El tópico típico de nuestros días, y mas teniendo en cuenta que hemos tenido uno de los inviernos mas secos de los últimos años, es que “no llueve nunca a gusto de todos”; y nunca mejor dicho si a los intereses de los cofrades se refiere. No obstante para la gente del campo, que en nuestra comarca, es uno de los sectores económicos más importantes, la lluvia ha sido necesaria e incluso escasa para lo que se precisaba.
A lo largo de la Cuaresma nos hemos pasado consultando las Cabañuelas, el Calendario Zaragozano, la Agencia Estatal de Meteorología e incluso, los que disponen de medios mas sofisticados, los partes meteorológicos de la NASA o de la Marina Mercante Americana. De poco ha servido para predecir lo que realmente hemos vivido en estos días.
Las cabañuelas, llamadas así en el sur de España (en el norte de España se denominan témporas) y América, son un conjunto de métodos tradicionales que pretenden predecir el tiempo atmosférico a largo plazo. Para predecir el fenómeno atmosférico el experto se basa en indicadores como las formas de las nubes, la dirección del viento, las características del Sol, la Luna, las estrellas, la niebla, el rocío de la mañana, el arco iris o el granizo. El comportamiento de los animales también es utilizado como pronóstico de lluvia; así tenemos la aparición de hormigas aladas, el orejeo de las mulas, que los palomos se bañen, el gato lavándose la cara, el gallo que cante de día (posible cambio de tiempo), gatos que corren y saltan (señal de viento). Aunque pareciera inviable, las personas también tenían que ver con el pronóstico, si tuviera picor o le doliera una antigua cicatriz, sería posible cambio de tiempo. Signos de lluvia podrían ser los crujidos y sonidos de muebles, el hollín que cae de la chimenea, olor de los desagües, siembra “retorcida”, humedad en las baldosas de las habitaciones, el sarmiento que “llora” estando seco, etc.
El experto en cabañuelas que suele ser por costumbre una “persona del campo” (labriego o pastor), en principio sólo recurre a la observación de los primeros 24 días de agosto de cada año durante su transcurso para pronosticar qué tiempo será el que se disfrutará en los próximos doce meses, siendo los primeros doce días pronósticos de los meses en orden numérico ascendente (1=agosto; 2=septiembre, etc.) y los segundo doce días, pronostica los meses en orden numérico descendente (13=julio; 14=junio; etc.) siendo conocidos éstos últimos días como las retornadas, de la siguiente manera:
Cabañuelas de Ida | Cabañuelas de Retorno |
Día de Agosto | Mes que representa | Día de Agosto | Mes que representa |
1 | Agosto | 13 | Julio |
2 | Septiembre | 14 | Junio |
3 | Octubre | 15 | Mayo |
4 | Noviembre | 16 | Abril |
5 | Diciembre | 17 | Marzo |
6 | Enero | 18 | Febrero |
7 | Febrero | 19 | Enero |
8 | Marzo | 20 | Diciembre |
9 | Abril | 21 | Noviembre |
10 | Mayo | 22 | Octubre |
11 | Junio | 23 | Septiembre |
12 | Julio | 24 | Agosto |
Para este año 2012, las cabañuelas señalaban que la Semana Santa "se escaparía" de la lluvia. Indicaban que el Miércoles de Ceniza, 22 de febrero, no se vería afectado por el agua y que el Domingo de Ramos (el pasado 1 de abril) se vería libre de un riesgo de chubascos que empezaría a partir de la primera decena del mes de abril. Consecuencia todo ello, según este método tradicional e histórico, de ser este año en curso mas seco que el anterior.
El Calendario Zaragozano es una publicación anual española que incluye una predicción meteorológica no científica del tiempo para un año, así como un almanaque. Este pequeño boletín se edita desde el año 1840 por Mariano Castillo y Ocsiero (es la persona que aparece en la portada de la publicación, y que se anuncia como el «Copérnico español»), e incluye esas predicciones. Ya desde las primeras publicaciones se hizo muy popular, sobre todo entre los campesinos. El contenido del pequeño boletín viene indicado por el subtítulo: «Juicio Universal meteorológico, calendario con los pronósticos del tiempo, santoral completo y ferias y mercados de España». Es frecuente encontrarlo comercializado en librerías y Quioscos.
Todos estos métodos se quedan obsoletos al lado del real transcurrir de los acontecimientos, que al final han propiciado otra Semana Santa, y ya van dos consecutivas, de meteorología incierta que provocan Cabildos Extraordinarios en algunas Hermandades, incluso con la Cruz de Guía en la Puerta, o con un primer tramo de nazarenos en la calle.
En lo que a Don Benito se refiere, la lluvia y el frío, han hecho acto de presencia en los días claves de los desfiles procesionales, si bien no hasta el punto de tener que suspender la salida de nuestros titulares, salvo en lo que sucedió, por desgracia el Jueves Santo, con la Cofradía de la Buena Muerte, que como consecuencia de las lloviznas (mas o menos leves según el punto desde donde se mire), tuvo que regresar a su templo, apenas 40 minutos después de haber salido.
Salvo el Martes Santo, con el Cristo de Medinaceli, donde la Carrera oficial instalada en la calle Ramón y Cajal, pudo constituir una de las “bullas” más destacables de los últimos años, tanto la jornada del Domingo de Ramos, Miércoles Santo como Viernes Santo, no fueron las mas propicias como consecuencia de las bajas temperaturas para esperar el transcurso de los desfiles procesionales, bien de pie, o sentados en las sillas colocadas a tal efecto por el Ayuntamiento.
La jornada del Lunes Santo, que discurrió por las calles del Barrio del Noque, salió indemne de las lluvias, a pesar de haber estado amenazando durante todo el día, provocando una primera salida de la Asociación Parroquial de la Oración en el Huerto, que fue muy concurrida.
Capítulo aparte merecerá la decisión de salir de la Cofradía de la Buena Muerte, a pesar de las lluvias previas a la hora de ponerse la hermandad en la calle, y del goteo incesante que acompañó la primera media hora de la Cruz de Guía fuera de su Templo. Arriesgó demasiado, con cierta temeridad e inconsciencia (que no, mala fe) bajo mi punto de vista, exponiendo a los titulares y al resto de ajuares y patrimonio, a una situación de posible daño totalmente innecesario y evitable. Transcurrieron demasiados minutos desde que comenzó a lloviznar hasta que se tomó la decisión de volver, y una vez llegadas las imágenes hasta los aledaños de la entrada principal, se pudo haber evitado el tradicional encuentro, que poco podía aportar ya a una jornada deslucida por el tiempo, y que podría haber provocado mayor deterioro de estas grandes obras de arte.
Mi homenaje desde aquí a los costaleros de ambos pasos de la Buena Muerte y Virgen de los Dolores, por su esfuerzo y dedicación, en un día tan complejo, así como al resto de costaleros, nazarenos, músicos y madrinas, de nuestra Semana Santa, por soportar estoicamente las inclemencias meteorológicas, …, cierto es que nunca llueve a gusto de todos.