El pasado día 2 de diciembre fue el primer Domingo
de Adviento en las celebraciones litúrgicas de nuestra Iglesia. El adviento (latín: adventus
Redemptoris, «venida del Redentor») es el primer período del año litúrgico
cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el nacimiento de
Cristo. Su duración es de 21 a 29 días, dado que se celebran los cuatro
domingos más próximos a la festividad de Navidad. Los fieles lo consideran un
tiempo de reflexión y de perdón
Marca el inicio del año litúrgico en casi todas las
confesiones cristianas Durante este periodo los feligreses se preparan para
celebrar la conmemoración del nacimiento de Jesucristo y para renovar la
esperanza en la segunda Venida de Cristo Jesús, al final de los tiempos, o
Parusía
Durante el adviento, se coloca en las iglesias y
también en algunos hogares una corona de ramas de pino, llamada corona de
adviento, con cuatro velas, una por cada domingo de adviento Hay una pequeña
tradición de adviento: a cada una de esas cuatro velas se le asigna una virtud
que hay que mejorar en esa semana, ejemplo: la primera, el amor; la segunda, la
paz; la tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe
Los domingos de adviento la familia o la comunidad
se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna
meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el
sacerdote.
El adviento es el período que se encuentra en el comienzo del Año Litúrgico católico y empieza cuatro domingos antes de Navidad. El primer domingo de adviento, al marcar el día de comienzo del año litúrgico, es necesariamente el domingo siguiente al de la fiesta de Cristo Rey (que señala el último domingo del año litúrgico). El primer domingo de adviento cae entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre. Venida de Cristo a la tierra; "Donde entendemos que muchas cosas del primer advenimiento están puestas en sombra, (quiero decir) escondidas, cuyo cumplimiento se cumplirá en el segundo adviento, porque el Apóstol dice que Cristo nos resucitó consigo y nos hizo asentar consigo en las cosas.
Personajes: Las
lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del
profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos
del Antiguo Testamento que señalan la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista
y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los
fieles para preparar la venida del Señor Jesús.
SIMBOLISMO
La Iglesia prepara la
Liturgia en este tiempo para lograr este fin. En la oración oficial, el
Breviario, en el Invitatorio de Maitines, llama a sus ministros a adorar
"al Rey que viene, al Señor que se acerca", "al Señor que está
cerca", " al que mañana contemplaréis su gloria". Como Primera
Lectura del Oficio de Lectura introduce capítulos del profeta Isaías, que
hablan en términos hirientes de la ingratitud de la casa de Israel, el hijo
escogido que ha abandonado y olvidado a su Padre; que anuncian al Varón de
Dolores herido por los pecados de su pueblo; que describen fielmente la pasión
y muerte del Redentor que viene y su gloria final; que anuncian la congregación
de los Gentiles en torno al Monte Santo. La Segunda Lectura del Oficio de
Lectura en tres Domingos están tomadas de la octava homilía del Papa San León
(440-461) sobre el ayuno y la limosna como preparación para la
venida del Señor, y en uno de los Domingos (el segundo) del comentario de San
Jerónimo sobre Isaías 11:1, cuyo texto él interpreta referido a Santa María
Virgen como "el renuevo del tronco de Jesé". En los himnos del tiempo
encontramos alabanzas a la venida de Cristo como Redentor, el Creador del
universo, combinados con súplicas al juez del mundo que viene para protegernos
del enemigo. Similares ideas son expresadas los últimos siete días anteriores a
la Vigilia de Navidad en las antífonas del Magnificat . En ellas, la Iglesia
pide a la Sabiduría Divina que nos muestre el camino de la salvación; a la Llave
de David que nos libre de la cautividad; al Sol que nace de lo alto que venga a
iluminar nuestras tinieblas y sombras de muerte, etc. En las Misas es mostrada
la intención de la Iglesia en la elección de las Epístolas y Evangelios. En las
Epístolas se exhorta al creyente para que, dada la cercanía del Redentor , deje
las actividades de las tinieblas y se pertreche con las armas de la luz; que se
conduzca como en pleno día, con dignidad, y vestido del Señor Jesucristo;
muestra como las naciones son llamadas a alabar el nombre del Señor; invita a
estar alegres en la cercanía del Señor, de manera que la paz de Dios, que
sobrepasa todo juicio, custodie los corazones y pensamientos en Cristo Jesús;
exhorta a no juzgar, a dejar que venga el Señor, que manifestará los secretos
escondidos en los corazones. En los Evangelios la Iglesia habla del Señor que
viene en su gloria; de Aquel en el que, y a través del que, las profecías son
cumplidas; del Guía Eterno en medio de los Judíos; de la voz en el desierto, "Preparad
el camino del Señor". La Iglesia en su Liturgia nos devuelve en espíritu
al tiempo anterior a la encarnación del Hijo de Dios, como si aún no hubiera
tenido lugar. El Cardinal Wiseman ha dicho:
Estamos no sólo
exhortados a sacar provecho del bendito acontecimiento, sino a suspirar
diariamente como nuestros antiguos Padres, "Cielos, destilad el rocío;
nubes, derramad al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación." Las
Colectas en tres de los cuatro Domingos de este tiempo empiezan con las palabras,
"Señor, muestra tu poder y ven" - como si el temor a nuestras
iniquidades previniera su nacimiento.
DURACIÓN Y RITUAL
Todos los días de
Adviento debe celebrarse el Oficio y Misa del Domingo o Feria correspondiente,
o al menos debe ser hecha una Conmemoración de los mismos, independientemente
del grado de la fiesta celebrada. En el Oficio Divino el Te Deum,
jubiloso himno de alabanza y acción de gracias, se omite; en la Misa el Gloria
in excelsis no se dice. El Alleluia, sin embargo, se mantiene.
Durante este tiempo no puede hacerse la solemnización del matrimonio (Misa y
Bendición Nupcial); incluyendo en la prohibición la fiesta de la Epifanía. El
celebrante y los ministros consagrados usan vestiduras violeta. El diácono y
subdiácono en la Misa, en lugar de las dalmáticas usadas normalmente, llevan
casullas plegadas. El subdiácono se la quita durante la lectura de la Epístola,
y el diácono la cambia por otra, o por una estola más ancha, puesta sobre el
hombro izquierdo entre el canto del Evangelio y la Comunión. Se hace una
excepción en el tercer Domingo (Domingo Gaudete), en el que las
vestiduras pueden ser rosa, o de un violeta enriquecido; los ministros
consagrados pueden en este Domingo vestir dalmáticas, que también pueden ser
usadas en la Vigilia de la Navidad, aunque fuera en el cuarto Domingo de
Adviento. El Papa Inocencio III (1198-1216) estableció el negro como el color a
ser usado durante el Adviento, pero el violeta ya estaba en uso al final del
siglo trece. Binterim dice que había también una ley por la que las pinturas
debían ser cubiertas durante el Adviento. Las flores y las reliquias de Santos
no debían colocarse sobre los altares durante el Oficio y las Misas de este
tiempo, excepto en el tercer Domingo; y la misma prohibición y excepción existía
relacionada con el uso del órgano. La idea popular de que las cuatro semanas de
Adviento simbolizan los cuatro mil años de tinieblas en las que el mundo estaba
envuelto antes de la venida de Cristo no encuentra confirmación en la Liturgia.
ORIGEN HISTÓRICO
No se puede determinar
con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la
celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió
ser anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos
evidencia antes del final del siglo cuarto cuando, de acuerdo con Duchesne
[Christian Worship (London, 1904), 260], era celebrada en toda la Iglesia, por
algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6 de Enero. De tal preparación leemos
en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto canon prescribe
que desde el diecisiete de Diciembre hasta la fiesta de la Epifanía nadie
debiera permitirse la ausencia de la iglesia. Tenemos dos homilías de San
Máximo, Obispo de Turín (415-466), intituladas "In Adventu Domini",
pero no hacen referencia a ningún tiempo especial. El título puede ser la
adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente la mayor parte
de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de
una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no
parece que exista ninguna ley general sobre la materia. Un sínodo desarrollado
(581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de
acuerdo al rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana. El
Sacramentario Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran
reducidos a cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de
homilías de San Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el
segundo Domingo de Adviento. En el 650 el Adviento era celebrado en España con
cinco Domingos. Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar
durante este tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y
otros con el equinoccio de otoño. Otros sínodos prohibían la celebración del
matrimonio. En la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia
del Adviento hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló
de las fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención
de este tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la
Navidad, es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de
ayuno y abstinencia que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete
días. Pero un concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a
la vieja regla desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para
algunos de los Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no
tienen liturgia especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.
LECTURAS BÍBLICAS EN EL ADVIENTO
- Según el Misal de 1962:
-Domingo Primero: Romanos 13, 11-14;
Lucas 21, 25-33.
-Domingo Segundo: Romanos 15, 4-13;
Mateo 11, 2-10.
-Domingo Tercero: Filipenses 4, 4-7;
Juan 1, 19-28.
-Domingo Cuarto: 1 Corintios 4, 1-5;
Lucas 3, 1-6.
- CICLO A:
-Domingo Primero: Isaías 2,1-5; Salmo
121 1-8; Romanos 13, 11-14a; Mt. 24, 37-44.
-Domingo Segundo: Isaías 11,1-10; Salmo
71, 1-2. 7-8. 12-13. 17; Romanos 15, 4-9; Mt. 3, 1-12.
-Domingo Tercero: Isaías 35, 1-6a 10;
Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10; Santiago 5, 7-10; Mt. 11, 2-11.
-Domingo Cuarto: Isaías 7, 10-14;
Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6; Romanos 1, 1-7; Mt. 1, 18-24.
- CICLO B:
-Domingo Primero: Isaías 63, 16b-17.
19b; 64, 2b-7; Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 4; 1 Corintios 1,3-9; Mc. 13,
33-37.
-Domingo Segundo: Isaías 40, 1-5.
9-11; Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 8; 2 Pedro 3, 8-14; Mc. 1,1-8.
-Domingo Tercero: Isaías 61, 1-2a.
10-11; Lc. 1, 46-48. 49-50. 53-54; 1 Tesalonicenses 5,16-24; Jn. 1, 6-8.19-28.
-Domingo Cuarto: 2 Samuel 7,1-5.
8b-12. 14a.16; Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29; Romanos 16,25-27; Lc. 1,26-38.
- CICLO C:
-Domingo Primero: Jeremías 33, 14-16;
Salmo 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14; 1 Tesalonicenses 3, 12- 4,2; Lc. 21, 25-28,
34-36.
-Domingo Segundo: Baruc 5,1-9; Salmo
125,1-2ab.2cd-3.4-5.6; Filipenses 1,4-6.8-11; Lc. 3,1-6.
-Domingo Tercero: Sofonías 3,14-18;
Isaías 12,2-3. 4bcd. 5-6; Filipenses 4,4-7; Lc. 3,10-18.
-Domingo Cuarto: Miqueas 5,1-4; Salmo
79, 2ac y 3c. 15-16. 18-19; Hebreos 10, 5-10; Lc. 1,39-46
Debemos empezar este tiempo como lo hace la Iglesia iniciando un camino
de misericordia infinita del Señor, siguiendo a Jesucristo, su Redentor y
Maestro entrando y viviendo su misterio cuyo centro es :LA PASCUA, LA
RESURRECCIÓN DE JESÚS. El empezar un nuevo año cristiano es siempre una
gracia de DIOS. Es la oferta que DIOS nuestro PADRE, por el ESPÍRITU
SANTO, de una acontecimiento de gracia y de salvación. El Adviento es el
primer acontecimiento o período del año litúrgico. Tiene unas
características especiales, las 2 primeras semanas enlazan con las 2
últimas del año litúrgico (T.O.), las 2 últimas miran más a la Navidad.
El Adviento es, además, tiempo de fe y de esperanza cristiana en las
tres venidas del Señor: La venida del Señor al final de los tiempos para
que le demos cuenta de la administración de los dones que nos ha dado
el Señor; la primera venida al hacerse hombre y nacer en Belén de Judá
y, entre las dos, las permanentes venidas del Señor a nuestra vida
espiritual.
REFLEXIÓN DEL BEATO JUAN PABLO II
Por
lo tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el que viene?, y ¿para quién viene?
En
seguida encontramos la respuesta a esta pregunta. Hasta los niños saben que es
Jesús quien viene para ellos y para todos los hombres. Viene una noche en
Belén, nace en una gruta que se utilizaba como establo para el ganado.
Esto
lo saben los niños, lo saben también los adultos que participan de la alegría
de los niños y parece que se hacen niños ellos también la noche de Navidad. Sin
embargo, muchos son los interrogantes que se plantean. El hombre tiene el
derecho, e incluso el deber, de preguntar para saber. Hay asimismo quienes
dudan y parecen ajenos a la verdad que encierra la Navidad, aunque participen
de su alegría.
Precisamente
para esto disponemos del tiempo de Adviento, para que podamos penetrar en esta
verdad esencial del cristianismo cada año de nuevo.