"Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor". Lc 2, 22-23
El día 2 de febrero se celebraba en Don Benito la Fiesta de las Candelas, tradición que ha pasado a completar la nómina de costumbres extinguidas en nuestra ciudad. Para ello se disponía de una imagen de La Virgen de las Candelas, con niño sedente, perteneciente
a una familia dombenitense que le profesaba devoción particular. Anualmente era cedida a la Parroquia de
Santiago para la celebración de la Fiesta
de las Candelas, el 2 de febrero. Se celebraba una procesión claustral con la
Imagen por el interior de la Parroquia, siendo por última vez en el
año 2011. Es una talla de vestir, anterior a la Guerra
Civil.
Virgen de las Candelas (Iglesia de Santiago en Don Benito)
¿A qué obedece esta celebración precuaresmal?. Vamos a tratar de aportar en esta entrada de Blog, algunas respuestas:
Este día de la Candelaria también se
conoce como la Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María. La
tradición de esta fiesta data desde el siglo séptimo, con el Papa San Gelasio
I. En algunas partes la Fiesta es conocida como la Presentación del Niño Jesús
en el Templo. Se celebra el 2 de febrero según el rito latino.
De acuerdo a la ley de Moisés, cuando una madre daba a luz a un niño, era considerada impura por siete días, además debía permanecer durante treinta y tres días, en purificación de sangre.
Cuarenta días después del Nacimiento de Jesús, la Virgen María cumplió con esta ley. Presentó al Niño Jesús al templo. “Te pertenecerá el primogénito de cualquier ser viviente, sea de hombre o de animal, ofrecido a Yavé. Tú harás solamente el rescate del primogénito de hombre, así como del primerizo de un animal impuro” (Números 18,15).
A esta fiesta la solíamos llamar
antiguamente -quiero decir, antes del Concilio- la Candelaria o Fiesta de la
Purificación de la Virgen. Venía considerada como una de las fiestas
importantes de Nuestra Señora. Lo más llamativo era la procesión de las
candelas. De ahí el nombre de Candelaria.
Era una procesión clásica,
tradicional, atestiguada ya en antiguos documentos romanos. En concreto, el
Liber Pontificalis nos asegura que fue el Papa Sergio I, a finales del siglo
VII, quien dispuso que se solemnizaran con una procesión las cuatro fiestas
marianas más significativas por su antigüedad: la Asunción, la Anunciación, la
Natividad y, por supuesto, la Purificación. Éste sería seguramente el origen de
la procesión de las candelas.
Esta fiesta había sido importada de Oriente. Su
nombre original -hypapante-, de origen griego, así lo indica. Esa palabra, que
significa <encuentro>, nos desvela el sentido original de esa fiesta: es
la celebración del encuentro con el Señor, de su presentación en el templo y de
la manifestación del día cuarenta. Los más antiguos libros litúrgicos romanos
aún siguieron conservando durante algún tiempo el nombre original griego para
denominar esta fiesta.
Todo esto ya quedó aclarado en el volumen anterior
en que se intentó, con toda lógica, vincular esta fiesta al ciclo navideños de
la manifestación del Señor. Allí quedó señalado que esta fiesta, tal como ha
quedado diseñada en el actual calendario de la Iglesia a raíz del Concilio
Vaticano II, recuperando de este modo su sentido original, no es precisamente
una fiesta de la Virgen, sino del Señor.
Sin embargo, hay que reconocer el carácter
tradicional de la Candelaria, cercana además a la fiesta de San Blas, de
indudable raigambre popular y rodeada de importantes elementos tradicionales de
carácter cultural y folklórico, como la bendición de los roscos de San Blas, y
en algunas regiones la ofrenda de un par de tórtolas o dos pichones. Este hecho
nos invita a diseñar, aunque sea de forma esquemática, la evolución histórica
de la fiesta que, ya a partir de la Edad Media, se reviste de un carácter
marcadamente mariano. Eso lo demuestra el contenido de las viejas oraciones y
antífona, recogidas en el viejo Misal Romano, para ser utilizadas en la
bendición y procesión de las candelas y que aparecen por vez primera en libros
litúrgicos de los siglos XIII y XIV. El protagonismo de la Virgen en casi todos
esos textos es altamente significativo y responde, sin duda, al carácter
mariano que la fiesta adquiere en esa época.
El nuevo calendario litúrgico, establecido a raíz
de la reforma del Vaticano II, considera de nuevo esta solemnidad como fiesta
del Señor. Sin embargo, sin renunciar a este carácter fundamental de la fiesta,
la piedad popular bien puede alimentar su devoción mariana y seguir celebrando
a María, íntimamente vinculada al protagonismo de Jesús, en este acontecimiento
emblemático de la presentación en el Templo, por el que Jesús es reconocido
como Salvador y Mesías por los dos ancianos Simeón y Ana, representantes
singulares del pueblo elegido.
Oración:
Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente
que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido
presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia
de ser presentados delante de ti con el agua limpia.
Es una de las fiestas más antiguas. El
"Itinerarium" de Eteria (390) habla de esta fiesta con el nombre
genérico de "Quadragésima de Epiphanía". La fecha de la celebración
no era el 2, sino el 14 de febrero, es decir 40 días después de la Epifanía. En
el siglo V se empezaron a usar las veladoras para subrayar las palabras del
Cántico de Simeón, "Luz para alumbrar a las naciones", y darle mayor
colorido ala celebración.
A esta fiesta se le llamó de la Purificación de
María, recordando la prescripción de Moisés, que leemos en levítico 12, 1-8.
Con la reforma del Concilio Vaticano II se le cambió de nombre, poniendo al
centro del acontecimiento al Niño Dios, que es presentado al Templo, conforme a
la prescripción que leemos en Ex 13, 1-12. Naturalmente, con el cambio del
nombre se quiso borrar la presencia de María, sino ponerla en segundo lugar,
después del Señor. El Evangelio de San Lucas (2, 22-38) funde dos
prescripciones legales distintas, ya citadas arriba, que se refieren a la
purificación de la Madre y a la consagración del primogénito.
En esta celebración la Iglesia da mayor realce al ofrecimiento que María y José hacen de Jesús. Ellos reconocen que este niño es propiedad de Dios y salvación para todos los pueblos.
La presencia profética de Simeón y Ana es ejemplo
de vida consagrada a Dios y de anuncio del misterio de salvación.
La bendición de las velas es un símbolo de la luz
de Cristo que los asistentes se llevan consigo. Prender estas velas o veladoras
en algunos momentos particulares de la vida, no tiene que interpretarse como un
fenómeno mágico, sino como un ponerse simbólicamente ante la luz de Cristo que
disipa las tinieblas del pecado y de la muerte.
Presentación
del Señor y Purificación de la Virgen María
El actual himno del Oficio de lectura comienza así:
"En el templo entra María, más que nunca pura y blanca, luces del mármol
arranca, reflejos al oro envía. Va el Cordero entre la nieve, la Virgen nevando
al Niño, nevando a puro cariño, este blanco vellón leve..."
Esta fiesta, que también se le llama "La
Candelaria", es de origen oriental. La celebraban hasta el siglo VI a los
cuarenta días de la Epifania, el 15 de febrero, después pasó a celebrarse el 2,
por ser a los cuarenta días de la Navidad, 25 de diciembre.
A mediados del siglo V se celebra con luces y toma
el nombre y color de "la fiesta de las luces"
Hasta el Concilio Vaticano II se celebraba como
fiesta principalmente mariana, pero desde entonces ha pasado a ser en primer
lugar Cristológica, ya que el principal misterio que se conmemora es la
Presentación de Jesús en el Templo y su manifestación o encuentro con Simeón.
E1 centro, pues, de esta fiesta no sería María, sino Jesús. María entra a
formar parte de la fiesta en cuanto lleva en sus brazos a Jesús y está asociada
a esta manifestación de Jesús a Simeón y a la anciana Ana.
Hasta el siglo VII no se introdujo esta fiesta en
la liturgia de Occidente. Al final de este siglo ya estaba extendida en toda
Roma y en casi todo Occidente. En un principio, al igual que en Oriente, se
celebraba la Presentación de Jesús más que la Purificación de María.
No se sabe con certeza cuándo empezó a celebrarse
la Procesión en este día. Parece ser que en el siglo X ya se celebraba con
solemnidad esta Procesión y ya empezó a llamarse a la fiesta como Purificación
de la Virgen María. Durante mucho tiempo se dio gran importancia a los cirios
encendidos y después de usados en la procesión eran llevados a las casas y allí
se encendían en alguna necesidades.
La ley de Moisés mandaba que toda mujer que dé a
luz un varón, en el plazo de cuarenta días, acuda al Templo para purificarse de
la mancha legal y allí ofrecer su primogénito a Jahvé. Era lógico que los
únicos exentos de esta ley eran Jesús y María: Él por ser superior a esa ley, y
Ella por haber concebido milagrosamente por obra del Espíritu Santo. A pesar de
ello María oculta este prodigio y... acude humildemente como cualquier otra
mujer a purificarse de lo que no estaba manchada.
Los mismos ángeles quedarían extasiados ante aquel
maravilloso cortejo que atraviesa uno y otro atrio hasta llegar al pie del altar
para ofrecer en aquellos virginales brazos al mismo Hijo de Dios.
Una vez cumplido el rito de ofrecer los cinco ciclos
legales después de la ceremonia de la purificación, la Sagrada Familia estaba
dispuesta para salir del templo cuando se realizó el prodigio del Encuentro con
Simeón, primero, y con la ancianísima Ana, después. San Lucas nos cuenta con
riqueza de detalles aquel encuentro: "Ahora, Señor, ya puedes dejar irse
en paz a tu siervo, porque han visto mis ojos al Salvador... al que viene a ser
luz para las gentes y gloria de tu pueblo Israel..." Y le dijo a la Madre:
"Mira, que este Niño está puesto para caída y levantamiento para muchos en
Israel... Y tu propia alma la traspasará una espada...".
Contraste de la vida: El mismo Infante está llamado
para ser: Luz y gloria y a la vez escándalo y roca dura contra la que muchos se
estrellarán. ¡Pobre Madre María, la espada que desde entonces atravesó su
Corazón! . . .
Bien podemos hoy cantar como la Iglesia lo hace en
Laudes: "Iglesia santa, esposa bella, sal al encuentro del Señor, adorna y
limpia tu morada y recibe a tu Salvador...".
Bendición de las candelas
El nombre de Candelaria, viene de la tradición de bendecir velas que eran repartidas entre los adoradores el día 2 de febrero. Su fin, recalcar la entrada de Cristo, Luz del Mundo en el Templo de Jerusalén.
En muchos lugares del mundo este día marcaba el principio del año. Por lo tanto en varios pueblos indígenas, se tiene la costumbre de bendecir las semillas para la siembra.
Ntra. Sra. Sta. María de la Candelaria (Patrona de Canarias)
Nuestra Señora Santa María de la Candelaria,
fue declarada Patrona Principal del Archipiélago Canario el 12 de
diciembre de 1867, siendo Coronada Canónicamente el 13 de octubre de
1889, por lo que esta talla se convierte en la quinta imagen mariana de
España en recibir la coronación tras la Virgen del Pilar (Zaragoza), la Virgen de Covadonga (Asturias), la Virgen de Montserrat (Cataluña) y la Virgen de los Desamparados (Valencia).
Es también la Patrona de la isla de
Tenerife. En 1994 fue nombrada Alcaldesa Honoraria y Perpetúa de la
Villa de Candelaria de Santa Cruz de Tenerife.
No hay acuerdo sobre el año de aparición de la imagen en la desembocadura del barranco de Chimisay, actual municipio de Güímar, pero según la leyenda, se puede remontar a 95 años antes de la conquista de Tenerife, por el 1400 al 1401. Fray Alonso de Espinosa escribió la historia sobre la aparición en 1594.
La Candelaria es tan antigua, que
se cree es la conversión al cristianismo de una fiesta pagana de
purificación, por la gran variedad de tradiciones que giran en torno a
esta fiesta y que, seguramente, no nacieron todas con ella, más bien se
trata de una fiesta del tiempo que debían tener de una forma u otra
todas las culturas, y que fueron aglutinadas en la fiesta de La Candelaria.
Llamativo resulta que siendo una fiesta
de purificación, se haya desviado hacia la fiesta de la Luz, aunque
teniendo en cuenta que hasta no hace mucho las candelas eran el medio
habitual de iluminación en las casas, se puede comprender que prevalezca
la luz en estas fiestas.
Sea como fuere, siempre había un rito de
consagración de las velas, que empleaban tanto para prevenirse de los
rayos y del granizo, para ahuyentar los malos espíritus, para proteger a
las familias de enfermedades como para los rebaños y animales de
labranza.
Esta festividad tenía un significado
especial para las mujeres embarazadas, las que acaban de dar a luz y las
que desean tener descendencia. La luz de las velas benditas eran muy
importantes en el buen fin de los partos, en las oraciones para
conseguir marido o para quedar embarazadas, por eso, en algunos lugares,
se consideraba una fiesta exclusivamente de mujeres y no se permitía la
asistencia a los hombres.
Procesión de la Virgen de las Candelas
en San Fernando de Henares (Madrid)
Otras costumbres incluían realizar procesiones por los campos y según las velas que el viento apagaba se calculaba si el año sería próspero o escaso.
La Candelaria es posiblemente la fiesta que sustituyó a las "Lupercalias"
que celebraban los romanos a mediados del mes de febrero en honor a la
loba-lupa que amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Ésta fiesta
también incluía el culto a Luperco, o Fauno .... y
consistía en que los jóvenes, vestidos con piel de cabra bailaban y
azotaban a la tierra y a la vegetación, en medio de desfiles de
antorchas, rituales por los que aseguraban la fertilización de la
naturaleza. Dos semanas después del uno de febrero se celebraban las Calendas, cuando la diosa Juno,
ataviada con cuernos de cabra, escudo y lanza, recibía de manos de las
vírgenes panes de centeno. Era el tiempo de la purificación que
anunciaba los ritos de la fertilidad de las Lupercalia.
La palabra "candelaria" viene de la expresión "Festa Candelarum", la fiesta de las Candelas, fiesta en homenaje al dios Pan en la que durante toda la noche, los devotos de esta divinidad pagana, recorrían las calles de Roma agitando candelas.
El ritual de la Candelaria, marca un
pasaje importante en el año, pues para los ancianos, marca un momento
donde la tierra vuelve a ser fecunda después que el invierno haya hecho
morir la naturaleza.