Me interesa mucho exponeros en esta entrada del Blog, un fenómeno fisiológico como es el de la Hematidrosis, plasmado de forma impresionante por una de las últimas obras de Juan Manuel Miñarro. Se trata de la imagen que bajo la advocación de “Señor del Amor”, ha creado para una agrupación parroquial de Écija.
Viene a retratar al Hombre de la Síndone en el Monte de Getsemaní. Antes de ser prendido, suda sangre en su inmensa agonía mientras ora intensamente ante el drama del principio del fin aceptado.
Es el Cristo que el profesor, escultor e imaginero ha creado para la Agrupación parroquial «El Olivo», fundada en la iglesia de Santiago el Mayor de Écija y aprobada por la Iglesia en diciembre de 2010. Una imagen bellísima, sobrecogedora y a la vez llena de dulzura del Hijo de Dios vivo, que fue bendecida anoche y que en un futuro protagonizará la escena de un paso de misterio del Prendimiento, que, junto a la Virgen de la Concepción, obra de Francisco Buiza de 1974, que procede de un asilo de ancianos de Puebla del Río, será referente en la Alcarrachela, un barrio sin cofradía aún, en el que la agrupación tiene previsto erigir su capilla.
El rostro creado por Miñarro, sus rasgos, su expresión, responden a sus años de investigación en torno al que se dibuja en la Síndone, al que le ha añadido la representación de la hematidrosis, esas «grandes gotas de sangre que caían hasta el suelo», según San Lucas. Ciencia y arte han vuelto a darse la mano en esta imagen —tal y como ya hizo el imaginero en su impresionante Crucificado para la Universidad de Córdoba— pero para recrear ese fenómeno de la sudoración sanguínea, el escultor se topó con la ausencia de suficiente documentación en la literatura médica moderna. Lo más parecido hallado por el imaginero, que ha contado con la ayuda y el asesoramiento del doctor Antonio Petit Gancedo, ha sido el síndrome de Garner-Diamod, descrito en 1955, denominado «Púrpura psicogénica», un trastorno provocado por un «alto nivel de estrés, ansiedad y debilidad por el que se producen hematomas bajo la piel que pueden llegar a la extravasación de sangre, producir hemolacrimia y efectos parecidos a la estigmatización», según explica Miñarro. Así, en la talla de la imagen, de cuerpo completo y totalmente policromada, ha representado la huella de la púrpura psicogénica.
Como se expone en la web: www.lahornacina.com para este importante objetivo, se ha contado con la inestimable ayuda y asesoramiento del doctor Antonio Petit Gancedo: nuestro principal colaborador en el proyecto del Crucificado de la Hermandad Universitaria de Córdoba, y que en esta caso, como en el anterior, no ha dudado en solicitar a su vez el asesoramiento de compañeros y compañeras hematólogos. La primera sorpresa de la indagación fue que el término hematidrosis no está suficientemente documentado en la literatura médica moderna. Además, este fenómeno ha sido durante mucho tiempo discutido y negado. Muchos de los casos descritos son relatados, no con intención científica, sino con intención proselitista religiosa, cuando no mágica. El estudio clínico del sudor de sangre no tiene una larga historia: el primero que publicó un ensayo sobre el tema fue Auguste Nicolas Gendrin (1796-1842), y tres años más tarde Auguste Grisole define de alguna manera la entidad nosológica en un tratado de patología. Una nueva contribución médica más depurada se debe a la obra de Jules Parrot (1839-1883), publicada en 1859. Pero pese a estas contribuciones hechas por autores de prestigio, la mayoría de los patólogos, médicos y tratadistas siguieron mirando a esta misteriosa enfermedad con incredulidad, como si de fruto de la fantasía se tratara.
Respecto a referencias históricas sobre este insólito fenómeno, tenemos que mencionar una cita en la Historia de los Animales de Aristóteles, donde dice: "Le ocurre a algunas personas tener sudor de sangre debido a su mal estado de salud; su cuerpo en estas circunstancias se hace débil y blando". La segunda referencia nos llega de Lucano (año 39 a 65 en Pharsacia), que nos cuenta cómo los soldados romanos, atravesando los desiertos de Egipto, pasaron todo tipo de calamidades, y uno de ellos, mordido por una serpiente, despide de su piel humor escarlata a manera de sangre, y sus lágrimas eran de sangre y todo su cuerpo era a modo de una gran herida.
Ya hemos indicado el origen etimológico del término, incluso podemos ofrecer la definición que da del mismo, el doctor Martin Lara: "trastorno de la secreción sudoral caracterizado por la coloración roja del sudor; esta tonalidad se debe a la presencia de la materia colorante de la sangre: los glóbulos rojos". Sin embargo, no hemos encontrado ningún caso clínico del que exista alguna documentación gráfica moderna en la que nos pudiésemos basar para ayudarnos a la representación del fenómeno. En la medicina moderna, el síndrome más parecido encontrado ha sido el síndrome de Garner-Diamond, descrito en el año 1955, y más tarde, en 1968, por los doctores Ratnoff y Agle, que entonces lo denominaron "púrpura psicogénica". Este trastorno está registrado con casos clínicos y es demostrable en la literatura médica moderna; además, se puede describir de la siguiente forma: "trastorno excepcional [el de Jesús lo fue] en el cual el sujeto, bajo un alto nivel de estrés, ansiedad y debilidad, se le forman como una especies de hematomas bajo la piel que pueden llegar a la extravasación de sangre; producir hemolacrimia y efectos parecidos a la estigmatización".
Os animo a disfrutar de esta imagen en el reportaje fotográfico que aparece en este enlace: