Uno de los tópicos típicos de la Semana Santa calabazona, y quizás de las ciudades de nuestro entorno, es el hecho de que la gente prefiere irse a pasar el día de campo, siempre que el tiempo (Dios mediante) lo permita. Doña Blanca, Las Cruces, el entorno de Medellín, así como las casas de campo que como segunda residencia vacacional pueden disfrutar algunos de los vecinos de nuestra comarca de las Vegas Altas.
Quizás nuestras Hermandades y Cofradías, imbuidas por ese temor a que las procesiones discurran solas por nuestras calles y plazas, han estado un tanto atenazadas en lo que a crecer o innovar se refiere, tratando de exponer a sus pasos procesionales o a la composición de su patrimonio y cortejo de la vistosidad necesaria y atractiva para que a la hora de las procesiones, se abarroten las aceras de gente esperando ilusionada el paso de nuestras imágenes.
No hay que dejar de reconocer que todos necesitamos de un período de descanso, para alejarnos del estrés diario que provocan nuestras rutinas; que son días para compartir también momentos con nuestras familias al calor de la chimenea de la casa de campo, degustando potajes, platos de bacalao con tomate y nuestros impagables dulces de cuaresma, pasión y pascua.
Por otro lado nuestros jóvenes tiran de mochila y tienda de campaña, y ven el momento ideal para desconectar de exámenes y rendimiento de cuentas a padres y profesores. Es un fenómeno que no se puede evitar y que forma parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo.
No obstante, para los cofrades, que sabemos bien que hay tiempo para todo, y así lo practicamos cuando podemos a lo largo de todo el año; esta semana de pasión y todos los preparativos que llevamos realizando a lo largo de la Cuaresma, constituyen el momento cumbre de ilusiones, esfuerzos, desvelos, de haber dejado a nuestras mujeres e hijos en segundo plano, algunas horas y días de la semana. Todo queda cumplido en estos días de preparación de costaleros, montajes de altares de culto, montaje de los pasos, ensayos de la Banda de música, asistencia a quinarios, septenarios, triduos, pregones, conciertos, exposiciones, etc…
Días de nervios que al final vienen a dar sus frutos, y que provocan una tristeza previa pensando que todo debe empezar para terminar; días de mirar el calendario pensando en los días que faltan, y una vez pasados, ya están nuestros pensamientos y nuestras almas, cavilando sobre la Semana Santa del año siguiente. Dulce esperanza para disfrutar, rezar, llorar y reír, de emociones a flor de piel. El culmen de nuestra vida cofrade, de nuestro sentir la fe como cristianos y de contribuir en la medida de nuestras posibilidades a ser vehículo para trasmitir la fe, para dar testimonio y catequesis pública a pie de calle, y además, para seguir practicando la caridad y la preocupación por los problemas sociales que nos acechan.
Por todos estos motivos, y volviendo al título de la entrada de hoy, “PUES YO NO ME VOY AL CAMPO”, comprendo que debemos aprovechar al máximo los días de vacaciones, pero animo a todos a estar de forma puntual acompañando a nuestras cofradías en las horas de la tarde noche en la que organizamos las salidas procesionales.
-1.- El Domingo de Ramos, que la gente salga de la corrida de toros, y vaya directamente a contemplar el paso de la Borriquita de Nuestra Señora del Consuelo, que vienen desde San Juan, a entrar de forma triunfal en nuestro particular Jerusalén, entre palmas y ramas de olivo.
-2.- El Lunes Santo, la gran novedad de nuestra Semana Santa, la primera salida del Santísimo Cristo de la Oración en el Huerto, desde la nueva Iglesia de la Sagrada Familia, por las calles de su barrio. Una Asociación Parroquial que viene con mucha fuerza e ilusión, y que quiere contribuir con su granito de arena a ser el punto de inflexión de nuestra Semana Santa.
-3.- El Martes Santo, el Santísimo Cristo de Medinaceli, viene a mostrarnos a Jesús cautivo, en su gran paso de barco, preso por la salvación de nuestros pecados.
-4.- El Miércoles Santo, el Santísimo Cristo de la Paz, desde la Parroquia de Santa María, mostrándonos el sufrimiento de Jesús en su Cruz salvadora.
-5.- El Jueves Santo, la madre y maestra de nuestras Cofradías, el Cristo de la Buena Muerte y su Madre de los Dolores, que desde Santiago recorren las calles de su barrio, con parada a cumplimentar a sus “ángeles” de la capilla de las Carmelitas Descalzas, y con un encuentro en la plaza, de los dos pasos, que constituye uno de los momentos mas trascendentales de nuestra Semana de pasión. Este año, con petalada incluida al palio antes de recogerse en la Iglesia.
-6.- El Viernes Santo, la Soledad de María desde su Parroquia en el barrio de San Gregorio, que ante la cruz desprovista ya del cuerpo del Señor, camina de forma imponente tras sus pasos, y tratamos de acompañar su dolor, ante la imagen del Cristo yacente, que de manera afortunada acompaña ya el cortejo procesional. Procesión del Silencio, que también constituye una de las más veteranas y vistosas de nuestra ciudad.
-7.- El Lunes de Pascua, la celebración jubilosa de la Resurrección del Señor, en la Ermita de las Cruces, con la no menos importante Cofradía de nuestro Señor Resucitado y nuestra Señora del Encuentro Madre de los Jóvenes. Se agradece la labor de la Asociación de Vecinos del Barrio de Santiago, pero no debemos olvidarnos de que esta Cofradía se creó para tener vida propia, y ser respetados sus hermanos fundadores.
Acompañemos pues a nuestras Hermandades, y también tratemos de asistir a los cultos y eucaristías en la medida de nuestras posibilidades, sin dejar de lado el resto de actividades lúdicas que también forman parte necesaria de nuestras vidas.