martes, 29 de mayo de 2012

JUAN BLANCO PAJARES: IMAGINERO DE DON BENITO





Llevaba tiempo deseando escribir esta entrada de Blog, y dudaba sobre el título de la misma, ya que pensaba que era una pena que Don Benito, hubiera tenido entre sus hijos ilustres a un escultor-imaginero, que por desgracia no nos dejó entre su legado ninguna obra para nuestra devoción popular. Por ese motivo, barajé el titular: “QUE PENA QUE NADA NOS DEJASTE”, pero al final opté por lo mas fácil, como podéis comprobar.

No puedo negar que supe de la existencia de Don Juan Blanco Pajares, gracias a la impagable labor que viene llevando a cabo el joven dombenitense, Daniel Cortés González, con la “Asociación Torre Isunza para la Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de Don Benito”. En el nº: 1 de la Revista sobre Historia de las Vegas Altas, aparece glosada su biografía  y hoy, Pasión Dombenitense también quiere rendir su homenaje a este gran desconocido para el pueblo dombenitense, y para los cofrades.

DON JUAN BLANCO PAJARES  (DON BENITO 1898 - CASTILLEJA DE LA CUESTA 1984)

En el mes de marzo de 1898, nace en la calle Mártires de Don Benito (Badajoz) Juan Blanco Pajares. Hijo de Miguel y de María Juana, forma parte de una familia en extremo humilde, que llevan a Juan a realizar desde niño labores de pastoreo. Ya entonces, impulsado por su inclinación artística heredada por su abuelo materno, va realizando en barro toda clase de figuras que se le van ocurriendo, según veía, en toda manifestación que le va mostrando la naturaleza.

Fue un hombre polifacético, procedente de una familia humilde, pues sus padres eran pastores. Ya desde su juventud sentía muchísima atracción por todo lo relacionado con el arte en sus numerosas facetas, de ahí que se escapase siendo un jovenzuelo con una compañía de teatro que pasaba por su ciudad.

Tras su retorno, realizó sus estudios básicos y medios en su pueblo natal y aprovechando una beca de la Diputación de Badajoz, aprendió los medios y herramientas para canalizar sus sentimientos artísticos. Posteriormente, se trasladó a Madrid a trabaja y aprender el oficio de imaginería, entrando a formar parte de la nómina de aprendices en «Talleres de Arte», sociedad regida por un sacerdote donde jóvenes se formaban y a cambio, este señor comercializaba las obras realizadas. Recibió formación por parte de Martín Núñez.

En Madrid sus trabajos fueron apareciendo y siendo reconocidos poco a poco, lo que le llevó a recibir numerosos comentarios sobre su trabajo en la prensa de la época y ser objeto de varias entrevistas en la sección de arte. Su trabajo fue premiado con una Mención Honorífica por parte de S.M. Alfonso XIII en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, donde presentó una muestra de su trabajo en el pabellón de Extremadura. Una vez acabados sus estudios de Bellas Artes en Madrid, decidió presentarse en 1935 a la Cátedra de Bellas Artes en la Academia de San Fernando y tras aprobar el teórico, obtuvo la Medalla de Oro de la exposición organizada para tal evento y con ello la plaza de Catedrático.

El comienzo de la dura contienda civil española, le privó de acceder a ella. Durante la Guerra Civil (1936 - 1939) realizó labores de oficial en el Aeródromo de Cuatro Vientos bajo el frente republicano, limitándose sus funciones al mantenimiento del citado recinto. Con el fin de la batalla, regresó a su tierra natal donde retomó su oficio de artista y realizó varias obras para Don Benito y sus alrededores. Tras ser reconocido su trabajo por el Jefe Provincial del Movimiento y ya de la mano de su esposa, tuvo que huir de allí y trasladarse a una ciudad más segura, pues la presión de aquellos acogidos al «Nuevo Régimen» no le permitía vivir con tranquilidad. Llegó a Castilleja de la Cuesta gracias a un gran amigo suyo de Madrid, don Juan Oliver, Jefe del Movimiento local en ese momento y su protector hasta el fin de la Dictadura. Nunca más volvería a tener problemas por su participación en la defensa de la II República.

Se estableció en Castilleja de la Cuesta, donde desarrolló su inspiración artística y vivió junto a su esposa, doña Antonia Casado y sus cinco hijos, de los cuales ya sólo viven tres. Durante mucho tiempo vivió de alquiler, hasta que adquirió su propia vivienda y dispuso de varios locales, donde montó su taller y trabajó a lo largo de su vida en esta ciudad sevillana. Entre Sevilla y Castilleja fluyó una corriente artística que, de mano de tertulias, amigos y grandes conocimientos sobre las diferentes materias artísticas, generaron un gran legado para nuestro disfrute.

Entre sus trabajos más importantes destaca el misterio de la Hermandad de los Ferroviarios de Mérida, al que además de la figura del Señor y de la Virgen, talló todas las demás figuras y el paso de Cristo. Igualmente, destacar Nuestro Padre Jesús Nazareno de Villacarrillo y la Virgen del Rosario, patrona de esta misma ciudad, Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, Cristo Crucificado de la Hermandad de las Tres Horas de Guadalcanal, varias imágenes del Sagrado Corazón de Jesús en Gines y San Juan de Aznalfarache, así como otras obras menores para pueblos de la zona y particulares. Una característica de su trabajo fue la introducción del sistema de sacada de puntos en la zona artística de Sevilla. Hasta entonces ningún artista había implantado esta técnica entre sus trabajos, cuestión ésta que le hizo resaltar sobre muchos insignes imagineros de la época, los cuales, aprovechando sus desavenencias con el «Régimen», le plantearon la posibilidad de realizar los encargos con los que ellos se comprometían y cobraban por el trabajo, pero la obra la firmarían ellos. Entre estos grandes imagineros y amigos con los que cooperó destacan Antonio Illanes, Castillo Lastrucci, Buiza, etc.

 Descendimiento -  Ferroviarios Mérida

Eso nos puede explicar los numerosos trabajos que en un mismo año realizaban estos artistas. Quizás, algunas de las numerosas imágenes que hoy conocemos como suyas, pueden corresponder a la gubia de este gran imaginero pacense. Su trabajo se acerca a Jaén mediante el Padre Juan Infante Florido, capellán del Convento de las Irlandesas de Castilleja de la Cuesta, el cual, muy devoto de la devoción a la Virgen de la Cabeza, le impregna esa misma devoción y lo acerca a tierras jiennenses para que realice trabajos en Villacarrillo y Andújar.

 Cristo de las Aguas - Guadalcanal (Sevilla)

 Atado a la Columna - Andújar


Llena de orgullo a sus familiares el trabajo que realizó por encargo del Cardenal Segura, Arzobispo de Sevilla en ese momento, en el Sagrado Corazón de Jesús de San Juan Aznalfarache, proyecto donde participó don Juan como director, teniendo a su cargo a otros cuatro artistas para su elaboración. Igualmente, nos enseña con mucho cariño una foto de su padre con don Antonio Illanes, el Príncipe Alí Khan y su esposa Rita Hayworth , quienes le propusieron la creación de un estudio y una exposición en la próspera ciudad de Nueva York. Junto a la escultura o la imaginería, la otra gran pasión de don Juan fue el teatro, realizando numerosas obras benéficas a favor de Hermandades o de sus Bolsas de Caridad en Castilleja de la Cuesta. Sirva esta aproximación sobre su vida y su obra como agradecimiento al gran trabajo que realizó en Jesús atado a la Columna, así como en otras muchas obras que forman parte de la Historia de una España gris, que se llenaban de luz con la capacidad artística de personajes como don Juan Blanco Pajares".

Viajaba casi todos los años a Don Benito, Mérida y Villanueva de la Serena. Juan Blanco Pajares dejó de trabajar en la escultura teniendo 80 años cumplidos y nos dejó  el 20 de mayo de 1984 a los 86 años de edad.

Reitero mi mas sincero pesar por no contar nuestra querida ciudad con el testimonio de su obra en mayor o menor medida, y por lo menos nos queda su recuerdo, y la afirmación  de que Don Benito alumbró a un escultor – imaginero de gran categoría que no debemos olvidar.