El domingo 26 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada “pro orantibus”, como todos los años.
Es un día para que el pueblo cristiano tome conciencia, valore y agradezca la presencia de la vida contemplativa. Desde la clausura de los monasterios y conventos, laspersonas consagradas contemplativas, como afirma el concilio Vaticano II, «dedican todo su tiempo únicamente a Dios en la soledad y el silencio, en oración constante y en la penitencia practicada con alegría»
En Don Benito no hemos sido ajenos a la vida religiosa
contemplativa o “de clausura”. Desde el siglo XVII existió un monasterio de
Agustinas Recoletas, en el lugar donde hoy se levanta la Casa de Cultura y Plaza
de Abastos. Fue desamortizado y desapareció en 1836.
En 1883, Dña. Elena Donoso Cortés, fundó otro monasterio
de clausura, llamado de Santa Teresa de Jesús, con monjas carmelitas
descalzas, venidas de la segunda fundación de Santa Teresa en Medina del
Campo.
Actualmente viven en él 22 religiosas, dedicadas a la alabanza divina,
trabajando para sus sustento en delicadas labores de artesanía (bordados,
restauración de tejidos, confección de ornamentos litúrgicos...)
En este Convento, se celebró la adoración al Santísimo y Vísperas a las 6.30 de la tarde
La Jornada se celebra en el Año de la fe, convocado por elquerido y recordado papa Benedicto XVI, que nos ha dejado un luminoso magisterio sobre la vida consagrada en general y sobre la vida contemplativa en particular. Ahora sigue amando y sirviendo a la Iglesia a través de la plegaria y reflexión desde el retiro de la clausura.
El nuevo sucesor de Pedro, el papa Francisco, ha retomado toda la programación del Año de la fe, para renovar a la Iglesia. Oremos paraque Jesucristo, Pastor Supremo, le asista en el pastoreo de su Iglesia en el Año de la fe y en esta hora de nueva evangelización.
El lema de la Jornada de este año ha sido:
Centinelas de la oración
La palabra centinela evoca vigilancia. Los centinelas estaban apostados sobre los muros de las ciudades (cf. 2 Sam 18, 24; 2 Re 9, 17-20), en torres de vigilancia en el desierto o sobre las cumbres (cf. 2 Crón 20, 24; Jer 31, 6).
El propio Dios es descrito en ocasiones como centinela o guardián de su pueblo (cf.Sal127, 1), siempre preocupado por la seguridad y protección de los suyos (cf.Sal 121, 4ss). El salmista suplica al Señor su misericordia y espera en su palabra «más que el centinela la aurora» (Sal 130, 6).
La personas contemplativas vigilan como centinelas día y noche igual que las vírgenes prudentes la llegada del esposo (cf. Mt 25, 1-13)
Contempladlo y quedaréis radiantes (Sal 34, 6). La contemplación, luz de
la Nueva Evangelización’ es el lema de la Jornada Pro Orantibus que se
celebrará el próximo domingo, 3 de junio, Solemnidad de la Santísima
Trinidad. Los objetivos de la misma son: Orar a favor de los consagrados
y consagradas en la vida contemplativa; Dar a conocer la vocación
específicamente contemplativa; y Promover iniciativas pastorales
dirigidas a incentivar la vida de oración y la dimensión contemplativa
en las Iglesias particulares.
En su mensaje para la Jornada, el Obispo de Santander y Presidente de la CE para la Vida Consagrada, Mons. Vicente Jiménez, explica que “es un día para que valoremos y agradezcamos la vida de los monjes y monjas, que se consagran enteramente a Dios por la oración, el trabajo, la penitencia y el silencio. Toda la Iglesia debe orar al Señor por esta vocación tan especial y necesaria, despertando el interés vocacional por la vida consagrada contemplativa”.
Para Mons. Jiménez, “los monjes y monjas, dice, a través de la contemplación, entran en contacto con la luz de Cristo. La oración les hace particularmente transparentes a Dios”.
En su mensaje para la Jornada, el Obispo de Santander y Presidente de la CE para la Vida Consagrada, Mons. Vicente Jiménez, explica que “es un día para que valoremos y agradezcamos la vida de los monjes y monjas, que se consagran enteramente a Dios por la oración, el trabajo, la penitencia y el silencio. Toda la Iglesia debe orar al Señor por esta vocación tan especial y necesaria, despertando el interés vocacional por la vida consagrada contemplativa”.
Para Mons. Jiménez, “los monjes y monjas, dice, a través de la contemplación, entran en contacto con la luz de Cristo. La oración les hace particularmente transparentes a Dios”.
“La contemplación es luz de la nueva evangelización. Los contemplativos evangelizan con lo que ‘son’, más que con lo que ‘hacen’. Su propia vocación y consagración son ya instrumento de evangelización. Lo más esencial de la nueva evangelización de los monjes y monjas es mostrar a los demás la belleza de la misma contemplación”. Ellos, prosigue, “nos ayudan a experimentar el misterio insondable de Dios, que es amor” y “nos recuerdan que también hoy Dios es lo único necesario, que hay que buscar primero el Reino de Dios, que la vida nueva en el Espíritu preanuncia la consumación de los bienes invisibles y futuros”.
Concluye afirmando que “en la Jornada Pro Orantibus damos gracias Dios por el don de la vida consagrada contemplativa, que tanto embellece el rostro de Cristo, que resplandece en su Iglesia”.
OBJETIVOS DE LA JORNADA PRO ORANTIBUS
- Orar a favor de los consagrados y consagradas en la vida contemplativa, como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan, y el rico patrimonio espiritual de sus institutos en la Iglesia.
- Dar a conocer la vocación específicamente contemplativa, tan actual y tan necesaria en la Iglesia y para el mundo.
- Promover iniciativas pastorales dirigidas a incentivar la vida de oración y la dimensión contemplativa en las Iglesias particulares, dando ocasión a los fieles, donde sea posible, para que participen en las celebraciones litúrgicas de algún monasterio, salvaguardando, en todo caso, las debidas exigencias y las leyes de la clausura.
JORNADA PRO ORANTIBUS
2013
ORACIÓN
Que te glorifique,
Dios nuestro, tu Iglesia,
al contemplar el
misterio de tu sabiduría,
con la que has creado
y configurado el mundo;
Tú, por medio de
Jesucristo, nos has justificado
y en tu Espíritu
Santo nos has santificado;
escucha la oración
que hoy te dirige tu pueblo,
volviendo su mirada y
su corazón hacia los monasterios,
por las personas
consagradas contemplativas,
que, como centinelas
de la oración,
dedican todo su
tiempo únicamente a ti,
vigilando día y noche
con sus lámparas encendidas.
Concédeles permanecer
fieles a su vocación,
y haz madurar
plenamente
el fruto de su
consagración monástica,
para que tu Iglesia
siga recibiendo de ellos
incrementos
abundantes de fe y caridad.
A ti el honor, la
gloria y el poder,
a ti la alabanza y la
aclamación
por los siglos de los
siglos.
Amén.
SANTÍSIMA TRINIDAD
Esta Jornada coincide con la celebración del misterio de la Santísima Trinidad, el misterio de un sólo Dios en tres personas.
El hombre debe inclinarse con respeto ante ese misterio sublime
y creerlo sin procurar profundizarlo, porque se halla por encima
de la luz de su razón.
La
Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra
religión. En su nombre hemos sido bautizados. La señal
de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca
para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos
en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos
los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario.
La
Santísima Trinidad es, además, prenda de nuestra felicidad
eterna: Dios mismo será nuestra recompensa si hemos guardado
su ley.
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de su gloria.
Os
adoro, Dios tres veces santo, Padre, que nos habéis creado,
Hijo que nos habéis, redimido con vuestra sanare, Espíritu
Santo, que nos santificáis con las gracias que nos concedéis
todos los días. Haced que guarde en mi alma vuestra semejanza
o imagen, a fin de que, un día, me reconozcáis y reine
con vos en la eternidad.
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Adoración
al Padre Eterno.
Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria.
Oración
Os adoro, oh
Padre eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor,
y os doy infinitas gracias en nombre de la santísima Virgen,
vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que
la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis
en su gloriosa Asunción á los cielos.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Oración
Os adoro, oh
eterno Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor
y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la santísima
Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios
con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría
con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.
AMEN