Antes de concluir el año, me gustaría homenajear a mis lectores, con dos entradas que para mi son las mas significativas de todo este 2012.
Por un lado la entrada que mas se acerca a mi satisfacción como contador de sensaciones y temas cofrades, y por otro lado, la entrada que mas respaldo ha obtenido en este periplo, superando los mas de 1500 lectores. A todos ellos mil gracias desde aquí, y mi compromiso de seguir luchando por esta gran pasión que es la Semana Santa, el mundo de las cofradías, y su reflejo en nuestra ciudad de Don Benito.
SUEÑOS DE AZAHAR: ENTRADA DEL 7 DE FEBRERO DE 2012.
Los últimos rayos de sol de la tarde,
delataban mirando al reloj, que el invierno empezaba a dejarnos el regalo de la
luz durante algunos minutos más. El tiempo necesario, para darle un sitio a
cada cosa, para que el lento transcurrir de las emociones, se pelearan por ser
vida, por ser testigo de lo que ha de venir para gozo de todos.
Como el niño que mira el escaparate
de una pastelería, así amanece la mirada del cofrade que ansía la Cuaresma como
el preludio de esa sinfonía de sensaciones, que pretenden envolver no solo la
vista, sino también el tacto, el oído, el olfato y el gusto. Es en esa lucha
por ganarle tiempo a la noche, donde se desarrolla la batalla entre lo carnal y
lo divino, cuando surge la vida templada del atardecer brillante, ese cuya
brisa todavía fría, nos envuelve en cuerpo y alma.
En ese clima de desasosiego se
estremece el árbol del naranjo, testigo de nuestro caminar por la esperanza en
vivir una nueva semana de pasión, muerte y resurrección. Fruto de la sabia naturaleza,
que nos quiere premiar con su inconfundible aroma, surge la flor del azahar;
esa que también apreciamos por su belleza y por sus otras propiedades
terapéuticas. Propiedades para sanar el espíritu y protegerlo de todo mal.
Sueña el azahar con una noche
cerrada, un paso de palio levemente mecido al compás de la música; una bulla en
la calle; sueña con la luz de la luna
reflejada en las hojas que lo rodean;
con llenar las ánforas entre varales de
un paso de Virgen o ser petalada que cubra su manto al pasar por su barrio. No
le tiene miedo al incienso, en la pugna por ser
más aromático, porque su fragancia verdadera y pura no precisa más que
de una leve brisa que mueva sus tallos para desprender todo su poder. El gran
poder de su presencia en las calles y plazas, llega cada Cuaresma con su
programa de actos, especialmente preparados para esta fecha. No necesita de un
pregonero, ni de un librito de mano, se anuncia solo y como dijera Antonio
Machado al glosar la primavera, “….ha venido y nadie sabe como ha sido….”.
Así llega para quedarse en la historia de nuestras vidas,
clavado en el aroma de nuestra continuada estación de penitencia, con los
clavos de la pasión que en ella ponemos, con la esencia sutil de su presencia
que llena las vivencias del cofrade, como terciopelo blanco y verde, bordado en
oro.
!! Ay, Azahar ¡¡, tú no me dejes
solo, espera mis pasos en la madrugá, reconforta mi espíritu con tu infinita
dulzura, reconforta mi dolor, sana mis heridas, ayúdame a soportar el peso de
la cruz, acaricia mi cuerpo mancillado, cubre mis pies descalzos con tus pétalos y al final de mis días, llena
mi sudario con tu perfume, para transitar hacia la vida eterna embriagado de
ti…
Soñaba el Azahar ….