El origen de la antigua y legendaria devoción al Santo Rosario, posiblemente el método mas celebrado en al Santa Sede a la hora de honrar y pedir favores a MAría, se debe al confesor Santo Domingo de Guzmán, quien tuvo una visión en la que la Virgen le recomendaba el rezo del Rosario como instrumento de conversión a los albigenses. A partir de entonces, la orden de los Domicnicos se encargó de difundir la práctica por todos los lugares del orbe cristiano, fundando muchos cenobios y cofradías.
En 1572, el Papa Pío V, instituyó la festividad en su honor el día 7 de octubre, bajo el nombre de Nuestra Señora de la Victoria con motivo del triunfo de las tropas cristianas frente a los turcos en la Batalla de Lepanto, el mismo día del año anterior y presumiblemente por el éxito obtenido gracias al rezo del Rosario por parte de los fieles. Al año siguiente Gragorio XIII cambió su denominación por la de Nuestra Señora del Rosario y adelantó la fecha al primer domingo de Octubre. A partir de 1888, volvió a celebrarse el 7 del mes.
Los misterios dolorosos, son aquellos misterios que tratan sobre el pasión y muerte de Jesús, los misterios dolorosos son cinco y se rezan los días martes y viernes, los misterios son las siguientes:
1. La agonía del Señor en el huerto de Getsemaní.
2. Los azotes recibidos por nuestro señor Jesucristo.
3. El Señor Jesús es coronado con espinas.
4. Jesucristo con la cruz acuestas.
5. Jesús muere crucificado.
En el ámbito penitencial numerosas dolorosas que ostentan el titulo de la devoción por los mencionados misterios dolorosos, subrayan dicha circunstancia en su propio nombre, como sucede en Sevilla o Granada, y en un futuro no muy lejano, también en Don Benito (Badajoz) con la titular mariana de la Asociación Parroquial de la Oración en el Huerto (futura Cofradía de penitencia y gloria).
Virgen del Rosario de Montesión (Sevilla)
La
corona del rosario (o camándula, como se le conoce en algunos países) está
formada por 50 cuentas en grupos de 10 (conocidos como «decenas»), con una
cuenta más gruesa entre cada decena. Cinco cuentas más forman un colgante que
une la cruz a las décadas mediante una medalla. Estas cinco cuentas pueden simbolizar
las cinco llagas de Jesucristo y se utilizan para las oraciones adicionales
rezadas antes y/o después de los misterios. Se conocen rosarios de 150 cuentas
que corresponden con su origen del salterio monacal. Para fabricar las cuentas
se utilizaban semillas de caoba o incluso perlas reales, pero en la actualidad
se fabrican de materiales artificiales. En el pasado eran comunes los rosarios
hechos con huesos de olivo, algunos de los cuales se creía que eran fabricados
con los olivos del huerto de Getsemaní.
Tradicionalmente
se recitaban 15 decenas, número que fue aumentado a 20 con la inclusión en el
año 2002 de los «misterios luminosos». Cada una, como ya se mencionó
anteriormente, corresponde a uno de los «misterios» de la Redención.
Misterios del Santo Rosario
Cada
serie de misterios comprende cinco temas distintos para la meditación, cada uno
de los cuales representa un momento de la vida de Jesús y de la Virgen María, la
madre de Jesús.
Tradicionales
Tradicionalmente,
el rosario estaba dedicado a una de tres series de «misterios» que debían ser
recitados secuencialmente, uno por cada noche. Según aquella praxis corriente,
el lunes y el jueves estaban dedicados a los «misterios gozosos», el martes y
el viernes a los «dolorosos», el miércoles, el sábado y el domingo a los
«gloriosos».
LOS MISTERIOS DOLOROSOS
El
Autor del Cielo y de la Tierra,
el Autor de la Gracia,
encontró Su Cielo en el Cielo, Su Gracia en la Gracia, para venir en la
condición de un Esclavo. Yo vine en Prodigiosa Humildad para servir y no para
Ser servido. Yo, el Redentor de toda la humanidad, el Mesías Prometido, vino
con la Imagen Perfecta
de Mi Sagrado Corazón, para compartir las tristezas, las alegrías, los
sufrimientos, el martirio, las maravillas, las traiciones, las agonías, las
flagelaciones, la perforación y la Crucifixión..... Juntos, Nuestros Corazones,
expiaron. Todos los momentos que Mi Santa Madre pasó en la Tierra, fueron un himno
perfecto de amor, caridad, humildad y pureza. (25.3.96)
1. La Agonía en el Huerto (Mateo 26,36-50; Marcos 14,32-46; Lucas 22,39-48;
Juan 18,1-8)
Encuéntrame en
Gethsemaní, la siguiente vez que nos reunamos, Yo te revelaré Mis Angustias,
Mis Sufrimientos y Temores de esa noche. (16.5.87) ¡Oh, Gethsemaní! ¿Qué
tienes que revelar, sino miedos, angustias, traiciones y abandonos?
¡Gethsemaní, tú has vaciado a los hombres de ánimo, tú has retenido en tu aire
mucho silencio y Mis Agonías para toda la eternidad! ¿Gethsemaní, qué tienes
que decir, que no fue dicho? Tú has sido testigo en la Santidad del silencio, de
la traición a tu Dios; tú has sido testigo de Mí. La hora había llegado, las
Escrituras iban a cumplirse. Hija, Yo sé que muchas almas creen en Mí, como si
Yo Fuera nada más un mito. Ellos creen que Yo existí, solamente en el pasado.
Para muchos, Yo Soy una Sombra Pasajera, ahora eclipsada por el tiempo y la
evolución. Muy pocos se dan cuenta de que Yo existí
en Carne sobre la Tierra
y de que Yo existo, ahora, entre ustedes. Yo Soy Todo lo que fue y será. Yo
conozco sus miedos, Yo conozco sus angustias, Yo conozco sus debilidades. ¿No
he Sido Yo, Testimonio de todas esas
debilidades en Gethsemaní? Hija, cuando el Amor oró en Gethsemaní, miles de
demonios fueron estremecidos, demonios asustados huyeron. La hora había
llegado: el Amor estaba glorificando al Amor. Oh, Gethsemaní, testigo del
Traicionado, testigo del Abandonado, levántate, testigo, y da testimonio. Hija,
Judas Me traicionó, ¿pero, cuántos más, como Judas, todavía Me traicionan? Yo
supe, instantáneamente, que ese beso se propagaría entre muchos, durante
generaciones por venir. Ese mismo beso Me será dado, de nuevo, una y otra vez, renovando Mi Tristeza, desgarrando Mi Corazón.
Vassula, ven, déjame ser Consolado, déjame descansar en tu corazón. [...]
Ámame, hija, en Mis Tormentos de Gethsemaní. Yo Fui engañado por uno de los
Míos, uno de Mis Bienamados, y hoy, todavía, recibo indignidades, recordando
Mis Agonías del pasado. Mi Corazón hinchado y lleno de Amargura [...] Mi Sudor
de la Agonía
se derramó fuera de Mi, como grandes Gotas de Sangre. [...] el suelo absorbió
aquéllas Gotas, pero, hoy, el suelo, más seco que nunca, necesita irrigación. (17.5.87)
2. La Flagelación (Mateo 27,26; Marcos 15,15; Juan 19,1)
Pronto, y esto
es en su tiempo, cuando serán cubiertos por su propia sangre, entonces,
Yo, como Juez les recordaré de la sangre que estaban
llevando en sus manos, por haber prohibido a tantos el recibir Mis
Gracias, a través de este Recordatorio de Mi Palabra. Ustedes son como los
Romanos [...] ¿Van a decir, entonces, como Pilatos: "Soy inocente de esta
sangre" y van a lavar sus manos en agua perfumada? Ustedes se rehúsan a
aceptar el antídoto de la muerte, se rehúsan a reconocer Mi Palabra, dada por
Mi Espíritu Santo, en sus días. (19.1.95)
Cuando acabaron
de flagelarme, escupieron sobre Mí, y Me dieron varios golpes violentos en la Cabeza, dejándome aturdido.
Me dieron patadas en Mi Estómago, dejándome sin aliento, haciéndome caer sobre
la tierra, gimiendo de dolor. Me tomaron como juguete de su diversión, dándome
patadas, uno por uno. Yo estaba Irreconocible; Mi Cuerpo Estaba Quebrantado,
así como lo estaba Mi Corazón. Mi Carne, que había sido desgarrada, colgaba
sobre todo Mi Cuerpo. Uno de ellos Me arrastró, porque Mis Piernas no podían
sostenerme más... (9.11.86)
¿Me merezco esto? (17.6.87)
3. La Coronación de Espinas (Mateo 27,27-30; Marcos 15,16-20; Juan 18.7; Juan 19,2-15)
Después, Me
vistieron con una de sus túnicas, me arrastraron, renovando sus golpes, Me
pegaron en el Rostro, Me quebraron la
Nariz y Me atormentaron. Yo, hija, escuché sus insultos. Sus
voces resonaban con tanto odio y sorna, aumentando Mi Copa. Yo los escuché
decir: "¿Dónde están tus amigos, mientras que su rey está con nosotros?
¿Son todos los Judíos son tan traicioneros como
éstos? ¡Miren a su rey!". Y Me coronaron con una corona de espinas
trenzada, hija, diciendo: "¿Dónde están tus Judíos para aclamarte? Tú ERES
rey, ¿o no? ¿Puedes imitar a un rey? ¡SONRÍE! No llores. Tú eres rey ¿o no?.
Entonces, compórtate como tal". (9.11.86) Ellos arrancaron parte
de Mi Barba; lastimaron Mi Ojo derecho. (9.9.87) ...cuando ustedes
estén cubiertos con su propia sangre, entonces, Yo, como Juez, les recordaré de
la sangre que estaban llevando en sus manos, por haber prohibido a tantos el
recibir Mis Gracias, a través de este Recordatorio de Mi Palabra. Ustedes son
como los Romanos, coronándome, diariamente, con espinas... (19.1.95)
4. Jesús con la Cruz a Cuestas (Mateo 27,31-33; Marcos 15,20-22; Lucas 23,26-32; Juan 19,16-17)
Ellos ataron
Mis Pies con cuerdas y Me gritaron que caminara hacia donde estaba Mi Cruz.
Hija, Yo no podía caminar, ya que Me ataron los Pies; entonces, ellos Me
arrojaron al suelo y Me arrastraron del cabello, hasta Mi Cruz. Mi sufrimiento
era intolerable; partes de Mi Carne, que colgaban por la flagelación, fueron
arrancadas. Luego, aflojaron las ataduras de Mis Pies y Me patearon para que Me
pusiera de pie y levantara Mi Carga, sobre Mis Hombros. Yo no podía ver dónde
estaba Mi Cruz, porque Mis Ojos estaban llenos de Mi Sangre, que caía por Mi
Rostro, por las espinas que habían penetrado Mi Cabeza. Así que ellos colocaron
Mi Cruz sobre Mis Hombros, y Me empujaron hacia la puerta. Hija, ¡Oh, qué
pesada estaba Mi Cruz que tuve que cargar! Avancé a tientas, guiado por el
látigo, detrás de Mi. Yo trataba de ver el camino, a través de Mi Sangre que Me
quemaba los Ojos. Entonces, sentí que alguien limpiaba Mi Rostro. Mujeres en
agonía se acercaron, lavando Mi Rostro Hinchado; Yo las escuché llorar y
lamentarse, las sentí, y pronuncié: "Sean benditas". "Mi Sangre
lavará todos los pecados de la humanidad". Mira hija, ha llegado el tiempo
de su salvación". Yo Me arrastré para ponerme de pie; la muchedumbre se
desencadenó; Yo no vi a ningún amigo alrededor de Mí, nadie estaba ahí para
consolarme; Mi agonía parecía aumentar y caí a tierra. Temiendo que Yo expirara
antes de la Crucifixión,
los soldados le ordenaron a un hombre, llamado Simón, que cargara Mi Cruz.
Hija, no fue un gesto de bondad o compasión, sino para mantenerme Vivo, para la Cruz. (9.11.86)
Al llegar al
Monte, Me arrojaron a tierra, arrancándome Mis Vestiduras, dejándome Desnudo a
la vista de todos. Mis Heridas se volvieron a abrir y Mi Sangre fluía sobre la
tierra. Los soldados Me ofrecieron vino mezclado con hiel. Lo rechacé, porque
ya tenía la profunda amargura que Me dieron Mis enemigos. Rápidamente, Me han
clavado, primero los puños y después de permitir que los clavos Me fijaran a Mi
Cruz, extendieron Mi Cuerpo Quebrantado, y con violencia, clavaron Mis Pies.
Hija, oh, hija qué sufrimiento, qué agonía, qué tormento de Mi Alma. Abandonado
por Mis Bienamados, renegado por Pedro, sobre quien fundaría Mi Iglesia,
renegado por el resto de Mis amigos, Sólo, abandonado a Mis enemigos, Yo lloré,
ya que Mi Alma Estaba llena de dolores. Los soldados erigieron Mi Cruz,
colocándola en el hoyo. Contemplé a la muchedumbre desde donde Yo Me
encontraba, apenas y podía ver con Mis Ojos Hinchados, Yo observé al mundo. No
vi ningún amigo entre aquéllos que se burlaban de Mï, ninguno estaba ahí para
consolarme. "¡Dios Mío, Dios Mío! ¿Por qué Me has Abandonado?".
Abandonado por todos aquéllos que Me amaban. Mi Mirada se posó sobre Mi Madre,
Yo la miré y Nuestros Corazones hablaron: "Yo Te entrego a Mis hijos
bienamados para que sean, también, Tus hijos. Tú Serás Su Madre". (9.11.86)
Yo grité desde
Mi Cruz. Fue el Último Grito que di cuando Era Carne, un Grito lleno de
sufrimientos, dolores y amargura resonando de las profundidades de Mi Alma,
atravesando las Alturas del Cielo. Hizo que temblaran las entrañas de la Tierra y rasgó en dos los
corazones de aquéllos que Me amaban, como rasgó el velo en el Templo. Levantó a
muchos de Mis devotos seguidores, como levantó a los muertos de sus tumbas,
destruyendo la tierra que los cubría, y así como destruyó al mal. Grandes
truenos estremecieron los mismos Cielos en las Alturas, y cada ángel,
temblando, cayó en postración y Me Adoraron en silencio total. Mi Madre, de
pie, cerca, al escuchar Mi Grito, cayó al suelo, sobre Sus Rodillas y se cubrió
el Rostro, llorando, llevando ese último Grito con Ella, hasta el Día de Su
Dormición. Ella sufrió.... (29.4.87)
Todo estaba
terminando, la Salvación
estaba cercana, Yo vi los Cielos abrirse y cada ángel se mantenía derecho, en
silencio: "Padre Mío, entre Tus Manos entrego Mi Espíritu. Yo Estoy
contigo, ahora". (9.11.86)
Yo tengo amargura, todavía Estoy sufriendo por tantas iniquidades del mundo, la
maldad, la ilegalidad y el egoísmo. Mi Grito está creciendo más fuerte cada
día. Yo Fui Abandonado Sólo en Mi Cruz, Dejado Sólo para llevar los pecados del
mundo en Mis Hombros, Sólo para sufrir, Sólo para morir, derramando Mi Sangre, La Cual cubrió al mundo entero,
redimiéndolos, Amados Míos. Ese Mismo Grito está ahora, en la Tierra, como un eco del
pasado. ¿Estoy viviendo en las sombras del pasado? ¿Fue Mi Sacrificio en vano?
¿Entonces, cómo es que no pueden escuchar Mi Grito desde la Cruz? ¿Por qué cierran sus
oídos y lo disipan? (29.4.87)