martes, 22 de enero de 2013

FERNANDO ACEDO GARCÍA: LUCHADOR DE DIOS Y MISIONERO DOMBENITENSE





El pasado viernes, 18 de enero, se inauguró en el Barrio de San Sebastián un Centro Cívico que  se dedicará al vecino dombenitense Fernando Acedo García, misionero comboniano que falleció el 25 de junio de 2008 en su misión de Teticha, en Etiopía.

Tras la inauguración oficial, el Centro Cívico “Fernando Acedo” acogió una exposición que mostró “parte” de la obra realizada por este misionero dombenitense.

Tras la bendición del edificio por el párroco de San Sebastián, Santos Hernández, se procedió al descubrimiento de la placa inaugural, antes de las alocuciones en el salón multiusos.



 Gallego y la presidenta de la asociación de vecinos, Purificación Pajuelo, inauguran el centro cívico.

Gallego y la presidenta de la asociación de vecinos, Purificación Pajuelo, 
inauguran el centro cívico. (Foto Raúl Haba)
El padre Juan Antonio González Núñez tuvo ocasión de glosar su vida y obra durante una Misa que presidió en julio de 2010 en la misión de Teticha, en Etiopía, para conmemorar el segundo aniversario del fallecimiento del hermano Fernando Acedo, que su huella sigue viva. Tras la Misa, el celebrante y los fieles que se habían dado cita, no pudieron contener la emoción al visitar la tumba del hermano Fernando.

 

Según el padre González Núñez, misionero comboniano como el hermano Fernando, "éste era muy popular en toda la comarca por sus muchos trabajos de agricultura y construcción, pero sobre todo por su manera abierta y poco convencional, a veces provocativa, de relacionarse con todos. En particular, se había granjeado como nadie la amistad de los jefes tradicionales del pueblo sidama". De hecho, cuando falleció el misionero, los jefes quisieron celebrarle un funeral según su tradición y sólo aceptaron no hacerlo al comprender que "Fernando profesaba otras creencias religiosas". Como relata su compañero de Congregación, "Fernando desarrolló una relación muy particular con los ancianos de la tribu sidamo, los custodios de las tradiciones religiosas y culturales. No le fue fácil y tardó en conseguirlo. Más de una vez fue echado fuera de las ceremonias religiosas más íntimas, donde se suponía que no debía haber extraños. Pero al final fue aceptado plenamente, obteniendo incluso permiso para filmar todo lo que quisiera".


El hermano Fernando Acedo había nacido el 11 de marzo de 1941, en Don Benito (Badajoz) en una familia numerosa de agricultores, poco religiosa y bastante pobre. El encuentro casual con una religiosa y sobre todo el encuentro en 1960 con el que llegaría a ser obispo de Tenerife, Felipe Fernández, fueron decisivos en el crecimiento de su fe personal que le llevó con 22 años a entrar en el Instituto de Misioneros Combonianos.


 


En 1977 llegó a Etiopía, su primera misión fue Dilla, en el Vicariato de Awasa, donde logró resultados "espectaculares" con sus planes agrícolas. Dos años después fue trasladado a la procura diocesana de Awasa. Eran malos tiempos en Etiopía, los de la dictadura marxista de Menguistu Haile Mariam, y "era muy difícil conseguir lo indispensable para el funcionamiento de las misiones, desde alimentos hasta material de construcción. Durante ocho años largos, el hermano Fernando recorrió una o dos veces por la semana los 275 kilómetros que separan Awasa de Addis Abeba para comprar los artículos más urgentes y distribuirlos a las misiones."


En 1987, fue destinado a la misión de Teticha. Y volvió a los programas de agricultura con los estudiantes. Alternaba su dedicación a la agricultura con las actividades de construcción, que era lo que las misiones más necesitaban. Su estancia en la misión de Teticha se interrumpió temporalmente por cuatro años, durante los cuales se solicitaron sus servicios para la animación misionera en España, tarea a la que se entregó con la misma intensidad que a su labor agrícola en Etiopía. 










Según el padre González Núñez, "en apariencia, el currículo misionero del hermano Fernando Acedo no tiene nada de extraordinario", pero quienes le conocieron coinciden en afirmar "que en él había algo especial, una manera particularmente intensa y original de vivir su vida misionera".

Tal vez el aspecto "más importante de su personalidad, aquel que explica los demás y les da forma" fuera, como explica el sacerdote comboniano, "su fe profunda, mantenida por una oración asidua, constante, larga. Su día comenzaba muy temprano y comenzaba con un largo rato de oración personal en la iglesia: una hora, una hora y media... Si en alguna misión donde estaba de paso, la iglesia no estaba todavía abierta cuando él llegaba, se sentaba tranquilamente a la puerta. No se impacientaba por eso (.) Era sumamente fiel a la oración comunitaria y a la vida litúrgica y sacramental (.) Fernando se confesaba con frecuencia y regularidad".

Durante toda su vida mantuvo una abundante correspondencia con sus amigos. En una de las últimas cartas, la que escribió al padre González Núñez el 16 de junio de 2008, diez días antes de su muerte, y después de enumerar los trabajos que en ese momento traía entre manos -sobre todo la construcción de capillas-, decía: "Pero todo esto no es un peso. A cada día lo suyo. Lo que importa es estar en la casa de Dios". Como afirma el padre González Núñez, tal vez de alguna manera, en se momento, "ya se sentía en la casa de Dios".





 

El Ayuntamiento de Don Benito concedió en una sesión plenaria extraordinaria el título de Hijo Predilecto a 16 misioneros nacidos en esta ciudad. Las credenciales fueron recogidas en su mayoría por sus familiares debido a la ausencia de los homenajeados por encontrarse en sus respectivas misiones.

El nombramiento se encuadró en los actos conmemorativos del 150 aniversario de la concesión del título de ciudad a este municipio y contó con la presencia de la corporación municipal y del obispo de la Diócesis de Plasencia, Amadeo Rodríguez Magro. El alcalde, Mariano Gallego, definió a los nuevos hijos predilectos como «emblemas de nuestro Don Benito, que lucháis en silencio, como dice nuestro himno». El cronista oficial, Diego Soto, leyó una breve semblanza de ellos.

Aquel día, 16 misioneros (10 mujeres y 6 varones), o en su caso sus familiares, recibieron sus credenciales como 'Hijos Predilectos', en concreto un pergamino en el que se hizo constar la concesión del título «por su labor humanitaria, evangelizadora y por llevar el buen nombre de nuestra Ciudad, con su testimonio, a todos los lugares del mundo».

También se les entregó una medalla bañada en oro, en cuyo anverso aparece un escudo esmaltado de Don Benito y en el reverso el nombre y los apellidos de los homenajeados, el título concedido y la fecha de la concesión.

Tres de los varones misioneros fueron nombrados hijos predilectos de Don Benito, a lo largo de aquellos actos del 150 Aniversario, uno de ellos, fue Fernando Acedo García, cuando tenía 65 años, hermano comboniano y misionero en República del Chad (Dilla) y Etiopía (Tétiche); 






HISTORIA





La llegada de los misioneros combonianos a España está ligada al deseo de internacionalización del Instituto y ser puente para el desarrollo de las misiones en América Latina.  El objetivo prioritario que se marcaron los primeros misioneros combonianos venidos de Italia en 1954 fue el del trabajo en la promoción vocacional. Se abrieron seminarios menores que en pocos años dieron frutos abundantes. 


En 1959 llega a España un hombre de gran trascendencia para la historia de la Provincia:  El P. Enrique Faré, misionero comboniano italiano, de un talante misionero incuestionable.  En 1960 se lanza el primer número de la revista misionera Mundo Negro.  La revista juvenil Aguiluchos ya tenía unos pocos años de vida.  Estas dos revistas han sido durante más de 50 años los pilares de la animación misionera. 


Ese mismo año llegaban a España los misioneros combonianos alemanes, que también comenzaron a construir seminarios.  Este es un hecho muy significativo si tenemos en cuenta que durante la primera guerra mundial el instituto de los misioneros combonianos se vio obligado a dividirse en dos ramas jurídicamente distintas.  El encuentro de las dos ramas combonianas en España produjo un rico intercambio que concluyó con la Provincia unida de España en 1975.  La experiencia positiva posibilitó que cuatro años más tarde la reunificación se produjera a nivel de todo el Instituto.  A partir de ahí nuevas comunidades se fueron abriendo por diversas zonas de la geografía española.



LOS MISIONEROS COMBONIANOS



-a) Sacerdotes:



Es aquella persona consagrada y ordenada como presbítero al servicio de por vida para la misión "ad gentes" en el Instituto de los Misioneros Combonianos. Se dedica a la evangelización a través de la construcción de comunidades cristianas eclesiales en aquellos lugares donde Cristo no es bien conocido o la Iglesia no está todavía suficientemente asentada.

A través de la celebración de los sacramentos y de la formación de líderes pastorales el sacerdote colabora en el desarrollo de las comunidades cristianas que puedan llegar a ser un día autosuficientes en los ámbitos pastoral, económico y misionero.


 
-b) Hermanos:

 Es un consagrado de por vida a la misión "ad gentes", en el Instituto de los Misioneros Combonianos.
 
El Hermano Comboniano realiza su actividad en medio de las realidades cotidianas del mundo: en el trabajo, en el estudio, en contacto con jóvenes, niños, en la parroquia y generalmente ejerciendo una profesión. Es una persona consagrada que vive a través de sus votos de pobreza, castidad y obediencia su entrega al servicio del Evangelio y de los más pobres.

El ministerio específico del Hermano lo encarna en las realidades concretas de la sociedad. Por eso, la prioridad misionera es la pastoral social, que se materializa en acciones como la Justicia y la Paz, Derechos Humanos y la Promoción Humana a todos los niveles.



 

ESPIRITUALIDAD



La espiritualidad comboniana está fundamentada en la vida y el carisma de nuestro fundador, Daniel Comboni.

Dedicación total a la causa misionera "Ad Gentes": La vida de Comboni está marcada por un incansable compromiso con la misión de la Iglesia, hacia los más necesitados.



Causa común con la gente: La misión no es una actividad de un grupo en favor de otro, sino que es un esfuerzo común de liberación. El misionero comparte tanto como sea posible la vida de la gente con la que camina.

El Corazón de Jesús: El Sagrado Corazón es la fuente de la espiritualidad comboniana que le revela un Dios que se entrega por toda la humanidad sobre la cruz.

Comunidad: La vida comunitaria es una dimensión esencial de la vida del misionero. Con ella da testimonio de la nueva comunidad fraterna en el Espíritu.


FAMILIA COMOBINANA


La espiritualidad misionera todavía tiene una gran actualidad en el mundo de hoy. La llamada que recibió Daniel Comboni sigue siendo escuchada hoy por muchos hombres y mujeres que desde diferentes ministerios y opciones de vida llevan la misión más allá de sus fronteras.


 SECULARES COMBONIANAS


Las Misioneras Seculares Combonianas forman un Instituto misionero que nació en 1983. Fundadas en Italia por el padre Egidio Ramponi, misionero comboniano, han nacido en el surco del carisma de San Daniel Comboni, de cuya espiritualidad beben.


El Instituto está compuesto por mujeres laicas consagradas para toda la vida, de varias nacionalidades. Con su trabajo profesional y testimonio de vida promueven los valores humanos, cristianos y misioneros. Comparten, como laicas, las condiciones de vida de la gente.



Tienen como finalidad específica la animación misionera ad gentes, como San Daniel Comboni. Este consideraba un aspecto esencial de su vocación el despertar la conciencia misionera en toda la Iglesia. Inspirándose en su ejemplo de creatividad y audacia tratan de concientizar a los bautizados de su responsabilidad en el anuncio de la fe, hasta los confines de la tierra. Colaboran con todos los que actúan para que a cada ser humano llegue el amor de Cristo y se realicen los ideales del Reino (bien común, justicia, dignidad humana y salvaguarda de la creación), en su propia realidad y en servicios misioneros directos.




Actualmente se encuentran en varios países de Europa, América Latina y África. En su trabajo se sienten animadas y sostenidas por las palabras que el Papa Juan Pablo II les dirigió: “Les exhorto a dedicarse cada vez con mayor empeño y generosidad a la obra de animación misionera, viviendo plenamente la espiritualidad ardiente y valiente de San Daniel Comboni, para poder ser verdaderamente luz que ilumine el mundo y fuego de fe y amor...”