Ya
hacia el año 1200 San Francisco de Asís dispuso recordar con mucha solemnidad la Navidad haciendo un
pesebre lo más parecido posible al de Belén y celebrando así entre pastores,
ovejas, bueyes y asnos la misa de la medianoche, y haciendo él mismo un hermoso
sermón de Nochebuena recordando la gran bondad del Hijo de Dios al quererse
hacer hombre en Belén por salvar nuestra alma.
Más
tarde San Antonio de Padua fue un devoto tan entusiasta del Niño Jesús que
según las imágenes que de él se conservan, mereció que el Divino Niño se le apareciera.
Otro
santo al que se le presenta en las imágenes teniendo entre sus brazos al Niño
Jesús es San Cayetano, el cual lo que necesitaba pedir lo pedía por los méritos
de la infancia de Jesús.
San Cayetano y el Niño Jesús
Modernamente
los santos que más contribuyeron a difundir la devoción al Niño de Belén fueron
Santa Teresa y San Juan de la
Cruz.
Santa
Teresa de Jesús le tenía un amor tan grande al Divino Niño que un día al subir
una escalera obtuvo tener una visión en la que contemplaba al Niño Jesús tal
cual había sido en la tierra. En recuerdo de esta visión la santa llevó siempre
en sus viajes una estatua del Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó
tener y honrar una bella imagen del Niño Jesús que casi siempre ella misma
dejaba de regalo al despedirse.
Santa Teresita de Lisieux
Millones
de creyentes han hecho la experiencia de pedir favores a Dios por los méritos
de la infancia de Jesús y han conseguido maravillas. Y nosotros vamos a hacer
lo mismo. Queremos honrar la infancia de Jesús y darle gracias por haber nacido
en Belén para salvarnos.
Desde
hace unos trescientos años la devoción al Niño Jesús se ha extendido
rápidamente por Europa, América, Asia, Africa y Oceanía. Las gentes empezaron a
experimentar que cuando piden favores a Dios por los méritos de la infancia de
Jesús consiguen maravillas.
Existen
alrededor de todo el mundo muchas figuras e imágenes representando al Niño
Jesús mediante las cuales se han obtenido grandes milagros. Entre las más
conocidas se encuentran: El Niño Jesús de Praga, en Checoslovaquia; el Santo
Niño de Atocha, en México; el Divino Niño de Arenzano, en Italia y el milagroso
Niño Jesús de Bogotá en Colombia, entre otros.
En
el año 1636 Nuestro Señor le hizo a la venerable Margarita del Santísimo
Sacramento esta promesa: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los
méritos de mi infancia y tu oración será escuchada".
HISTORIA DE SU DEVOCIÓN EN
LATINOAMÉRICA
Comienza la devoción al Divino Niño
en Colombia en el año 1907, primero entre los carmelitas y después en la Comunidad Salesiana.
Fueron tantos los favores concedidos que los devotos agradecidos propagaron la
devoción por todas partes. Citamos el testimonio del milagro del 1915,
reconocido por el obispo:
Mi hija María de 18 años venía
padeciendo terribles dolores de reumatismo. Eran tan grandes los dolores que
padecía y tan devastadora la inmovilidad que el reumatismo le estaba
produciendo, que viéndola ya en peligro de muerte llamamos al sacerdote que la
confesó y le administró el viático y la extremaunción.
No podía hacer el menor movimiento de
pies o de manos sin sentir agudísimos dolores. Los medicamentos de los médicos
no le producían ninguna mejoría. Uno de los mejores médicos de la ciudad venía
cada día a visitarla, pero los ataques reumáticos eran cada día más fuertes y
le daban unas convulsiones que la dejaban medio muerta.
El 10 de noviembre del año pasado
cuando en uno de los terribles ataques creí que se moría, al ver que recobraba
otra vez el habla, se me ocurrió una idea: corrí a mi habitación y me traje una
imagencita del Divino Niño que nosotros veneramos con mucho cariño, y
acercándome a la enferma le dije: "Hija, Nuestro Señor hizo la promesa de
que si le pedimos por los méritos de su infancia, nuestra oración será
escuchada. Pidámosle por los méritos de sus 12 primeros años de vida, si te
conviene para la salud del alma, te conceda la salud del cuerpo. Dále un beso a
la imagen del Divino Niño y la colocamos luego junto a los pies que tanto te
duelen".
Ella besó amorosamente al queridísimo
Niño Jesús y luego colocamos la imagen en lecho, junto a la enferma y rezamos
con toda fe.
Pasada una hora, de pronto mi hija
gritó entusiasmada: "Papá, papá, estoy curada". Y para demostrarme
que si era verdad, movía los brazos y los pies en todas direcciones sin sentir
el menor dolor (siendo que hasta hacia unos minutos al menor movimiento de un
brazo o de un pie daba un grito de dolor). Estaba totalmente curada.
Pronto nos reunimos todos los
familiares y emocionados dimos gracias al Milagroso Niño Jesús que hace tales
maravillas. Después de once meses mi hija se encuentra muy robusta y sin el más
mínimo dolor de reumatismo y recomendamos a las personas necesitadas a que en
cualquier angustia, dolor o necesidad invoquen con toda confianza a l Niño
Jesús que tanto goza ayudando a los necesitados. El Señor Obispo que nos honra
con su amistad y que había venido varias veces a visitar a la enferma,
atestigua también este milagro que los médicos no han logrado explicar.
Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Juan 14,13
La devoción al Divino Niño es providencial, es luz para un mundo que desprecia la vida humana y en que tantos niños son abortados o abandonados. ¡Cuánto glorifica a Dios que reconozcamos que El nos envió a Su único Hijo!. El se hizo un niño pequeñito, igual que nosotros en todo menos en el pecado.
Mientras el mundo apuesta por el poder de las armas y del dinero, que es la ley del más fuerte, Jesús nos enseña que el reinará por el amor cuando nos hagamos niños guiados por Su Padre Celestial. Nos pide una profunda conversión de corazón:
Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Mateo 18,3
Vemos entonces que el objetivo primario de la devoción al Divino Niño ha de ser nuestra propia transformación para ser cada vez más como Jesús, en todo hijos dóciles y obedientes al Padre. Así propiciamos su Reino.
ORACIÓN AL DIVINO NIÑO
JESÚS
Divino Niño Jesús Dios de
mi corazón y modelo de mi conducta, estate siempre conmigo para separarme del
mal y hacerme semejante a Ti, haciendo que crezca en sabiduría y gracia delante
de Dios y de los hombres.
¡Oh dulce y pequeño Niño
Jesús,
yo te amaré siempre con
todo mi corazón!
Divino Niño Jesús,
Bendícenos
Divino Niño Jesús,
Escúchanos
Divino Niño Jesús,
Óyenos.
Amén.
Amén.