El respeto es
la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se
establece como reciprocidad: respeto mutuo, reconocimiento
mutuo. El término se refiere a cuestiones morales y éticas, es utilizado
en filosofía política y otras ciencias sociales como
la antropología, la sociología y la psicología.
El
respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el
reconocimiento del mismo como entidad única que necesita que se comprenda
al otro. Consiste en saber valorar los intereses y necesidades de otro
individuo en una reunión
Este
principio se basa en dos teorías ético-morales que dicen textualmente:
El respeto por la autonomía del
individuo, que se sustenta
esencialmente en el respeto de la capacidad que tienen las personas para su
autodeterminación en relación con las determinadas opciones individuales de que
disponen.
Protección
de los individuos con deficiencias o disminución de su autonomía en el que se
plantea y exige que todas aquellas personas que sean vulnerables o dependientes
resulten debidamente protegidas contra cualquier intención de daño o abuso por
otras partes.
Este
principio de autonomía sirvió como base de la bioética desde los
aspectos sociopolíticos, legales y morales aunque no para garantizar el respeto
de las personas en las transacciones médicas.
El respeto también puede considerarse
como punto medio entre dos extremos vistos por exceso y por defecto.
Por
defecto: el miedo, tanto a las personas que le rodean como a objetos o
situaciones que afronta el individuo, llevándole a situaciones de imposibilidad
a realizar determinados proyectos o metas, tal el caso de los complejos de
inferioridad.
Por
exceso: el abuso o desmedida de los límites preestablecidos para un correcto
orden y trato de las personas o situaciones de cada individuo, lo que lleva a
conflictos con los otros como también la imposición de límites y/o normas a fin
de superar la crisis del abuso y restablecer el orden de los derechos de cada individuo.
En
el respeto está implícita la
TOLERANCIA , entendida como la aceptación de las condiciones
que los demás tienen. No obstante, TOLERAR no es CLAUDICAR ni CONCILIAR LO
IRRECONCILIABLE.
El
respeto comienza en la propia persona y está referido a las leyes naturales. El
estado original del respeto está basado en el reconocimiento del propio ser
como una entidad única, una fuerza vital interior, un ser espiritual, un alma.
La conciencia elevada de saber “quién soy” surge desde un espacio auténtico de
valor puro. Con esta perspectiva, hay fe en el propio ser así como entereza e
integridad en el interior. Con la comprensión del propio ser se experimenta el
verdadero autorrespeto. Así, las primeras FALTAS DE RESPETO se dan hacia uno
mismo, cuando no se valora la manera como se trata a sí mismo -por ejemplo
abusando del alcohol, comiendo mal por gusto propio, haciendo del sexo una
actividad morbosa donde los abusos y el placer por el placer primen, etc.-
El
poder de discernir crea un ambiente de respeto, en el que se presta atención a
la calidad de las intenciones, actitudes, conductas, pensamientos, palabras y
acciones. En la medida que exista el poder de la humildad en el respeto hacia
el propio ser —y el discernimiento y la sabiduría que permiten ser justo e
imparcial con los demás— habrá éxito en la forma de valorar la individualidad,
apreciar la diversidad y tomar en consideración la tarea en su totalidad. El
equilibrio entre la humildad y el autorrespeto da como resultado el servicio
altruista, una actuación honrosa desprovista de actitudes débiles tales como la
arrogancia y la estrechez mental. La arrogancia daña o destruye la autenticidad
de los demás y viola sus derechos fundamentales. Un temperamento así perjudica
también al transgresor. Por ejemplo, la tendencia a impresionar, dominar, o
limitar la libertad de los demás se manifiesta con el propósito de imponerse en
detrimento del valor interno, de la dignidad y la paz mental. El respeto
original se subordina a uno artificial.
Por
tanto, pretender ganar respeto sin permanecer consciente del propio valor
original se convierte en el método mismo para perderlo. Conocer el valor propio
y honrar el de los demás es la auténtica manera de ganar respeto. Puesto que
tal principio tiene su origen en ese espacio prístino de valor puro, los demás
sienten intuitivamente, la autenticidad y la sinceridad. En la visión y la
actitud de igualdad existe una espiritualidad compartida. Compartir crea un
sentimiento de pertenecer, un sentimiento de familia.
Ese
sentido de honor y de valor puede extenderse a la naturaleza. La falta de
respeto y trabajar en contra de las leyes de la naturaleza ocasionan un
desequilibrio ecológico y desastres naturales. Cuando el respeto y la
reverencia se extiendan a la energía eterna de la materia, los elementos
servirán a la humanidad con precisión y abundancia.
Respeto
es el reconocimiento del valor inherente y de los derechos innatos de los
individuos y de la sociedad. Estos deben ser reconocidos como el foco central
para lograr que las personas se comprometan con un propósito más elevado en la
vida. El respeto y el reconocimiento internacionales por los derechos
intelectuales y las ideas originales deben observarse sin discriminación. La
grandeza de la vida está presente en cada uno, por lo que todo ser humano tiene
el derecho a la alegría de vivir con respeto y dignidad.
En otras ocasiones hemos expresado la falta de consideración, de respeto de tolerancia hacia las devociones religiosas, hacia las prácticas ordinarias del culto; pero en este caso voy a referirme a esas faltas que se cometen desde el otro lado del espejo...
En
el ámbito religioso, en el ámbito de lo cofrade, en el transcurrir de lo
cotidiano, vamos comprobando en mas de una ocasión, como FALTAR AL RESPETO ES TOTALMENTE GRATIS, no se paga ningún tributo, no
se dan cuentas a ningún superior, ni se tiene las mas mínima consideración; se
hace sin mas y se debe aceptar como tal cosa, haciendo de las “costumbres” o de
las “malas costumbres”, mejor dicho, algo dirigido a su aceptación.
Unas
veces se puede hacer sin intención de dañar al grupo o a la persona o personas
afectadas, pero otras se hace con verdadero ánimo de dañar y perjudicar al
prójimo.
Pero
lo que realmente me parece flagrante es cuando se utiliza el púlpito o el
estrado para escenificar una falta de respeto que no entiende de fechas, ni de
ceremonias, no se cuida el uso de la palabra ni su tiempo exacto; no se mira al
interlocutor en su gesto de sufrimiento o no, tan solo se mira el interés
propio, o el lucimiento personal… Es por ello que no entiendo ni puedo entender
la existencia de pastores de la
Iglesia que obvian el morado de la liturgia en su
casulla, para celebrar un funeral, bajo
la peregrina excusa de estar en tiempo de Navidad; o bien aprovechar la
asistencia de un gran número de dolientes entre familiares y amigos, que deben
escuchar estoicamente como se les exhorta a colaborar con Cáritas, en la
“colecta”, que se va a desarrollar a lo largo de la Eucaristía en la que se
celebra tal funeral; en la que además se recuerda al público asistente que a
pesar de ser Domingo, se celebra tal sepelio y esto es un punto de inflexión
con la anterior línea pastoral de tal o cual Parroquia….
Pues
bien queridos blogueros, después de escuchar estas palabras, e implorar que por
favor la gente colabore con la
Iglesia , en todo lo que esta precise; se produce una homilía
de media hora, con vaguedades que nada tienen que ver con el difunto ni con las
necesidades de reconfortarse de la familia, que con el cuerpo presente tiene que
“soportar” un funeral de una hora de reloj, donde para mas INRI, se dan avisos
parroquiales durante cinco minutos
mas….Todo ello, en un horario del funeral, que no solapa el de ninguna misa
ordinaria del resto del día, sino que es fuera de esas horas; haciendo que los
feligreses que entran a la Iglesia , a su misa, tengan
que esperar la salida del féretro, y esperar a que empiece una nueva
Eucaristía….
Y
digo yo ¿no hay mas horas de misa en el día para todo lo demás?, para los
avisos parroquiales, para tirar de las orejas a los feligreses por su apatía a
la hora de colaborar con las lecturas, para recordar lo bueno que es uno por
celebrar un funeral en Domingo, para el lucimiento personal con largas homilías
vacías de significado…, para recordar que es Navidad y hay que colaborar con
Cáritas…,, acaso los familiares y amigos,
¿están allí para sacar el monedero?, nos olvidamos de que muchos de
nosotros colaboramos permanentemente en obras sociales y de caridad, que es que
nos lo tienen que implorar constantemente, ¿ya no se respeta ni a los muertos dentro de la Iglesia ?, y los familiares
del Difunto ¿por qué tienen que escuchar esa retahíla cuando están deseando dar
el último adiós a su ser querido?...
Esta
reflexión, amigos, es la suma de muchas quejas que me han llegado desde las
navidades, dentro de nuestra Diócesis, y como tal, aquí las expreso para que
cada uno de vosotros saquéis vuestras propias conclusiones. Cuando se pierde el
norte de la verdadera labor de un Pastor de la Iglesia , y nos quedamos en
lo lúdico-festivo, puede pasar que la gente, el pueblo llano, los feligreses,
salgan cada vez mas espantados de aquellos que tienen la labor de guiarlos
espiritualmente. Y esto no es sino la
gota que colma el vaso de nuestra paciencia, y que se reproduce una y otra vez
no solo en este ámbito sino también en el cofrade, como ya hemos puesto de manifiesto
en mas de una ocasión, y seguiremos poniéndolo a pesar de algunos.
Prefiero
ver una mano boca abajo que bendice, que reconforta, que sana, que dirige,....; a
una mano que señala, que increpa o que boca arriba, pide, pide, y pide….. pero
no da nada.