En nuestro afán
por seguir formando al gran colectivo de cofrades y menos cofrades que siguen
este Blog, vamos a tratar en esta entrada, “La Pascua de Pentecostés”, que
celebramos en el día de hoy, 27 de mayo.
Hoy en nuestra
Iglesia dombenitense recibe la presencia del Espíritu Santo, miembro de la Santísima
Trinidad, cuyas imágenes ya nos mostró Don Benito Cofrade.com, descansando en la “sala
de los santos de las azules” (Colegio del Sagrado Corazón de María, c/ la Cilla), esperando una feliz ubicación en alguno de nuestros templos, y
si fuera posible, procesionando por nuestras calles, como el “Sagrado Decreto”,
que realiza estación de penitencia en el Sábado Santo de Sevilla.
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual.
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.
Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta
del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero
se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los
Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué
fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.
La Fiesta de Pentecostés es como el "aniversario" de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.
Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de aquella pequeña comunidad ahora extendida por tantos lugares; sobre quienes sabemos que somos responsables de seguir extendiendo su Reino de Amor, Justicia, Verdad y Paz entre los hombres.
Una festividad universal de la
iglesia, mediante la cual se conmemora el descendimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los
cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, en el festival judío llamado
"festejo de las semanas" o Pentecostés (Ex., xxxiv, 22; Deut., xvi,
10). En algunos lugares es llamado el "domingo de blanco"
("whitesunday") debido a los ropajes blancos que son portados por
aquellos que son bautizados durante la vigilia. Pentecostés
("Pfingsten" en alemán), es la denominación griega por
"quincuagésimo", 50o., día después de la Pascua.
Se trata de una festividad cristiana
que data del siglo primero, aunque no hay evidencia de que haya sido observada
tan antiguamente como la Pascua, el pasaje en Corintios I (xvi, 8)
probablemente se refiere a una festividad judía. Esto no es sorprendente ya que
el festejo originalmente duraba un sólo día y se realizaba en domingo. Además
estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua de manera que se podría
tratar de una actividad en la terminación pascual.
El hecho de que Pentecostés era una
festividad que ya pertenecía a los tiempos apostólicos lo constata el séptimo
de los fragmentos (interpolados) cuya autoría es atribuida a San Irineo. En
Tertuliano (De bat., xix) el festival aparece como ya firmemente establecido.
El Peregrino Gallic, da detallada cuenta de como esta festividad era observada
de manera solemne en Jerusalén ("Peregin. Silvae", ed. Geyer, iv).
Las Constituciones Apostólicas (V, xx, 17) señalan que Pentecostés tenía la
duración de una semana, pero en Occidente no fue observada su ejecución de ocho
días sino hasta fecha más tarde. De acuerdo a Berno de Reichenau (1048) fue un
aspecto controversial la duración del festejo de Pentecostés. En la actualidad
la fiesta tiene un rango similar al del Domingo de Resurrección o Pascua.
Durante la vigilia, los catecúmenos eran bautizados, consecuentemente, las
ceremonias del sábado eran similares a las observadas en Sábado Santo.
El oficio de Pentecostés tiene sólo un
nocturno, durante toda la semana. En la tercera hora tiene el "Veni
Creator", el cual es cantado en lugar del himno de costumbre, debido a que
en el tercera hora se considera que descendió el Espíritu Santo. La Misa
completa tiene una secuencia de "Veni Sancte Spiritus", la autoría
del cual se atribuye al Rey Roberto de Francia. El color del ropaje sacerdotal
es rojo, como un símbolo de las lenguas de fuego que descendieron.
Con anterioridad, las cortes no
funcionaban durante la semana entera y los trabajos clericales fueron
prohibidos. El Concilio de Constanza (1094), limitó estas prohibiciones a los
primeros tres días de la semana. El resto correspondiente al sábado (sabat) y
el martes, fueron abolidos en 1771, y en muchos territorios de misión también
el lunes. Este último día fue eliminado de observancia estricta por San Pío X
en 1911. Aún hoy día, tal y como sucede en la Pascua, el rango litúrgico de
lunes y martes de la semana de Pentecostés el del tipo Doble de Primera Clase.
En Italia fue costumbre que se
lanzaran pétalos de rosas desde el cielo de las iglesias, simbolizando así el
milagro de las lenguas de fuego, con base en ello, el domingo de Pentecostés es
llamado en Sicilia y en otras regiones italianas, como Pascha Rosatum,
nombre que proviene del uso de los ropajes rojos de la ocasión. En Francia la
costumbre incluyó el toque de trompetas durante los servicios, con el objeto de
recordar el sonido y estruendo que debió acompañar el descenso del Espíritu
Santo. En Inglaterra, la nobleza se entretenía con carreras de caballos. En la
actualidad el festival de Whitsun Ales es prácticamente obsoleto.
En las vísperas de Pentecostés, en las
iglesias orientales, servicios extraordinarios con genuflexión o
arrodillamientos, fueron acompañados por largas lecturas y recitaciones
poéticas y de los salmos (de Maltzew, "Fasten-und Blumen Triodion",
p. 898 en donde se identifica el servicio completo de carácter greco-ruso;
también en Baumstark, "Jacobit, Fest Brevier", p. 255). Para los
festejos de Pentecostés, los rusos llevan flores y ramas verdes en sus manos.
¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
"Nadie puede decir: ¡Jesús es
el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo" (1Co 12,3)
Muchas veces hemos escuchado hablar de
Él; muchas veces quizá también lo hemos mencionado y lo hemos invocado. Piensa
cuántas veces has sentido su acción sobre ti: cuando sin saber cómo, soportas y
superas una situación, una relación personal difícil y sales adelante, te
reconcilias, toleras, aceptas, perdonas, amas y hasta haces algo por el otro….
Esa fuerza interior que no sabes de dónde sale, es nada menos que la acción del
Espíritu Santo que, desde tu bautismo, habita dentro de ti.
El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia del hombre. En la Biblia se menciona desde el principio, aunque de manera velada. Y es Jesús quien lo presenta oficialmente:
"SI ustedes me aman, guardarán
mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Defensor que permanecerá
siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad…. En adelante el Espíritu
Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas
las cosas y les va a recordar todas mis palabras. …
En verdad, les conviene que yo me
vaya, porque si no me voy, el Defensor no vendrá a ustedes. Pero si me voy se
lo mandaré. Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo…. Tengo muchas
cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando
Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá en la verdad total".
Estos son fragmentos del Evangelio de
San Juan, capítulos 14, 15 y 16. Si quieres saber más sobre las últimas
promesas y más profundas revelaciones de Jesús, lee con atención y mucha fe,
esta parte del evangelio.
Desde que éramos niños, en el
catecismo aprendimos que "el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la
Santísima Trinidad". Es esta la más profunda de las verdades de fe:
habiendo un solo Dios, existen en Él tres personas distintas, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Verdad que Jesús nos ha revelado en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre
y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los
últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y
nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Jesús nos lo presenta
y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona
diferente, con un obrar propio y un carácter personal .
Ven, Espíritu
Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor. Envía Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la
tierra.
¡Oh, Dios, que has instruido los
corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo!, concédenos que
sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino
consuelo.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
AMÉN.