El
pasado día 18 de diciembre celebramos la festividad en el calendario católico,
de Nuestra Señora de la
Esperanza o la festividad de la Expectación del parto de la Virgen María.
En
esta tercera semana de Adviento, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de
la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el
futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con
"La Expectación
del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también
en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O " como popularmente también se le denomina
hoy. Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se
celebró en el año 656, siendo San Eugenio III el obispo de aquella sede y que
posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en
serio propagar. La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella
joven "Virgen de la O "
está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales
que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida.
El origen
del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico y menos
somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas
comienzan con la O :
O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni! Más información sobre su
representación.
"
¡Oh Sabiduria, Oh Adonai. Oh Vara de Jese. Oh Llave de David. Oh Sol naciente,
esplendor de la Luz
eterna. Oh Rey de las naciones y Deseado de las gentes. Oh Emanuel!, ven a
enseñarnos, ven a iluminarnos, ven a sacarnos de esta cárcel sombría, ven a
salvarnos, Dios y Señor nuestro! ".
Con
estos y otros parecidos acentos litúrgicos se celebra esta fiesta de hoy en
honor de la Divina
Maternidad de Maria.
La
fiesta de la Encarnación
del Verbo en el Seno de Maria - 25 de marzo - cae siempre entre los acentos
tristes de Cuaresma, y difícilmente se le puede dedicar la debida atención a
este gran misterio.
La
fiesta mas antigua dedicada a Maria fue sin duda alguna la de Navidad.
Juntamente se celebra al Hijo y a la Madre. Pasado algún tiempo se le quiso dar
solemnidad también a la Fiesta
bajo aspecto mariano propiamente dicho y por ello pensaron en instituir esta
festividad de hoy.
Todo
el tiempo de Adviento es tiempo de "esperanza" en el Mesías que ha de
venir a salvar a la humanidad. Los Profetas y Padres del Antiguo Testamento
procuraban mantener siempre encendido el fuego de la esperanza en el Mesías
venidero. Se oía una voz que decía: "Alegraos en el Señor y de nuevo os lo
repito, alegraos, con una alegría inextinguible, porque el Señor esta
cerca". Y otra con acentos mas impacientes: "Alégrense los cielos,
salte de gozo la tierra y vosotros, montes de Israel, extended vuestras ramas,
cubrios de flores, vestid vuestro ropaje de fiesta... Regocijaos con Jerusalén
todos los que la amáis porque he aquí que yo me acerco a ella como un río de
paz y como un torrente que inunda de gloria a las gentes".
Esta
fiesta de hoy tiene sabores propiamente españoles. Hasta el siglo VII la
iglesia de España no celebraba mas que una festividad mariana pero que abarcaba
a todas las demás: la
Maternidad Divina o la "Fiesta de Santa María" como
se la llamaba sencillamente. Así lo podemos apreciar en los antiguos
calendarios mozárabes. El año 656 se celebraba el celebre Concilio X de Toledo
y allí trataron con toda solemnidad los Padres esta cuestión. Toman parte en
este asunto tres grandes Santos: San Eugenio, San Fructuoso de Braga y San
Ildefonso. Este Concilio dictaminó un decreto por el que se establecía que para
dar mayor solemnidad a esta fiesta mariana de la Maternidad Divina
"se celebre el día octavo antes de Navidad del Señor y se tenga dicho día
como celebérrimo y preclaro en honor de su Santísima Madre".
Este
decreto aludía a que este día ya se celebraba así en muchas otras Iglesias,
pero que para estar de acuerdo con la Iglesia Romana , que lo celebra el día 25 de
marzo, se continúe también celebrando
Aquel
día. Desde esta fecha fue la fiesta más solemne que en honor de la Virgen Maria se
celebraba en España y de aquí paso a otras Iglesias. Tuvo varios nombres:
Expectación del parto de Nuestra Señora, Nuestra Señora Virgen de la Esperanza y Virgen de la
0, haciendo alusión a las Antífonas Mayores de Vísperas que empiezan con esa
exclamación. Maria viene a preparar el camino para la llegada de su Hijo al
mundo, al que viene a salvar. El recuerdo de Maria expectante debe ser el
pensamiento que durante estos días que preceden a Navidad nos debe acompañar.
Esperar al Señor que ha de venir es el tema principal del santo tiempo de Adviento que precede a la gran fiesta de Navidad. La liturgia de este período está llena de deseos de la venida del Salvador y recoge los sentimientos de expectación, que empezaron en el momento mismo de la caída de nuestros primeros padres. En aquella ocasión Dios anunció la venida de un Salvador. La humanidad estuvo desde entonces pendiente de esta promesa y adquiere este tema tal importancia que la concreción religiosa del pueblo de Israel se reduce en uno de sus puntos principales a esta espera del Señor. Esperaban los patriarcas, los profetas, los reyes y los justos, todas las almas buenas del Antiguo Testamento. De este ambiente de expectación toma la Iglesia las expresiones anhelantes, vivas y adecuadas para la preparación del misterio de la "nueva Natividad" del salvador Jesús.
En el punto culminante de esta expectación se halla la Santísima Virgen María. Todas aquellas esperanzas culminan en Ella, la que fue elegida entre todas las mujeres para formar en su seno el verdadero Hijo de Dios.
Sobre Ella se ciernen los vaticinios antiguos, en concreto los de Isaías; Ella es la que, como nadie, prepara los caminos del Señor.
Invócala sin cesar la Iglesia en el devotísimo tiempo de Adviento, auténtico mes de María, ya que por Ella hamos de recibir a Cristo.
Con una profunda y delicada visión de estas verdades y del ambiente del susodicho período litúrgico, los padres del décimo concilio de Toledo (656) instituyeron la fiesta que se llamó muy pronto de la Expectación del Parto, y que debía celebrarse ocho días antes de la solemnidad natalicia de nuestro Redentor, o sea el 18 de diciembre.
La razón de su institución la dan los padres del concilio: no todos los años se puede celebrar con el esplendor conveniente la Anunciación de la Santísima Virgen, al coincidir con el tiempo de Cuaresma o la solemnidad pascual, en cuyos días no siempre tienen cabida las fiestas de santos ni es conveniente celebrar un misterio que dice relación con el comienzo de nuestra salvación. Por esto, speciali constitutione sancitur, ut ante octavum diem, quo natus est Dominus, Genitricis quoque eius dies habeatur celeberrimus, et praeclarus "Se establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su santísima Madre".
En este decreto se alude a la celebración de tal fiesta en "muchas otras Iglesias lejanas" y se ordena que se retenga esta costumbre; aunque, para conformarse con la Iglesia romana, se celebrará también la fiesta del 25 de marzo. De hecho, fue en España una de las fiestas más solemnes, y consta que de Toledo pasó a muchas otras iglesias, tanto de la Península como de fuera de ella. Fue llamada también "día de Santa María", y, como hoy, de Nuestra Señora de la O, por empezar en la víspera de esta fiesta las grandes antífonas de la O en las Vísperas.
Además de los padres que estuvieron presentes en el décimo concilio de Toledo, en especial del entonces obispo de aquella sede, San Eugenio III, intervino en su expansión—y también a él se debe el título concreto de Expectación del Parto—aquel otro gran prelado de la misma sede San Ildefonso, que tanto se distinguió por su amor a la Señora.
La fiesta de hoy tenía en los antiguos breviarios y misales su rezo y misa propios. Los textos del oficio, de rito doble mayor, tienen, además de su sabor mariano, el carácter peculiar del tiempo de Adviento, a base de las profecías de Isaías y de otros textos apropiados como los himnos. Nuestro Misal conserva todavía para la presente fecha una misa, toda a base de textos del Adviento. Es un resumen del ardiente suspiro de María, del pueblo de Israel, de la Iglesia y del alma por el Mesías que ha de venir. Sus textos—casi coinciden con la misa del miércoles de las témporas de Adviento, y todavía más con la misa votiva de la Virgen, propia de este período—son de Isaías (introito, epístola y comunión ) y del evangelio de la Anunciación. Las oraciones son las propias de la Virgen en el tiempo de Adviento.
Precisamente en la víspera de este día dan comienzo las antífonas mayores de la O, por empezar todas ellas con esta exclamación de esperanza. Y así continúa la Iglesia por espacio de siete días, del 17 al 23, en este ambiente de santa expectación y demanda de la venida del Salvador.
Nada, pues, más a propósito que la contemplación de María en los sentimientos que Ella tendría en los días inmediatos a la natividad de su divino Hijo. "Si todos los santos del Antiguo Testamento—escribe el padre Giry (Les petits Bollandistes t. 14 p.373 )—desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo, ¿cuáles no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser su Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenia la humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que debía producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos los patriarcas y profetas? Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen, que nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco podemos concebir cuál fue su gozo cuando Ella vió que sus deseos y los de todos los siglos y de todos los hombres iban a realizarse en Ella y por Ella, ya que iba a dar a luz la esperanza de todas las naciones, Aquel sobre quien se fijaban los ojos de todos en el cielo y en la tierra y miraban como a su libertador."
María, repetimos, está en la cumbre de esta esperanza o, con otras palabras: con María la esperanza es completa, se hace firme. Unidos a Ella, ya que nuestro adviento, el que nosotros esperamos, tuvo principio en la celestial Señora, por haber llevado en su seno virginal a Jesús durante nueve meses, nuestra expectación será más digna del gran Señor que va a venir.
María presenta para el cristiano de hoy la posición que éste debe mantener, máxime en estos días: esperar al Señor. Que Él se incorpore más y más en nosotros, donec formetur Christus in nobis, y que un día, lejano o próximo ya, venga a buscarnos para unirnos definitivamente con Él. El cristiano debe esperar al Señor, donec veniat, hasta que venga para aquel abrazo de unión indisoluble y eterna. Toda la vida del cristiano es una expectación. El modelo de ésta lo ofrece María.
SE TRATA DE UNA FIESTA MARIANA
La presente fiesta mariana, como todas las de la Virgen, además de ser un ejemplo, es una intercesión. Debe servir para afianzar y hacer más intensa esta espera y ayudarnos a cantar con Ella, con la Iglesia-Virgen las antífonas mayores del Magniticat: O Sapientia, O Adonai, O Emmanuel..., veni!
Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena la reacción espontánea de la persona normal es de temor acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.
Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. Era todo un Adviento.
Y como el Mesías llega por la Madre Virgen, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.
Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo S. Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.
La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida.
La
esperanza se suele representar por el color verde como es bien sabido, pero
como virtud teológica que es, junto a la
Fe y la
Caridad , la iconografía católica la representa por una figura
femenina portando un Ancla. El Libro de
Hebreos nos dice que necesitamos tener esa ancla, la esperanza segura de
salvación en Cristo Jesús. Esta es la esperanza puesta delante de nosotros, la
que nos alienta en gran manera. “Lo hizo así para que, mediante la promesa y el
juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que
Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos
aferramos a la esperanza que está delante de nosotros. Tenemos como firme y
segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del
santuario” (Hebreos 6:18-19).
El
verde significa esperanza, porque, en la primavera, el verde que cubre los
campos y que llena los árboles señala la esperanza de que la tierra dará sus
frutos. Y porque el verde -como dicen las primeras ediciones del Diccionario-
es "el color natural de las hierbas y plantas cuando están en su
vigor"; el que -con palabras de Fray Luis de León- " ya muestra en
esperanza el fruto cierto".
Besamanos diciembre 2013 Virgen de Gracia y Esperanza
de la Hermandad de San Roque
Besamanos diciembre 2013 Virgen de la Esperanza Macarena
Besamanos diciembre 2013 Virgen de la Esperanza de Triana
Besamanos diciembre 2012 Nuestra Señora de la O
Besamanos diciembre 2013 Esperanza Trinitaria
Ntra. Sra. de la Esperanza Divina Enfermera. (Hdad. de la Sagrada Lanzada )
En
Sevilla existen varias hermandades que rinden culto a la Virgen María en el
bello misterio de la
Expectación :
Ntra.
Sra. de la Esperanza
Divina Enfermera. (Hdad. de la Sagrada Lanzada )
Ntra.
Sra. de Gracia y Esperanza. (Hdad. de San Roque)
Ntra.
Sra. de la
Esperanza Macarena.
Ntra.
Sra. de la Esperanza
de Triana.
Ntra.
Sra. de la O.
Ntra.
Sra. de la Esperanza.
(Hdad. de la Trinidad )
Estas
hermandades celebran conjuntamente todos los años un pregón en honor de la
festividad de la Esperanza.
Besamanos de la Esperanza Macarena
en su festividad del 18 de diciembre de 1925
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA DULCE ESPERA:
María, madre del amor hermoso, dulce muchacha de Nazareth,
tú que proclamaste la grandeza del Señor y,
diciendo que "sí", te hiciste madre de nuestro Salvador y madre nuestra:
atiende hoy las suplicas q te hago:
En mi interior una nueva vida está creciendo:
un pequeño que traerá alegría y gozo, inquietudes y temores,
esperanzas felicidad a mi hogar.
Cuídalo y protégelo mientras yo lo llevo en mi seno.
Y que, en el feliz momento del nacimiento, cuando escuche sus primeros sonidos y vea sus manos chiquitas,
pueda dar gracias al Creador
por la maravilla de este don que Él me regala.
Que, siguiendo tu ejemplo y modelo,
pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.
Ayúdame e inspírame para que encuetre en mí
un refugio donde cobijarse y, a la vez,
un punto de partida para tomar sus propios caminos.
Además Madre mía, fíjate especialmente
en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas, sin apoyo o sin cariño.
Que puedan sentir el amor del Padre
y que descubran que cada niño que viene al mundo es una bendición.
Que sepan que la decisión heróica
de acoger y nutrir al hijo les es tenida en cuenta.
Nuestra Señora de la Dulce Espera,
dáles tu amor y valor.
AMÉN
¡¡¡ FELIZ DÍA DE LA ESPERANZA !!!