sábado, 5 de mayo de 2012

BENDITA TU ERES ENTRE TODAS



  

Es justo y necesario dedicar una entrada de este Blog cofradiero a ensalzar la figura de la Madre, que celebramos el próximo 6 de mayo.

Ya no  solo aquella madre, que tuvo la gracia de alumbrar a nuestro Señor, y se llenó de su luz y su gloria, para ser testigo de su pasión, muerte y resurrección, esa Madre a la que todos dirigimos nuestras plegarias y rezos cuando nos vemos desamparados o afligidos, cuando necesitamos compartir con ella nuestras alegrías y nuestras penas, nuestras ilusiones, o nuestros fracasos y nuestros triunfos.  Esa Madre que bajo cualquier advocación, ruega por nosotros y está presente en nuestro caminar por estos mundos de Dios.

La madre, a la que quiero glosar en esta entrada es a la nuestra, la terrenal, la que nos tuvo durante nueve meses en su vientre, con la preocupación, el sacrificio y la alegría de traernos hasta aquí.

Pero mi mas sentido homenaje, puesto que de un Blog cofrade se trata, está dirigido a aquellas madres abnegadas, que ponen su ilusión y su empeño en hacer posibles los sueños de sus hijos; en pasarse horas y horas de desvelo, preparando todo aquello que tiene que ver con su cofradía o su hermandad. Desde sacarle los bajos a la túnica de nazareno, a recomponer el maltrecho tejido que se ve manchado por la cera de los cirios, o repasar el escudo bordado de la Hermandad tras años y años de salida procesional.

He tenido la gran suerte de conocer  en mi trayectoria como cofrade, a un joven que de pequeño había sustituido los coches de metal, los soldaditos de plástico o los playmobil, o las chapas con los equipos de fútbol y el garbanzo a modo de balón, por nazarenitos de papel, cada uno de ellos engalanados con los colores de una supuesta hermandad. Esos nazarenos realizaban un cortejo procesional que arropaba pasos de cristos y vírgenes, hechos de forma artesanal, con algún “estreno” cada año que mejoraba al anterior.  Esos pasos tenían sus faldones y canastillas, confeccionados por las sabias manos de su madre, con retales de telas, fieltros a modo de terciopelos, adornos dorados, etc…, también los mantos de las vírgenes para los pequeños palios de juguete.

Esa madre confeccionaba la primera túnica de su hijo, para salir en la Cofradía de su barrio, y lo llevaba a recorrer todas las iglesias para que disfrutara de pasos e imágenes.

Lejos de considerar estos juegos como algo perjudicial para aquel niño, se afanaba por darle gusto porque lo veía crecer feliz.


Hoy la madre de este joven, sigue haciendo exactamente lo mismo y mejor, para las pequeñas miniaturas de su colección, pero también para dejar de jugar a las procesiones, y dedicarse en cuerpo y alma a la Hermandad que se ha creado gracias a esa devoción infantil. He visto a esas manos  confeccionar las túnicas del titular de esta corporación, preparar su estandarte, acondicionar los faldones del altar de cultos, los costales para los costaleros del paso, el libro de reglas... La he visto hacer fotocopias para la hermandad, ser las mejor relaciones públicas y en definitiva ser el alma del equipo de priostía.

También he visto a esa madre, acompañar a su hijo en todo lo que ha necesitado y necesita para hacer realidad su pasión, sin importarle la hora, el frío o el calor. Esa madre que espera mirando al reloj, el momento de ver a su hijo entrar por la puerta cuando termina la procesión, y vuelve de realizar su estación de penitencia.

Cuando estamos viviendo en una sociedad ausente de valores, con una juventud desesperanzada por lo que se les viene encima, hay que destacar como algunos de estos jóvenes, con la inestimable colaboración de sus padres, dejan de lado los tópicos de esa juventud mas acomodada a la cultura del botellón, del fracaso escolar, de la droga o de la vida fácil, para crear hermandad, para dedicar sus horas de ocio a desarrollar su gran pasión por la Semana Santa.

Fruto de lo que son hoy estos jóvenes, se lo debemos a estas madres a las que cualquier homenaje desde  aquí, se queda muy corto.

Desde la oportunidad que me brinda este Blog, mi felicitación a todas las madres en su día, pero sobre todo a la madre de ese joven por haberle permitido jugar a las procesiones, y ayudarle a crecer y a ser hoy, una gran persona por la que muestro mi admiración.