En la Semana Santa de Don Benito, tras la recogida del paso del Santísimo Cristo de Medinaceli, cada Martes Santo, suele tener lugar el denominado “Sermón de las Siete Palabras”, en la Parroquia de Santiago, organizado por la propia Cofradía en colaboración con los sacerdotes.
Me parece interesante exponerlo en esta entrada de Blog, para que sepamos su significado y la importancia litúrgica del mismo dentro de nuestra Semana de pasión. Las siete palabras de Cristo en la cruz fueron recopiladas y analizadas en detalle por vez primera por el monje cisterciense Arnaud de Bonneval (+1156) en el siglo XII. A partir de ese momento las consideraciones teológicas o piadosas de esas palabras se multiplican. Pero fue san Roberto Berlarmino (Doctor de la Iglesia, 1542-1621) quién más impulsó su difusión y práctica al escribir el tratado Sobre las siete palabras pronunciadas por Cristo en la cruz. Desde entonces se propagó la costumbre de predicar el tradicional "sermón de las siete palabras" en la mañana o mediodía del Viernes Santo.
Hay que destacar, que en la vida cofrade española, el Sermón de las Siete Palabras es uno de los actos más singulares y destacados de la Semana Santa de Valladolid, organizado por la Cofradía de las Siete Palabras. Cada Viernes Santo a mediodía, la plaza Mayor, engalanada con telones negros, se transforma en un escenario del siglo XVI en el que un sacerdote reflexiona sobre las siete palabras que Cristo pronunció en la Cruz, delante de los respectivos pasos que las ilustran. Este Sermón viene precedido de un pregón a caballo que es proclamado a lo largo de toda la mañana en distintos puntos de la ciudad. También es destacable en la Semana Santa de Cartagena y de otras muchas ciudades españolas.
Se conoce como Las Siete Palabras a las siete frases que Jesús pronunció antes de morir, recogidas por los evangelistas.
Los dos primeros evangelios, Mateo y Marcos, mencionan solamente una, la cuarta. Lucas relata tres, la primera, segunda y séptima. Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta. Con certeza absoluta no puede determinarse el orden con que las pronunció Jesús.
Las Siete Palabras suelen enumerarse del siguiente modo:
PRIMERA PALABRA
«Padre, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34).
La oración se ofreció para quienes eran culpables de darle muerte. No es seguro si se refirió a los "judíos" o a "los soldados romanos." Tal vez se refirió a ambos. La verdad es que la Biblia posteriormente hace referencia a los soldados romanos jugando dados. Esto es una indicación que pudo estar refiriéndose a ellos. (Marvin R., Escrito con ayuda de "Barnes' Notes on the Bib
La oración se ofreció para los romanos (como sus verdugos), como también para los judíos quienes fueron lo que lo llevaron a la muerte. Mas el alcance de esta oración va aun mas allá y no solo es de corto alcance o solo una oración del momento, sino que está oración sigue estando vigente, es decir que la oración fue también por cada uno de la humanidad, por quienes El estaba siendo crucificado. y en nuestra vida ese PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN es elocuencia de humildad para los que colocan títulos de estigma a nuestra condición de enfermos.
SEGUNDA PALABRA
«De cierto te digo hoy: estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43)
Es la respuesta de Cristo a la súplica "acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino" del ladrón arrepentido. El ladrón a pesar de ver a Jesucristo con una imagen deteriorada y grotesca pudo distinguir en Él al Rey, al Salvador ya resucitado. Jesús le asegura su lugar en el paraíso no se hace reclamo alguno de su vida pasada, es la aceptación total con toda su integridad de la persona, porque Dios sólo espera la acción de buen ladrón de poner su confianza en el Señor.
TERCERA PALABRA
« Mujer he ahí tu hijo, hijo he ahí tu madre... s.).
Una primera interpretación ve este pasaje en sentido ético o social: Cristo entregó el cuidado de su madre al discípulo amado, cumpliendo un elemental deber filial. Debe verse aquí una instrucción de ver a María como madre de todos los cristianos, pues eso equivale a acudir a la efectividad del sacrificio de Cristo Jesús. Se ve la enseñanza de atender las cosas del reino (a las que es enviado Juan), sin desatender las responsabilidades asignadas desde antes; si amamos a Dios, amamos a nuestro prójimo y le atendemos, pero primeramente lo haremos con los más cercanos. Es el milagro más grande encontrarnos como miembros de la familia de Dios, por medio de la gracia y aceptación de Cristo, aceptando toda la responsabilidad que esto incluía; en Jesús descansaba el deber de cuidar a su Madre, la que se cree estaba viuda en esos momentos, y al no tener hijos de sangre el Señor Jesús la da por madre a Juan y en él a todos los cristianos, Juan hijo adoptivo y nuevo miembro de la familia del Maestro y por otro lado el profundo agradecimiento a la mujer que cuidó de Él, cuando era tan solo un bebé. Se ve en este acto recíproco, la demostración de que no sólo hay que recibir amor, sino saber darlo sin importar las circunstancias en las que te encuentres.
CUARTA PALABRA
«Dios mío, Dios mio por que me has desamparado' (Mt 27,46).
Es una oración tomada del salmo 22, que probablemente recitó completo y en arameo (Eli Eli lama sabachthani), lo cual explica la confusión de los presentes que creyeron ver en esta súplica una llamada de auxilio a Elías. Éste es un acto de profunda soledad y sentido de alejamiento de su Padre. Esta palabra pronunciada por el hombre crucificado es, más que un reproche hacia Dios, la oración del justo que sufre y espera en Dios; Jesús, en lugar de desesperar y olvidarse de Dios, clama al Padre pues confía en que Él lo escucha, pero Dios no responde porque ha identificado a su hijo con el pecado por amor a nosotros, y éste debe morir. Jesús, colgado en la cruz, es rechazado ahora por el Cielo y por la Tierra, porque el pecado no tiene lugar. Cuántas veces en nuestras vidas hemos sentido el abandono de Dios: ¿Por qué a mi? ¿Por qué ahora? ¿Qué hice Señor? Preguntas y preguntas como la de Cristo, que encuentran como respuesta el silencio de Dios. Por lo general, pero Dios no le respondió, es la mejor respuesta que nos puede dar, pero no lo entenderemos hasta que sepamos que del silencio brota la Resurrección.
QUINTA PALABRA
«Tengo sed» (Jn 19,28).
Es la expresión de un ansia de Cristo en la cruz. Se trata, en primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los crucificados. Se interpreta en sentido alegórico: la sed espiritual de Cristo de consumar la redención para la salvación de todos. Cuadra con la estructura del cuarto evangelio, y nos evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto al pozo de la Samaritana.
SEXTA PALABRA
«Todo está consumado»
Se puede interpretar como la proclamación en boca de Cristo del cumplimiento perfecto de la Sagrada Escritura en su persona. Esta palabra pone de manifiesto que Jesús era consciente de que había cumplido hasta el último detalle su misión redentora. Es el broche de oro que corona el programa de su vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del Padre.
SÉPTIMA PALABRA
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»
Esta palabra expresa la oblación de la propia vida, que Jesús pone a disposición del Padre. Invoca el salmo 30,6, en que el justo atormentado confía su vida al Dios bondadoso y fiel. En Cristo todo se había cumplido, sólo quedaba morir, lo que acepta con agrado y libertad. Esteban, uno de los mártires cristianos, imitó a Cristo en la primera palabra, lo hizo también en esta última, encomendando su espíritu en el Señor Jesús.
Creo que del mismo modo que nos deben resultar interesantes las procesiones, y debemos acompañar a nuestros titulares, también lo es la asistencia a todos los cultos y actos que se programen.