Volviendo al tema que ya tratamos en su día sobre la Sábana Santa de Turín, os traigo la última novedad editorial sobre la materia, publicada por Ediciones Giralda, como última obra de Don Julio MArvizón Preney que ha salido a la luz en este mes de enero de 2013.
“Ha pasado mucho tiempo desde que apareció mi libro “La Sábana Santa,¿milagrosa falsificación?” y desde esa fecha se han realizado muchos nuevos avances en los estudios, que confirman la autenticidad de la Síndone y responden a muchos de los interrogantes que se planteaban en los estudios realizados hasta ahora.
Primero es la parte histórica, sus desplazamiento en el tiempo y en
el Espacio: ¿por dónde estuvo?, ¿es cierto que la tuvieron los
templarios?,¿su dueño fue Godofredo de Charny?,¿qué tuvo que ver en su
traslado a Francia Otón de la Roche?…
Además de su historia se nos plantean misterios sobre las monedas y
sobre las letras que encuadran la cara del Hombre de la Sábana Santa.
¿Para qué y cuando se cosió el añadido que existe a todo lo largo de la
tela?
Nuevos estudios plantean problemas sobre la fiabilidad d ela datación por el carbono 14.
Todo en cuanto a la Sábana Santa de Turín, pero, aunque no soy
jurista y basándome en los textos de otros autores que sí lo son, me he
atrevido a estudiar los juicios que se hicieron a Jesús de Nazaret.
tanto el judío como el romano, y esa será la última parte de este nuevo
libro que ahora os presento.
Espero poder llevar a todos los lectores los avances científicos que
especialistas mundialmente reconocidos han aportado al estudio de la
Síndone -objeto arqueológico más estudiado del mundo- que sigue siendo
el mayor misterio de los últios tiempos.
Nunca podremos decir que el Hombre de la Sábana Santa es Jesús de
Nazaret, no tenemos ADN para comparar y nunca lo tendremos por eso no es
la Ciencia la que nos debe decir si es Jesús sino nuestra fe”.
JULIO MARVIZÓN PRENEY
Nacido en Sevilla el 26 de mayo de 1942, cursa estudios de Ingeniero
Industrial Superior y en 1964 se presenta a la oposición al Cuerpo
Especial Técnico del Instituto Nacional de Meteorología, obteniendo el
número uno de oposición y de la Promoción de 1966. Desde ese año y hasta
1995 presta sus servicios como en el Centro Metereológico de Sevilla,
para trabajar posteriormente como “Hombre del Tiempo en la SER, TVE y
Canal Sur. Una vez retirado de la pequeña pantalla, se ha volcado en su
faceta como escritor, investigador y conferenciantes Es miembro del
Centro Internacional de Sindonología de Turín y del Centro Español de
Sindonología de Valencia.
Según sus estudios, en 1988, cuando siete equipos científicos
propusieron datarla, gratuitamente, pues les bastaba “con la
publicidad”, dos de ellos ofrecieron un método no destructivo – la
muestra permanecía, y se podía repetir -, otros dos otro sistema no
destructivo distinto, y las tres restantes, el mismo sistema destructivo
– la muestra se perdía -. Por algún extraño motivo, Michael Tite,
científico del British Museum – que se encargó de coordinar el asunto -,
escogió a los tres últimos, de forma que, si algo fallaba, no habría
una alternativa. Además, Tite, incumplió una parte muy importante, y es
que, antes de a los medios, debía haber antes comunicado a la Santa Sede
– propietaria del lienzo desde que en 1982 se lo cediese la casa de
Saboya – los resultados, y directamente los dio a conocer a los medios.
Más aún, el Vaticano, como medida de
control, pidió dar a cada laboratorio tres muestras, dos perfectamente
datadas, y otra de la Sábana Santa, sin indicarles cual era cada una –
Z1, Z2 y Z3 para el caso -. A éstas, de una forma un tanto unilateral,
por parte de Tite, se une una cuarta, en un sobre – esto es importante
-, de la Capa Pluvial de San Luis de Anjou – que se realizó cuando fue
Obispo, ni antes, ni después, y, al estar únicamente un año, las fechas
son de sobra conocidas. Bien, como se ha dicho, el que esta cuarta
muestra fuese en un sobre tiene su miga ¿por qué? Muy sencillo, las
otras muestras debían entregarse en unos envases de plomo, para que “ni
siquiera el arco magnético del aeropuerto cambiase la historia carbonosa
de la Sábana”.
Llegados a este punto, hay que explicar
que el mismo Dr. W. F. Libby, creador del método de datación por carbono
14, dijo que era virtualmente imposible datarla, porque sería imposible
separar la contaminación posterior de este elemento. Otra explicación.
El método, consiste en lo siguiente: todo cuerpo vivo, además del
carbono 12, mientras respira, obtiene carbono 14, que es radioactivo, y
por tanto se desintegra poco a poco. Cuando deja de respirar – muere -,
el aporte desaparece. Pues bien, si se sabe cuál es la cantidad original
de carbono 14, y la velocidad a la que desaparece, es tan sencillo como
comprobar el nivel actual y hacer un fácil cálculo. Dicho de una forma
rápida, claro. Problemas; lo ideal es que la muestra haya estado bajo
tierra, a una profundidad considerable, para que no reciba aportes del
aire, que se cubra en plomo, y que, como en este caso, no haya sido
tocada por miles de personas, sufrido un incendio, y recibido agua –
precisamente en ese incendio -, que tienen carbonatos que han pasado a
la Síndone. Si a esto se suma que a finales de los 70, cuando un grupo
de científicos, algunos de la NASA, realizaron distintas pruebas, la
sometieron a infrarrojos, ultravioletas, rayos X, etc., y que, según
estos laboratorios, un simple segundo en un arco magnético puede cambiar
su historia, “¿qué validez puede tener este análisis?”
Más aún, cuando se da a conocer la
horquilla temporal en la que puede tener su origen, los laboratorios no
sabían aún que muestra – Z1, Z2 y Z3 – era la de la Sábana Santa.
Entonces, “¿por qué no dijeron la fecha que corresponde a Z1 es X, a Z2
es Y, y a Z3 Z?”. En su lugar, sin indicar nada más, se escogió una de
ellas, sin saber a ciencia cierta si era la de la Síndone de Turín –
lugar en el que se encuentra -. El mismo Tite, hubo de escribir una
carta de disculpa, “la ciencia se echó encima, y hasta dos años después,
en la revista Nature, no se supo el procedimiento que se había
seguido”.
En una conferencia dada por Don Julio MArvizón en Almería, en el año 2008, se llegaba a las siguientes conclusiones:
Hay una serie de pruebas que impiden que sea una
falsificación medieval, y mucho menos una protofotografía de Leonardo da
Vinci, como algunos autores han postulado. Primera prueba: la Sábana es
un negativo fotográfico, esto es, cuando se observa el negativo de una
fotografía realizada a la misma, en realidad este es el positivo, donde
los detalles se observan con claridad meridiana.
Segundo: los iconos que surgen en las áreas de influencia ortodoxa, a partir del siglo VI, muestran hasta cuarenta puntos de coincidencia con la Síndone, destacan unas líneas en la frente – por un doblez del lienzo -, cejas de doble pico, una especie de manchas blancas en los ojos – como era un negativo, en realidad estas manchas eran la sombra de los mismos -, nariz, barba, etc. Y esto es muy importante, porque, anteriormente, Jesús era representado como un muchacho joven e imberbe. Todo entroncaría con el Mandilion de Edesa, que no sería sino la Sábana Santa, doblada de tal forma – hasta hace poco se podían ver estos dobleces – que sólo se mostraría la cara. Esto, para que aquellos fieles de origen judío pudieses verla sin reparos, pues, como mortaja que fue, sería un total tabú, e igualmente impura.
No es una pintura. No puede serlo, solo
uno o dos fibras de cada hilo aparecen impresionadas; ningún pincel
podría hacer esto. Además, habría sido necesario uno de tres metros de
largo, porque, conforme más se acerca uno, más se pierde el detalle en
los contornos. No hay pigmentos, direccionalidad, ni marca alguna que
permita pensar que pueda ser pintada. Además, no se podría haber creado
por contacto, con la reacción de los productos de embalsamar con la
sangre, sudor y orina. Todos los experimentos en este sentido, han dado,
como mucho, algo parecido, pero sin la calidad ni características de
esta.
Si se pasa la imagen a ordenador, y se
interpreta digitalmente, se puede volver tridimensional. Esto es, en
función a la distancia a la que ha estado cada parte del cuerpo, la
luminosidad cambia, y se puede colocar cada punto en las coordenadas de
un espacio tridimensional.
Los pólenes. Max Frei, palinólogo,
encontró en la Síndone, una serie de pólenes de todos aquellos sitios
por los que la misma debería haber pasado a lo largo de su historia.
Como dato significativo, algunos de los que aparecen, son de especies ya
extintas, situadas en la Palestina de la época de Jesús.
El tejido en sí, es de espiga, común en
aquella zona, y durante varios milenios – hay restos bien conservados de
Egipto, de hasta 4.000 años atrás -, y posiblemente de un telar judío,
ya que estos, lo prohíbe su Ley, no pueden mezclar fibras de origen
animal y vegetal. En este caso, es de lino, y se nota una total ausencia
de restos animales.
Y, si se llega a como se formó la imagen,
los misterios aumentan, porque la tela se chamuscó muy
superficialmente, en un breve lapso de tiempo, y con una energía igual
para todo el cuerpo. Para más INRI, distintas partes de la espalda, como
los omóplatos, no aparecen lisos – el cuerpo estaba apoyado en una
piedra, lo lógico es que el peso hubiese hecho que se pegasen -, sino
con el relieve que les correspondería. Esto significa que “en ese
momento, el cuerpo tuvo que estar en levitación, de uno o dos
centímetros”, suficiente para que se produjese este efecto.
Esta extraña “radiación” hizo que la
sangre que se ve a simple vista – la de la cabeza, por ejemplo -, se
“desnaturalizara”, de forma que hoy, los análisis químicos, no la
reconocen como tal. Un día fue sangre, pero hoy ya no lo es.
Curiosamente, la sangre que no se ve, que no está encima del cuerpo, si
se mantiene. Se sabe que es del grupo AB, el más común entre los hebreos
– que, por cierto, también aparece en el Pañuelo de Oviedo, que se
supone, cubrió la cabeza del difunto -. Pero, peor para una mente
racional, es el detalle de que parece que el cuerpo se esfumo de fuera a
dentro, porque hay incluso registros visuales de los huesos.
Para quien se lo pregunte, sería casi imposible encontrar ADN útil, ya que, encima, la Síndone fue “frita” con aceite hirviendo, para demostrar su origen divino. Lo cual no sirvió para que la imagen desapareciese.
Por último, en los ojos, hay un contorno,
que contiene una especie de báculo, y unas letras, en grafía griega, O,
Y C A I, P O C. Se corresponde con un leptón – un tipo de moneda –
acuñado en tiempos de Poncio Pilatos, con el cayado del adivino – el
báculo -, y con la inscripción TIBEPIOY CICAPOC, en latín TIBERIU
CAISAROS, lo que en español es DE TIBERIO CÉSAR.
LA PASIÓN
Por otro lado, la imagen, muestra a un
hombre que sufrió una pasión virtualmente idéntica a la de Jesucristo,
con algunas sutiles diferencias. El hombre, tiene las rodillas
destrozadas, como si se hubiese caído en diversas ocasiones, a lo largo
de su recorrido. Aún se distinguen los hematomas en su espalda, en el
hombro derecho y en el omóplato izquierdo, sin desgarro, por lo que
debería llegar alguna ropa, que demuestran que llevó un patíbulo –
cortado a su medida -, que se ataba a sus brazos. Indicar aquí, que los
condenados a la crucifixión no portaban toda la cruz, sino sólo esta
pieza. La otra, la stipes, lo esperaba en el Calvario.
Detalle importante el que fuese vestido.
Si hubiese recibido unos latigazos afines a la tortura judía, 40 menos
1, no lo habría hecho. Pero al recibir más de cien, por parte de unos
hábiles torturadores romanos, que le golpearon en todo el cuerpo,
evitando los órganos vitales, ya no podía ser golpeado más, por lo que
no iba desnudo.
La corona de espinas existe, pero no es tal corona. Es más un “casco”, que tuvo que provocarle un inmenso dolor, al dañar numerosas terminaciones nerviosas. El caso es que, aparte de Jesús, pocos más se conocen que tuviesen tal “honor”.
Fue crucificado con clavos, no con
cuerdas. Pues bien, los clavos no están en la palma de la mano, como
representan los artistas, ya que se rasgarían, y poco tiempo estaría
colgado. No, en la Sábana se ve como las atravesadas son las muñecas,
con el detalle anatómico perfecto: en las manos no se ven los pulgares.
Esto se explica porque se atravesó el espacio de Destot, que,
automáticamente, contrae el pulgar hacia el interior de la mano. Ningún
problema, en este sentido con los pies.
La correspondiente lanzada, en su
costado, de la que manó “agua y sangre” también aparece. Y de hecho
brotó agua. O lo que parecía agua, que no sería sino el líquido seroso
de los hematomas, previo a la sangre, tal y como refleja el lienzo.
La pierna izquierda, parece un poco más
corta a simple vista. El motivo es bien sencillo, al clavarse con su pie
apoyado encima del derecho, la rodilla se levantó, y, por la posible
tetanosis que sufrió el condenado, esta sufrió la suficiente rigidez
para que no volviera a su estado natural.
Estos, son sólo algunos de los datos
presentados anoche por Julio Marvizón, sería imposible dar cabida a
todos, de hecho, su conferencia ya tomaba sólo parte de los datos de su
libro, y de todas las investigaciones posteriores. En la misma, se
trataron otros puntos, como la historia de la Síndone, y como, por
ejemplo, pudo ser el origen del Bafomet templario.
Como una conclusión a lo contado, nada
mejor que las propias palabras que Marvizón recoge en su libro, cita a
su vez del de Stevenson y Habernas. “Es decir que si aquí no hubiera más
que una cuestión histórica que concerniera a cualquier otro personaje
que no fuera Jesús, el cúmulo de evidencias de que disponemos acerca de
la Síndone habría sido mucho más que suficiente para identificar al
hombre de la imagen sindónica. Pero como aquí se trata de Jesucristo,
muchos se echan atrás ante todas esas pruebas históricas y científicas,
probablemente porque no les gusta la conclusión a la que las pruebas les
obligan”.
Son muchos datos los que se han descubierto con el paso del tiempo
gracias al estudio del lienzo. Es un tejido especial, confeccionado a
modo de espiga.
Un método complicado, costoso. Se ha descubierto que era un tejido muy normal en el lejano Oriente, aunque caro. En la Mishná, la ley judía, se dice que no se puede mezclar fibra vegetal con pelo animal para confeccionar los tejidos. Y en la Sábana Santa no se ha encontrado un sólo pelo. Algo que si hubiera pasado indicaría que la tela se habría confeccionado en un taller occidental. Por lo tanto una prueba más que avala su procedencia judía. La tela que nos ocupa era muy usada por los sacerdotes de la época, por lo que Julio Marvizón contempla la posibilidad de que el lienzo, si se tratara del que cubrió el cuerpo de Jesús, fuera conseguido por Nicodemo y José de Arimatea en el mismo Templo de Jerusalén.
Un método complicado, costoso. Se ha descubierto que era un tejido muy normal en el lejano Oriente, aunque caro. En la Mishná, la ley judía, se dice que no se puede mezclar fibra vegetal con pelo animal para confeccionar los tejidos. Y en la Sábana Santa no se ha encontrado un sólo pelo. Algo que si hubiera pasado indicaría que la tela se habría confeccionado en un taller occidental. Por lo tanto una prueba más que avala su procedencia judía. La tela que nos ocupa era muy usada por los sacerdotes de la época, por lo que Julio Marvizón contempla la posibilidad de que el lienzo, si se tratara del que cubrió el cuerpo de Jesús, fuera conseguido por Nicodemo y José de Arimatea en el mismo Templo de Jerusalén.
Otra prueba más que pone de manifiesto la antigüedad de la reliquia para
Julio Marvizón es el cambio en las representaciones pictóricas de
Jesús. En el mundo antiguo era representado como "el buen pastor", un
hombre sin barba, pero a menudo que cala en la sociedad antigua la
existencia de la Síndone los artistas representa a Jesús con las
características del rostro de la Sábana Santa. Están todos basados en la
misma.
Una lectura sin duda obligada para esta precuaresma, que nos hará reflexionar un poco mas sobre la figura de Jesús de Nazaret y la pasión que vivió por nosotros....