Se viene celebrando en estos días, un
Triduo en honor a Santa Teresa de Jesús, en la Capilla de las Madres Carmelitas
Descalzas de Don Benito, de la calle Donoso Cortés, 21. Estos “ángeles” como
así las denominamos en otra entrada de este Blog, están entre nosotros desde la
fundación del Convento en 1883.
Recoge en su Capilla la
imagen del Cristo que se utilizó en la película de "Marcelino pan y vino", así como imágenes de la Virgen del Carmen,
de Santa Teresa de Jesús , San Juan de la Cruz, San José y la Divina
Misericordia.
Sirva esta entrada de Blog, para poner el acento en dos aspectos
importantes a destacar en la efeméride de la Santa de Ávila en nuestra ciudad
de Don Benito, el próximo 15 de octubre. Por un lado la existencia de una
organización seglar de fieles, que todavía lleva a cabo distintas actividades
dirigidas al culto interno carmelitano, como la labor callada y eficaz de las
Madres Carmelitas, cumpliendo las enseñanzas y principios de su orden,
LA FRATERNIDAD SEGLAR DE SANTA MARÍA DEL CARMELO - DON BENITO
La Venerable Orden Tercera Seglar
de la Virgen María del Monte Carmelo y Santa Teresa de Jesús, fue constituida
el día 14 de noviembre del año 1952 en la Capilla de Santa Teresa de Jesús, del
Convento de las Madres Carmelitas. Una Orden Tercera o Fraternidad Seglar es
una Asociación de fieles superior a una Hermandad o Cofradía, pues sus miembros
aceptan seguir, desde sus casas, las pautas de una doctrina religiosa, en este
caso concreto la carmelita.
Es dirigida y orientada por las religiosas Carmelitas Descalzas. La
máxima autoridad de la Fraternidad es un Prior seglar. En lugar de estandarte y
medallas dispone de una bandera carmelita y escapularios.
Organizan en julio una Novena a la Virgen del Carmen, en octubre un
Triduo a Santa Teresa de Jesús y en diciembre un Triduo a San Juan de la Cruz.
El último día de la Novena a la Virgen se gana la Indulgencia Plenaria
visitando la Capilla.
Escapulario - Simbolo Fraternidad Seglar
Dispone de varias Reliquias pertenecientes a la comunidad de
religiosas: un trocito de la capa y carne de Santa Teresa de Jesús y unos
trocitos de carne y piel de San Juan de la Cruz.
En palabras de una de sus miembros,
destacamos lo siguiente:
“ Por tradición oral de las primeras
hermanas que conocimos, muchas ya fallecidas, sabemos que estaban asistidas por
los padres carmelitas descalzos que venían a atender a las madres carmelitas, a
confesarlas, a darles retiros o ejercicios. Nosotras conocimos a Don Luis
Macías (q.e.p.d.) como Asistente de esta fraternidad. En el ejercicio de su
cargo, consta en el acta nº 16, que una hermana sugirió hacer una biblioteca
ambulante, para que todas las hermanas se pudieran ir formando en el espíritu
de las enseñanzas de nuestros santos padres y para conocer y vivir mejor el
carisma de nuestra Orden.
Cuando murió don Luis, le sustituyó
don Antonio Agudo, coadjutor de la parroquia de Santa María. Después solo hemos
tenido asistentes carmelitas, cuando se ha podido, viniendo estos desde el
convento de Badajoz. Las carmelitas seglares colaboraron con sus parroquias y
con la restauración del hospital, con su trabajo, oraciones y donativos.
Son hermanas dignas de mencionar:
Pura Mera, Petra Yedro, Inés Sosa y María Santandreu. Otras optaron por la vida
religiosas como Carmen Hons, y un hermano fue sacerdote diocesano, José Vicente
Mauro. La fraternidad tuvo una gran renovación en 1983”
La Orden de los Carmelitas tiene sus
orígenes en el Monte Carmelo, en Palestina, donde, como recuerda el II Libro de
los Reyes, el gran Profeta Elías luchó en defensa de la pureza de la fe en el
Dios de Israel, venciendo en la lid con los sacerdotes de Baal y donde el mismo
Profeta, orando en la soledad, vio aparecer una nubecilla portadora de benéfica
lluvia después de la sequía. Desde siempre este monte ha sido considerado el
jardín floreciente de Palestina y símbolo de fertilidad y belleza.
"Karmel" de hecho significa "jardín".
En el siglo XII (quizás después de la
tercera cruzada, 1189-1191) algunos penitentes-peregrinos, provenientes de
Europa, se establecieron junto a la "fuente de Elías", en una de las
estrechas vaguadas del Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica y en la
imitación del Profeta Elías su vida cristiana en la misma tierra del Señor
Jesucristo. Tanto entonces como después los Carmelitas no reconocieron a
ninguno en particular con el título de fundador, permaneciendo fieles al modelo
Elías ligado al Carmelo por episodios bíblicos y por la tradición patrística
greco-latina, que veía en el Profeta uno de los fundadores de la vida
monástica. Habiendo sido construída una pequeña iglesia en medio de las celdas,
la dedicaron a María, Madre de Jesús, desarrollando el sentido de pertenencia a
la Virgen como la Señora del lugar y como Patrona, y tomaron de ahí el nombre
de "Hermanos de Santa María del Monte Carmelo". El Carmelo por este
motivo está profundamente ligado a Elías y a María. Del Profeta ha heredado la
pasión ardiente por el Dios vivo y verdadero y el deseo de interiorizar la
Palabra en el corazón para testimoniar su presencia en el mundo; con María, la
Virgen Purísima Madre de Dios, se empeña en vivir "en obsequio de
Jesucristo" con los mismos sentimientos de intimidad y profundidad de
relación que tuvo María.
En los siglos XV-XVI hubo cierto
relajamiento en diversas comunidades, combatido por obra de Priores Generales
como el Beato Juan Soreth (+1471), Nicolás Audet (+1562) y Juan Bautista Rubeo
(+1578) y por algunas reformas (entre las cuáles la de Mantua y la del Monte
Oliveti en Italia y la de Albi en Francia) para poner freno a la profusión de
abusos y mitigaciones. La más conocida es ciertamente la llevada a cabo en
España por Santa Teresa de Jesús para la reforma de las monjas y después de los
religiosos, ayudada por San Juan de la Cruz y el P. Jerónimo Gracián. El
aspecto más importante de la labor de Santa Teresa es no tanto el haber
combatido la mitigación introducida en la vida del Carmelo, cuanto más bien el
haber integrado en su proyecto elementos vitales y eclesiales de su época. En
el 1592 esta reforma, llamada de los "Carmelitas Descalzos" o
"Teresianos" se hizo independiente de la Orden Carmelita y tuvo un
gran desarrollo en las dos Congregaciones de España e Italia, reunidas después
en el 1875. Se tienen así dos Órdenes del Carmelo: la de "Los
Carmelitas", llamados también de la "Antigua Observancia" o
"Calzados", y la de "Los Carmelitas Descalzos" o
"Teresianos", que consideran a Santa Teresa de Jesús como su
reformadora y fundadora.
A partir del Concilio Vaticano II,
los Carmelitas han venido reflexionando hondamente sobre su propia identidad,
sobre su carisma, sobre aquello que está a la base y constituye su proyecto de
vida, a saber "vivir en obsequio de Jesucristo y servirlo fielmente con
corazón puro y buena conciencia" (Regla). Han encontrado su obsequio a
Cristo empeñándose en la búsqueda del rostro de Dios viviente (dimensión
contemplativa), en la fraternidad y el servicio (diakonía) en medio del pueblo.
Todo esto, ellos lo ven realizado en la vida del Profeta Elías y de la Virgen
María, los cuáles han sido guiados por el Espíritu Santo. Mirando a Elías y a
María los Carmelitas se encuentran en una situación fácil para comprender,
interiorizar, vivir y anunciar la verdad que hace al hombre libre.
A este empeño de los Carmelitas, que
es vario y vasto, se une la estrecha colaboración de un gran número de
comunidades de monjas, Congregaciones de las Hermanas de Vida Apostólica,
Laicas de vida consacrada, numerosos grupos de Terceras Ordenes y Cofradías del
Santo Escapulario. Todos estos grupos surgidos por el Espíritu a través de los
siglos, inspirados en la Regla del Carmelo están íntimamente unidos por el
vínculo del amor, de la espiritualidad y de la comunión de bienes espirituales
y por tanto, constituyen en la Iglesia la Familia Carmelita.
Actualmente la Orden Carmelita (rama
de religiosos) está formada por Provincias, Comisariados Generales,
Delegaciones Generales, Comunidades de Ermitaños y una Comunidad Afiliada, con
un total de 2,000 religiosos aproximadamente. Se encuentran en todos los
continentes.
Expongo a continuación el Decálogo de Historia y Espiritualidad del Carmelo:
1. Nacimos a final del siglo XII en el Monte
Carmelo.
2. Recibimos la Regla o Norma de vida a principios del siglo XIII.
3. Jesucristo es el «proyecto de nuestra vida» y «seguirle es nuestra meta».
4. María, nuestra madre y hermana, nos enseña a «engendrar» y a ser «portadores de la vida de Dios en el mundo».
5. Elías, nuestro Padre, nos muestra cómo «vivir en la presencia de Dios» y «ser profetas de justicia y paz entre los pobres».
6. Los santos carmelitas, «maestros del espíritu», nos ofrecen, con el testimonio de sus vidas y de su doctrina, «senderos» que nos conducen por el camino de la unión con Dios.
7. La contemplación, corazón del carisma carmelita, unifica nuestra vida de oración, fraternidad y servicio.
8. El Escapulario, «señal de amor solícito y de la protección maternal de María», nos reviste de Cristo y nos hace miembros de la Familia Carmelita.
9. La Familia Carmelita está formada por religiosos/as, monjas, y laicos.
10. Nuestro lema: «conocer, amar, imitar e irradiar a Jesús y a María».
SANTA TERESA DE JESÚS
Recordemos por todo ello a la figura
de Teresa de Cepeda y Ahumada, reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas
Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título
debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores
católicos (1965) y Doctora de la Iglesia (1970): la primera mujer, que junto a
Santa Catalina de Sena obtiene este título; nacida en Ávila (Castilla la Vieja,
España) el 28 de marzo de 1515; muere en Alba de Tormes (Salamanca) el 4 de
octubre de 1582 (el día siguiente, por la reforma gregoriana del calendario fue
el 15 de octubre); beatificada en 1614, canonizada en 1622; su fiesta el 15 de
octubre.
Su vida debe ser interpretada según el designio que el Señor tenía sobre ella, con los grandes deseos arraigados en su corazón, con las misteriosas dolencias de las cuales fue víctima desde joven (y la enfermiza salud que la acompañó durante toda la vida), con las "resistencias" a la gracia de la cual ella se acusa más de lo debido. Entró en el Carmelo de la Encarnación de Avila el 2 de noviembre de 1535, huyendo de casa. Un poco por las condiciones objetivas del lugar, un poco por las dificultades de orden espiritual, luchó antes de llegar a la que ella llama su "conversión", a los 39 años. Pero el encuentro con algunos directores espirituales la lanzó a grandes pasos hacia la perfección. En 1560 tuvo la primera idea de un nuevo Carmelo, donde pudiera vivir mejor su regla. Idea realizada dos años después en el monasterio de S. José, sin rentas y "según la regla primitiva": expresión que debe ser bien comprendida, porque en aquella época y también después fue más nostálgica y "heroica" que real. Cinco años más tarde Teresa obtuvo del General de la Orden, Juan Bautista Rossi - de visita en España - la orden de multiplicar sus monasterios y permiso para fundar dos conventos de "Carmelitas contemplativos" (después llamados Descalzos), que fuesen como padres espirituales de las monjas y de este modo pudieran ayudarlas.
Teresa está entre las figuras de la
mística católica de todos los tiempos. Sus obras - especialmente las cuatro más
conocidas (Vida, Camino de Perfección, Moradas y Fundaciones) - junto a las
noticias de orden histórico, contienen una doctrina que abraza toda la vida del
alma, desde los primeros pasos hasta la intimidad con Dios en el centro del
Castillo Interior. Su cartas, además, nos la muestran absorbida por los
problemas más variados de cada día y de cada circunstancia. Su doctrina sobre
la unión del alma con Dios (doctrina vivida por ella íntimamente) está en la
línea de la del Carmelo que la ha precedido y que ella ha contribuido de manera
notable a enriquecer, y que ha transmitido no sólo a los hermanos, hijos e
hijas espirituales, sino a toda la Iglesia, a la que sirvió sin escatimar
esfuerzos. Al morir su alegría fue la de poder afirmar: "muero como hija
de la Iglesia".
"DILECTUS MEUS MIHI" (Mi amado es mío)
Ya
toda me entregué y di,
y de
tal suerte he trocado,
que
es mi Amado para mí,
y yo
soy para mi Amado.
Cuando
el dulce Cazador
me
tiró y dejó rendida,
en
los brazos del amor
mi
alma quedó caída,
y
cobrando nueva vida
de
tal manera he trocado,
que
es mi Amado para mí,
y yo
soy para mi Amado.
Hirióme
con una flecha
enherbolada
de amor,
y mi
alma quedó hecha
una
con su Criador;
ya yo
no quiero otro amor,
pues
a mi Dios me he entregado,
y mi
Amado es para mí,
y yo
soy para mi amado.