansiedad. Pero también puede ser un método para evitar un verdadero encuentro.
A veces el paciente prefiere mantener el contacto a este nivel, hablando de
cosas que se refieren al mundo externo, no a su mundo. El problema nace cuando
el agente
no sabe captar las aperturas
pastorales del paciente y concentra su atención en la conversación “social”; conversación
pastoral: El diálogo se centra en
el paciente: éste habla de “miedo”, de “condiciones físicas", de
“preocupaciones familiares", de "necesidades religiosas" y otros
temas similares. La conversación adquiere un tono personal. La capacidad de
captar estas inquietudes y de contestar a ellas define el estilo pastoral.
La escucha es un factor determinante
en el planteamiento de la relación.
De la escucha nace la confianza. La
presencia de alguien que escucha y comprende facilita la tarea de abrir el
propio corazón, compartiendo estados de ánimo, tensiones y exigencias. El agente
atento contribuirá a aclarar los problemas y a sacar a la luz los valores y los
recursos del enfermo.
Conclusión del diálogo
La conclusión de la visita constituye
un último e importante momento. Hay agentes de pastoral que no ven el momento
de poner fin a un encuentro; otros tienden a concluirlo demasiado rápidamente;
otros a quienes el enfermo no tiene más remedio que despedir de la mejor manera
posible; y otros naturalmente, que saben calcular sabiamente el tiempo y la
forma de llevar a su término una visita pastoral.
El estilo de la conclusión de un
encuentro varía de persona a persona y de acuerdo con las situaciones. Son elementos
recurrentes:
- un
sencillo saludo formal;
- la
promesa de volver o de un recuerdo especial en la oración;
- una
breve síntesis de los temas surgidos, subrayando progresos y metas;
- una
reflexión personal sobre la conversación mantenida;
- una
oración que resuma las preocupaciones y las esperanzas del enfermo.
Cada visita pastoral es una oportunidad para comunicar a Dios al que sufre; cada visita es una oportunidad para encontrar a Dios en el que sufre. Cristo ha dicho: "El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe" (Mt. 18, 5). El nos ha dado ejemplo de cómo debemos encontramos con nuestro prójimo: amó con su mirada, curó con sus manos, escuchó las quejas de los atribulados, dio confianza a los afligidos, entró en el corazón de las personas y las guió hacia Dios.
(1) Tomado de : Arnaldo Pangrazzi;
“Creatividad pastoral al servicio del enfermo”; Edit San Pablo.Pags 31-35;
Bs.As. 1994.
Actitudes
que hay que evitar
Asumir caras tristes
Ver la enfermedad mas que a la person
Ofrecer piedad, lástima (en lugar de
respeto)
Usar frases hechas
Imponer propios valores o esquemas
Minimizar las pérdidas
Juzgar sus sentimientos
Pretender cambio cuando están a punto
de morir
Dar falsas esperanzas
Insistir en que coman o hablen
Frases que hay que evitar
Es la voluntad de Dios
Se como te sientes
El tiempo cura todo
Hay gente que sufre mas
Con llorar no solucionas nada
Dios sabe como hace las cosas
Quien cree en Dios no llora
Tienen por objetivo principal la asistencia a los
enfermos; se quiere despertar la conciencia de que todos somos responsables de
esta presencia adecuada de la Iglesia en el mundo de la salud y de la
enfermedad.
-1.- En el
área religiosa:
- Llevamos la Comunión a aquellos que no están en condiciones de asistir a la Eucaristía
- Procuramos servir de puente entre el sacerdote o el asistente pastoral y quien necesite de sus servicios
-2.- En lo
social:
- Visitas a enfermos en hospitales, residencias de ancianos o en sus hogares
- Acompañamiento en la realización de trámites burocráticos de diversa índole
- Ayuda en la compra
- Acompañamiento personal
ORACIÓN
POR UN ENFERMO
Señor Jesús, aquel (aquella) a quien
amas está enfermo (a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas
la salud. Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de
sobrellevar cristianamente su enfermedad.
En los caminos de Palestina tratabas
a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura,
ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.
Que yo sepa dominar mi nerviosismo
para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para
acompañarles, si es su deseo.
Yo estoy lleno de vida, Señor, y te
doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique,
formándome en la abnegación y en la caridad.
Amén