miércoles, 19 de junio de 2013

….. Y TE ENCONTRÉ SEÑOR



….Camino lento, pausado, sobre mis pasos, a veces echando la vista atrás, intentando con anhelo mirar al inicio del camino, para comprobar si después de tantos meses, de tantos días, de tantas horas, de tantas palabras unidas entre si; de tantas imágenes …., he sido capaz de encontrarte, tal y como me había propuesto en el mes de septiembre…

Señor, Tu que sabes de mis pecados, a veces de mi desidia, de mis tropiezos constantes, de mis preocupaciones; Tu que te has cargado con el peso de mi culpa, y me has reconfortado tantas veces aliviando su carga; no te has fijado más allá para dejarte ver por mi en tantos y tantos momentos, que nos quedan para dar por concluida esta temporada del Blog, en busca de nuevas metas, nuevas ilusiones para seguir contando lo que tu quieres que cuente.




Se que mis palabras a veces no son las mas adecuadas, que mi corazón a veces va mas deprisa que mi razón; que mis ansias por buscarte en cada  estación de la vida, pueden llegar a minar el sentido de cada entrada de ese Blog, que no alberga mayores pretensiones que mostrar a curiosos e interesados en la materia, cofrades o no, todo lo que significas en la vida de las personas, y el poso que va quedando tras tu paso por ellas. Me quedaré con el perfume de los claveles que bañaban tus pies ensangrentados; con tu mirada de Amor entregado sin reservas; con el incienso que llenó cada chicota de Gloria bendita; me quedaré extasiado de aquella levantá que derramó gotas de cera a izquierda y a derecha,…

He visto como te miraban; como te rezaban entre dientes, como se santiguaban a tu paso, o como inclinaban la cabeza en señal de respeto…, y todo ello me animó a seguir buscándote. Pero en este largo camino que va del otoño y vuelve al verano, no me encontré solo; afortunadamente estuve rodeado de amigos y hermanos que con tesón y entusiasmo fueron capaces de poner en su sitio lo que estaba derrumbado, fueron capaces de hacer ALGO de la NADA, creyeron que con HUMILDAD, PASIÓN Y SACRIFICIO, podían llegar a dignificar la devoción a tu persona…
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Aquel pañuelo que limpiaba tus pies tras cada beso, tuvo ganado el cielo desde el momento que se puso a tu lado para pasar una y otra vez por tus delicadas plantas, aquellas mismas que siguen soportando firmemente cada afrenta, cada desplante, cada escupitajo de incomprensión… ¿Cuántas veces Señor te negaron, y cuantas veces Señor les perdonaste?. Excusas banales  y peregrinas, quisieron hurgar en la herida de la falta de formación cofrade, de la falta de solidaridad entre hermanos, del figurar y figurar, en busca de una gloria mal enfocada.

A pesar de todo, siempre me diste ánimos, siempre me acompañaste en cada caída, siempre me ayudaste a tratar de ser mejor persona, mejor cristiano, mejor cofrade… A pesar de cada palo en la rueda, conseguiste sacar lo mejor de nosotros, y nos diste la oportunidad de mostrarle a los demás que también cabe el buen gusto, el buen hacer, la ilusión unida a la devoción, el trabajo unido al resultado…






Yo no soy nada sin Ti, no soy nadie sin tu mano en mi hombro, sin el báculo que me ofreces cada mañana al empezar el día. No soy nada sin tu presencia en cada mirada, en cada esquina del camino, sin tu reflejo en cada lágrima de la anciana que busca reconfortarse en Ti; en cada ramo de flores que adorna tu estancia, sin el aroma de las velas que iluminan tu figura; sin el canto gregoriano que se eleva hasta el cielo; y así, solo así puedo llegar a la conclusión después de tantas entradas, que por fin se que te encontré, pero porque nunca te había perdido; nunca te habías separado de mi lado y por eso puede llegar al final de este camino….

Gracias Dios Mío por todo lo que me das, perdona mis ofensas para con los demás y para conmigo mismo, disculpa mis errores y no ensalces mis aciertos, pues son fruto de la pluma torpemente manejada. Gracias Dios Mío, Gracias….


 


Ahora llega la pausa del Verano, el infinito Sol de la tarde abrasando paso a paso el andar del peregrino, que camino de las Cruces, tratará de poner en orden ideas y pensamientos, paz a los quebrantos y luz a los duelos. Mirará con esperanza el horizonte de un nuevo año cofrade que habrá de empezar en Septiembre cargado de metas por cumplir. Por la senda de los encuentros con uno mismo, con los amigos y hermanos, con las dudas y las tentaciones, con la mano tendida al necesitado, con la pasión por mejorar lo que se hizo, y de aprender de lo que se hizo mal para no volver a repetirlo….







  


Esos atardeceres desde la Iglesia de San Sebastián, vislumbrando desde las alturas el horizonte con ese cielo anaranjado sobre el castillo de Medellín, y las golondrinas revoloteando en torno al campanario; los niños jugando en la calle llenando el ambiente con sus risas inocentes; el anciano sentado al fresco del umbral de su casa con la mirada perdida…,  y mis pasos llevándome hasta el interior de la Iglesia, abriendo su pesada puerta lentamente, sintiendo ese golpe de aire fresco en la cara que llega desde su interior, con un regusto al perfume de las velas encendidas que vagamente iluminan la estancia proyectando su luz hacia el Crucificado de la Misericordia que mira con dolor hacia el frente. Tras breves pasos, me siento en un banco  y dirigiendo mis ojos hacia EL , expiro profundamente y me pongo a rezar….
 


“Gracias Dios mío, por darme salud a mi y a los míos, por darme la oportunidad  de seguir escribiendo todo aquello que surge desde la necesidad de enseñar; perdona mis grandísimos fallos y afrentas, mis malos gestos y contestaciones; mi desidia y desgana en ocasiones; el ímpetu de mis acciones, y la oscuridad de mis omisiones… Ante TI me presento intentando ser tu humilde servidor, y espero que puedas comprenderme como siempre lo haces, y que no me dejes solo o desamparado cuando mas lo necesite, como siempre lo haces; destierra mis rencores y tentaciones, y dame la calma que esta vida llena de proyectos necesita para seguir adelante…..”

 


“Padre Nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; el pan nuestro de cada día dánosle hoy, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal….AMÉN”



Reconfortado por este momento, salgo de la Iglesia, y vuelvo a mirar ese atardecer rojo de agosto, bajo esa bofetada de calor al que uno llega a acostumbrarse en Don Benito, … y ese horizonte me muestra lo que ha de venir en Septiembre…, ilusiones y esperanzas por alcanzar todas las metas propuestas al principio del año, y muchas cosas por ordenar para seguir contándolas, porque efectivamente YA SE QUE TE ENCONTRÉ, SEÑOR.

 


….. Queridos lectores, muchas gracias por el tiempo que me dedicáis, nos veremos a la vuelta, pensando en que siempre será mas y mejor…



¡¡¡   SIEMPRE DE FRENTE  !!!



 ¡¡¡¡  FELIZ   VERANO  AMIGOS  !!!!


jueves, 13 de junio de 2013

SAN ANTONIO DE PADUA QUE EN PADUA NACISTE......





En el día de hoy, 13 de junio celebramos la festividad de San Antonio de Padua,  presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Portugal, primero fue canónigo regular y después entró en la Orden recién fundada de los Hermanos Menores, para propagar la fe entre los pueblos de África, pero se dedicó a predicar por Italia y Francia, donde atrajo a muchos a la verdadera fe. Escribió sermones notables por su doctrina y estilo, y por mandato de san Francisco enseñó teología a los hermanos, hasta que en Padua descansó en el Señor.

En Don Benito su barrio que antaño concelebrara su festividad, hoy forma parte del tejido social del barrio de San Juan, no obstante es un santo venerado y querido, con capilla propia en el Hospital (Actual fundación asistencial ) que lleva su nombre, y cuya imagen también es objeto de ruegos y plegarias en la Parroquia de Santa María, que en este día de hoy le dedica su misa de las ocho y media.
 

Capilla del Hospital de San Antonio en Don Benito


 

Imagen de San Antonio de Padua en la Parroquia de Santa María (Don Benito)


 NOTAS BIOGRÁFICAS


San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa (Lisboa, 15 de agosto de 1195 - Padua, 13 de junio de 1231), fue un fraile, predicador y teólogo portugués. Nació con el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, en el seno de una familia de la aristocracia descendiente del cruzado Godofredo de Bouillón.

En sus inicios en 1210, fue monje agustino en Coímbra. En 1220 se convirtió en fraile franciscano. Viajó mucho, viviendo primero en Portugal y luego en Italia y Francia. En 1221 participó junto con unos 3 000 frailes del Capítulo general de Asís (el más multitudinario de los llamados Capítulos de las esteras), donde vio y escuchó en persona a Francisco de Asís. Su convicción, cultura y talento como predicador se mostraron por primera vez en Forlì en 1222. Pronto se divulgó la noticia de la calidad de su sermón, y Antonio recibió una carta del propio san Francisco con el encargo de predicar y de enseñar Teología a los frailes. Luego, fue comisionado por el mismo Francisco para luchar contra la propagación de la herejía cátara en Francia. Se trasladó más tarde a Bolonia y a Padua.


 


Su capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del Testamento» por Gregorio IX. Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su tiempo, en forma especial la avaricia y la práctica de la usura. Según los escritos de la época, sus últimas predicaciones realizadas en la Cuaresma de 1231 tuvieron un éxito popular notable. Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo en ayunas. La multitud de gente que acudía desde las ciudades y pueblos a escuchar las predicaciones diarias lo obligó a abandonar las iglesias como recintos de prédica para hacerlo al aire libre.

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. La celebración de las multitudinarias exequias y la multiplicidad de milagros en su tumba que se le atribuyeron promovieron su rápida canonización bajo el pontificado de Gregorio IX en mayo de 1232. En 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título de «Doctor evangélico».

 


Antonio nació muy probablemente en Lisboa, de allí que el Martirologio romano lo llama «Lusitanus». La casa donde se estima nació el santo, en el barrio medieval de la Alfama, fue destruida completamente en el terremoto que arrasó Lisboa el 1 de noviembre de 1755 y sólo se conserva un pequeño sótano. Hijo de una familia acomodada de esa ciudad, se lo bautizó con el nombre de Fernando, nombre que cambió por el de Antonio en 1220, cuando entró en la Primera Orden de San Francisco.

Se educó en la escuela catedralicia local. Contrariando los deseos de su familia, Fernando ingresó en la abadía agustina de San Vicente en las afueras de Lisboa. Los monjes de la Orden de San Agustín, de la cual él era miembro, eran famosos por su dedicación a los estudios. Fernando estudió las Sagradas Escrituras y la teología de algunos doctores de la Iglesia católica como Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona, Gregorio Magno y Bernardo de Claraval. También estudió los clásicos latinos, como Ovidio y Séneca. Tras obtener el permiso de sus superiores religiosos, se trasladó a la abadía de la Santa Cruz en Coímbra, para continuar sus estudios.

En el verano de 1220 cambió de orden y se hizo franciscano. En ese momento adoptó el nombre de Antonio en honor de san Antonio Abad a quien estaba dedicada la ermita franciscana en la que él residía. En la fiesta de Pentecostés de 1221 miles de frailes (Antonio entre ellos) se congregaron en Asís, episodio que ha pasado a la historia como el Capítulo de las Esteras ya que muchos de los frailes ahí reunidos tuvieron que dormir en esteras. Una vez concluida la reunión, el provincial de Bolonia, Fray Graziano lo envió a una pequeña ermita en las montañas del pueblo de Montepaolo para que sirviera como sacerdote. Durante este período comienza su carrera como predicador viajando por todo el norte de Italia y el sur de Francia contra las herejías. Su primer campo de acción apostólica fue la Romaña donde le tocó enfrentarse al catarismo.

 

En la Curia papal, Antonio suscitó en los cardenales y el pontífice Gregorio IX tal admiración con su predicación que «llegó a llamarlo, con epíteto muy propio, "Arca del Testamento"» (Assidua 10, 2). Luego, Antonio fue a Padua. En la Assidua se hace especial hincapié de este período, particularmente de la predicación cuaresmal de 1231, como uno de los más notables de su vida.

Antonio enfermó de hidropesía y, en 1231, fue de retiro al bosque Camposampiero con otros dos frailes para darse un respiro y tomar nuevos aires. Allá Antonio vivió en una celda construida por él mismo bajo la ramas de un nogal. Murió el 13 de junio de 1231 en el convento de las Clarisas Pobres en Arcella en el camino de regreso a Padua a la edad de 35 años.

San Antonio de Padua es la persona que más rápidamente fue canonizada por la Iglesia católica: 352 días después de su fallecimiento, el 30 de mayo de 1232.

En 1263, la ciudad de Padua le dedicó una basílica que conserva sus restos. Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver fue abierto. Todo su cuerpo estaba ya corrupto con excepción de su lengua, lo que provocó una nueva oleada de devoción y la admiración que incluyó a personalidades como Buenaventura de Fidanza.

 


El 16 de enero de 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título de «Doctor evangélico».




 ORACIÓN A SAN ANTONIO


¡Oh admirable y esclarecido protector mío, San Antonio de Padua! Siempre he tenido grandísima confianza en que me habéis de ayudar en todas mis necesidades, rogando por mi al Señor a quien servisteis, a la Virgen Santísima a quien amasteis y al divino Niño Jesús que tantos favores os hizo. Rogadles por mi, para que por vuestra poderosa intercesión me concedan lo que pido.

¡Oh Glorioso San Antonio! Pues las cosas perdidas son halladas por vuestra mediación y obráis tantos prodigios con vuestros devotos; yo os ruego y suplico me alcancéis de la Divina Majestad el recobrar la gracia que he perdido por mis pecados, y el favor que ahora deseo y pido, siendo para Gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.


 

 ORACIÓN A SAN ANTONIO 
PARA CUANDO SE NOS PIERDE ALGO


Antonio de Padua,
Que en Padua naciste,
A tu padre van a ajusticiar
Por irle a librar la ocasión perdiste.

Antonio, Antonio, vuélvete atrás,
A la Virgen María te encontrarás,
Le pedirás tres palabras
Y te las concederá:

“Que lo perdido sea aparecido”
“Que lo olvidado sea recordado”
Y “Lo ausente sea presente”.  

Amén






Se atribuyen a Antonio de Padua numerosos episodios de carácter místico, entre ellos la bilocación, ser entendido y comprendido por los peces cuando las personas despreciaron sus predicaciones, o de cargar en sus brazos al niño Jesús durante una noche. De allí surgieron numerosas representaciones iconográficas alusivas.

martes, 11 de junio de 2013

LA OCTAVA DEL CORPUS CHRISTI










El pasado domingo,  9 de junio, la Parroquia de Santa María de Don Benito, celebraba la solemnidad de la Octava del Corpus, dentro los actos de conmemoración de la Semana Eucarística, dentro del año de la Fe,  con Procesión de la Custodia y Altares de Culto en la calle que dieron gran explendor al acto.

La PROCESION DE LA "OCTAVA" salió tras la misa de 20.30 h, recorriendo las calles San Antonio, M. Teresa y Avnda. 1ª Mayo, habiendo  invitado a los vecinos de esas calles, mediante carta, a que adornaran sus fachadas, y también a las cofradías de la Parroquia, a que  instalaran un altar en cada calle, incluso se  instaló  la megafonía necesaria para que hubiera  hilo musical en  todo el trayecto de la procesión, para invitar al silencio y al recogimiento, y así adorar y alabar al Señor-Eucaristía.

En primer lugar hay que decir que las Octavas son la prolongación por ocho días, a modo de los judíos con sus principales fiestas, de las fiestas correspondientes. 
Antiguamente, muchas fiestas celebraban octavas, de modo que, aunque esto era costumbre durante la semana (no existían textos propios para las ferias, días entre semana) se repetía la misa durante ocho días posteriores a fiestas como la Epifanía, Pentecostés, incluso algunos santos no tan importantes como Santa Inés o San Lorenzo.

En el tiempo de la reforma del breviario promulgada por Juan XXIII el 25 de julio de 1960 se suprimió la octava del Corpus, aunque en muchas localidades de España permaneció celebrándose.

La Octava del Corpus fue implantada en la Iglesia Católica en 1294 que con la publicación del Código de Rúbricas por mandato de Juan XXIII la cual en el año 1960 desaparecía. Su celebración era el jueves siguiente a la celebración de la Solemnidad del Corpus Christi y esta se realizaba en la Catedral.

Según el ceremonial diseñado, la forma que se debía celebrar la Octava del Corpus:

“El día de la Octava por la tarde después de los Laudes, se hace otra procesión con visita de Altares, en la cual el Santísimo Sacramento es llevado en la custodia en manos del Oficiante, sea este el Rmo. Prelado ó el Hebdomadario. A ella asiste el Ilustrísimo Cabildo y el Clero parroquial, seis individuos del cual llevarán las varas del palio, y se organiza según queda dicho en la fiesta de las Candelas, en cada uno de los Altares se cantará un motete en honor al Sacramento durante el cual la Residencia permanecerá de pié, la estrofa Tantum ergo… á la que todos se arrodillaran, un verso que se variará en cada Altar, y la oración sin el Dominus robiscum antes ni después. Los Altares que se visiten serán el de la Sma. Trinidad, dos que se pondrán en el Prado, ó á los pies de la Iglesia, si el mal tiempo impidiera la salida, y el del Santo Cristo del Perdón, haciendo la ultima visita en el Altar mayor; últimamente se dará la bendición y se reservará según queda dicho, observando en todo las Sagradas Rúbricas y prescripciones del ceremonial”.




 







LA OCTAVA DE PASCUA

La octava del Corpus, es la culminación del período pascual, en el que tambien podemos concelebrar su "Octava", la cual se iniciaba en el Domingo de Resurrección. Con el Domingo de Resurrección comienza los cincuenta días del tiempo pascual que concluye en Pentecostés. La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos.

Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones del Resucitado, la experiencia que los apóstoles tuvieron de Cristo Resucitado y que nos transmiten fielmente. En la primera lectura iremos leyendo de modo continuo las páginas de los Hechos de los Apóstoles.

EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN

El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el día en que incluso la iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.

 





Nos dice San Pablo: "Aquel que ha resucitado a Jesucristo devolverá asimismo la vida a nuestros cuerpos mortales". No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés. El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.


Cristo, al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio. No es a un pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que prepara para el Reino de los Cielos. Las pascuas cristianas -llenas de profundas simbologías- celebran la protección que Cristo no ha cesado ni cesará de dispensar a la Iglesia hasta que Él abra las puertas de la Jerusalén celestial. La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en testimonios.


 





Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad?


Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.


La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.


 


LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hch 2, 14. 22-33
Sl 15
Mt 28, 8-15


Oración colecta

"Señor Dios, que por medio del bautismo haces crecer a tu Iglesia, dándole siempre nuevos hijos, concede a cuantos han renacido en la fuente bautismal vivir siempre de acuerdo con la fe que profesaron. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

Por medio del Bautismo, el Señor hace crecer a su Iglesia, dándole siempre nuevos hijos.  Este es un día en que le pedimos que nos conceda a cuantos hemos renacido en la fuente bautismal, vivir siempre de acuerdo con la fe que profesamos.

Es también el día en que el Señor, después de su Resurrección se manifiesta a las mujeres, que al verlo se asieron de sus pies y le adoraron.

 

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hch 2, 36-41
Sl 32
Jn 20, 11-18


Oración colecta

"Tú, Señor que nos has salvado por el misterio pascual, continúa favoreciendo con dones celestes a tu pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo, que ya ha empezado a gustar en la tierra.Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

El Señor, que nos ha salvado por el misterio pascual, continúa favoreciendo con dones celestiales a su pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo, que ya ha empezado a gustar en la tierra.

También somos invitados a meditar sobre la aparición del Señor Jesús a María Magdalena, la ferviente discípula a quien se le aparece el Señor Jesús Resucitado. Así recompensa Jesús el amor fiel de la mujer penitente (Lc 7,37ss.), cuyo corazón, ante esa sola palabra del Señor, se inunda de gozo indescriptible y sale al encuentro de los apóstoles para anunciarles que el Señor ha resucitado.

El Mesías tenía que padecer, para así entrar en su gloria

Después que Cristo se había mostrado, a través de sus palabras y sus obras, como Dios verdadero y Señor del universo, decía a sus discípulos, a punto ya de subir a Jerusalén: Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los gentiles y a los sumos sacerdotes y a los escribas, para que lo azoten, hagan burla de él y lo crucifiquen. Esto que decía estaba de acuerdo con las predicciones de los profetas, que habían anunciado de antemano la muerte que había de padecer en Jerusalén. Las sagradas Escrituras habían profetizado desde el principio la muerte de Cristo y todo lo que sufriría antes de su muerte; como también lo que había de suceder con su cuerpo, después de muerto; con ello predecían que este Dios, al que tales cosas acontecieron, era impasible e inmortal; y no podríamos tenerlo por Dios, si, al contemplar la realidad de su encarnación, no descubriésemos en ella el motivo justo y verdadero para profesar nuestra fe en ambos extremos, a saber, en su pasión y en su impasibilidad; como también el motivo por el cual el Verbo de Dios, por lo demás impasible, quiso sufrir la pasión: porque era el único modo como podía ser salvado el hombre. Cosas, todas éstas, que sólo las conoce él y aquellos a quienes él se las revela; él, en efecto, conoce todo lo que atañe al Padre, de la misma manera que el Espíritu penetra la profundidad de los misterios divinos.



 


MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hch 3, 1-10
Sl 104
Lc 24, 13-35

Oración colecta

"Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

La Liturgia de hoy nos invita a introducirnos en el encuentro del Señor Jesús Resucitado con los Discípulos de Emaús.  Este pasaje es un apasionante programa de vida cristiana, en el que el mismo Señor victorioso sale al encuentro del hombre desesperanzado, y lo invita a vivir un horizonte pleno y hermoso.

El Resucitado, les enseña las Escrituras y comparte el pan y el vino, trocando la tristeza que agobiaba sus corazones en alegría y gozo.

La pasión del Salvador es la salvación de la vida humana. Para esto quiso morir por nosotros, para que nosotros, creyendo en él, viviéramos para siempre. Quiso hacerse como nosotros en el tiempo, para que nosotros, alcanzando la eternidad que él nos promete, viviéramos con él para siempre.

 



JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hch 3, 11-26
Sl 8
Lc 24, 35-48


Oración colecta

"Oh Dios, que has reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede a los que han renacido en la fuente bautismal, una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

Dios, que ha reunido pueblos diversos en la confesión de su Nombre, concede a todos los que han renacido en la fuente bautismal, una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida.  

Él nunca nos abandona.  Después de su Resurrección, sigue acompañándonos y enseñándonos como debe ser nuestro esfuerzo cotidiano por ser santos.

El Buen Pastor, nunca deja a sus ovejas, y esta vez nos lo confirma al salir al encuentro de sus queridos y temerosos amigos, mostrándoles las marcas de la dolorosa y gloriosa cruz, comiendo ante ellos y abriendo sus corazones para que comprendan lo que las Escrituras decían de su Muerte y Resurrección. 

 


VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hch 4, 1-12
Sl 117
Jn 21, 1-14


Oración colecta

"Dios todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres, concédenos realizar en la vida cuanto celebramos en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

Por el Misterio pascual, Dios ha restaurado su alianza con los hombres. Pidámosle que nos conceda realizar en nuestras vidas todo lo que celebramos en la Fe.

Hoy, que el Señor nos invita a crecer en nuestra fe, y a echar las redes para pescar.  En el pasaje de la pesca milagrosa, las palabras del Señor Jesús resuenan en las fibras más profundas del corazón de los Apóstoles, disipando toda preocupación y temor existente en sus corazones, y  permaneciendo con ellos en un fraternal compartir.



SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hch 4, 13-21
Sl 117
Mc 16, 9-15


Oración colecta

"Oh Dios, que con la abundancia de tu gracia no cesas de aumentar el número de tus hijos, mira con amor a los que has elegido como miembros de tu Iglesia, para que, quienes han nacido por el bautismo, obtengan también la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

Dios, que con la abundancia de su gracia no cesa de aumentar el número de sus hijos, mira con amor a los que ha elegido como miembros de su Iglesia, para que, renacidos por el bautismo, obtengamos también la resurrección gloriosa.

El Señor Jesús Resucitado una vez más aparece a sus apóstoles, corrigiendo su incredulidad, y exhortándolos a salir por todo el mundo y anunciar su Evangelio a todas las personas.

 

DOMINGO II DE PASCUA. OCTAVA DE PASCUA

Hch 5, 12-16
Sl 117
Ap 1, 9-11.12-13.17-19
Jn 20, 19-31


Oración colecta

"Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo con el retorno anual de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

La Resurrección del Señor nos trajo una vida nueva, por la que él vive en nosotros por su Espíritu. Hay un llamado claro a creer, a abrir de par en par la puerta del corazón para que el inmenso don de la Reconciliación traída por Cristo, entre en la vida de cada uno de nosotros.

Cristo Resucitado, está con nosotros. Acompaña, con su poder, la marcha de la historia. El Señor Jesús está presente en la comunidad de los creyentes, en la Palabra de Dios, en el servicio fraternal, en el misterio y en la Eucaristía. Con fe, esperanza y caridad, vivamos la vida nueva que nos trae el Señor Jesús Resucitado.






Jesús Eucaristía:

Venir a Visitarte, me colma el alma de alegría
inmensa, porque es venir a conversar con el
Amigo, porque es venir y colmarse de luz, de
paz y de un gozo que no me cabe en el alma.

Venir a visitarte, y postrarme a tus pies
es para mí causa de inmensa honra, pues me
siento más favorecido que si uno de los grandes
de este mundo me concediera audiencia y me
otorgara toda clase de favores.

Y es natural que mi alma se dilate en ese gozo
santo, al sentirme cerca de ti, Jesús Eucaristía,
al experimentar que bondadosamente me amas y que
te agrada que venga a visitarte.

¡Que gozo! ¡Que alegría! ¡ Que inmenso júbilo
poder estar aquí en tu presencia! Jesús Eucaristía.

Es el gozo de quien sabe que está junto a su
Redentor, cerca de Aquel que todo lo puede, todo
lo sabe y que desea curar nuestros males, aliviar
nuestras heridas y derramar
su consuelo divino en nuestros corazones.

Es un gozo que supera toda alegría
humana, porque simplemente es el gozo de Dios,
que se comunica con plenitud a nuestras almas.

¡Gracias, Jesús Eucaristía! Mil gracias por
concederme esta alegría íntima y profunda de
vivir estos momentos de oración cerca de Ti,
bajo el influjo de tu amor misericordioso que
nos ama, nos purifica y nos santifica.

¡Un momento cerca de ti, vale más que miles de
años lejos de tu santificadora presencia.

¡Te amo, Jesús Eucaristía! y gracias por permitirme
vivir estos momentos cerca de ti.

Amén.







viernes, 7 de junio de 2013

JUAN MANUEL RODRÍGUEZ OJEDA: LA AGUJA DE ORO

 

 

Este Blog quedaría incompleto en su labor de divulgación y enseñanza de lo que ralla en la calidad cofrade, si no pusiéramos énfasis en la figura y en la obra de uno de los maestros del arte, que nos ha dejado para la posteridad un cambio de estilo y una manera sublime de tratar el diseño y  el bordado de palios, mantos y sayas, y la forma de vestir a las dolorosas. Yo recomendaría encarecidamente la lectura de esta entrada y de los libros que voy a mostraros, a quienes se vanaglorian de “tocar” imágenes sin la formación y el conocimiento adecuado…

Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1853-1930) fue un bordador y diseñador español que contribuyó con sus obras e innovaciones al cambio estético que se produjo en las hermandades de la Semana Santa de Sevilla en los primeros años del siglo XX.

Su obra puede dividirse en dos etapas, la primera de corte tradicional que abarca desde 1879 a 1900 y la segunda, a partir de 1900, más innovadora, ligada al regionalismo y el costumbrismo.

 

 Palio de la Amargura

 

En 1901 diseñó un palio para el paso de la Virgen de la Amargura de Sevilla que supuso un cambio importante sobre el estilo hasta entonces imperante. Fue bordado en hilo de oro sobre terciopelo de color azul, en lugar del negro tradicional que se utilizaba en los palios como señal de luto. Las novedosas formas del conjunto añadían también una serie de líneas curvas en las caídas de los faldones que provocaban una sensación visual nueva y rompían con el predominio de líneas rectas hasta entonces imperante. Este palio fue vendido en 1926 a la Hermandad del Desconsuelo de Jerez de la Frontera, donde continua en la actualidad.

Muchas de sus obras tuvieron por destino la Hermandad de La Esperanza Macarena (Sevilla) de la que fue hermano, además de ocupar varios cargos internos, como un manto de malla que se estrenó en 1900 y es conocido popularmente como «El Camaronero», o el palio que se estrenó en la Semana Santa de 1908, bordado sobre terciopelo rojo y malla, el cual contribuyó con sus novedosas formas y bordados a la popularización de la nueva estética,  creando un nuevo estilo de vestir a las dolorosas que fue muy imitado posteriormente. Además de su faceta de bordador, fue también diseñador de obras de orfebrería, así como de la ropa de la Centuria Romana de la Macarena que acompaña a la imagen de la Nuestro Padre Jesús de la Sentencia en su procesión anual en la madrugada del Viernes Santo.
 

File:Bordadoras con el Camaronero de la Macarena.jpg

 

 Manto Camaronero de la Esperanza Macarena

 

En 1915, en pleno periodo de madurez, realizó una de sus obras más logradas, formada por el conjunto del palio y el manto de la Virgen de la Presentación de la Hermandad de El Calvario (Sevilla), este trabajo se enmarca en la corriente historicista, como puede comprobarse observando entre otros detalles, la forma del palio que pertenece a los llamados de cajón.

 

 

Manto Virgen de la Presentación

En el año 2000, coincidiendo con el 70 aniversario de su fallecimiento, se inauguró en Sevilla un monumento en su honor realizado por el escultor Luis Álvarez Duarte.

 

Volviendo a nuestra Editorial de referencia, JIRORES DE AZUL, traemos dos recomendaciones literarias que ponen de manifiesto la obra de Juan Manuel.
 JUAN MANUEL RODRÍGUEZ OJEDA, DISEÑOS Y BORDADOS PARA LA HERMANDAD DE LA MACARENA (1879-1900)
 


-1.-  SOBRE EL LIBRO

Autor: Andrés Luque Teruel
Año: 2009
Editorial Jirones de Azul
330 páginas con ilustraciones inéditas
Prólogo de José Cuatro Cantillos
ISBN: 978-84-96790-46-9

Con este libro, la editorial Jirones de Azul inicia una colección de Arte Contemporáneo con la obra de un diseñador y bordador, realizando como siempre, una apuesta valiente y arriesgada.

Este es el primero de los dos tomos dedicados a un artista sevillano tan popular como desconocido.

Fruto de las investigaciones del profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, Andrés Luque Teruel, surge esta primera monografía dedicada al artista, centrada en la primera de sus dos etapas, la tardo romántica del último cuarto de siglo XIX (1879-1900) en la que todos sus proyectos fueron para la Hermandad de la Macarena.

Nadie debe esperar una lectura complaciente en el sentido narcicista del mundo cofrade, pues no la encontrará. En su lugar verá un enorme compromiso con la veracidad histórica sobre el diseñador y su obra: uno de los artistas sevillanos más importantes de la época de inicio de la modernidad, un diseñador excepcional y de gran alcance, que supo entender la estética de su tiempo más allá de los condicionantes de género.

-2.- SOBRE EL AUTOR:

Andrés Luque Teruel.  Sevilla 1964

Une la profusión de sus conocimientos académicos a la implicación personal en la conservación del patrimonio histórico artístico macareno, así como del resto de la ciudad hispalense.
Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla. Profesor en el Departamento de Historia del Arte de la Facultad de  Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla.

XII Premio Nacional de Ensayo Caja San Fernando-Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, 1997. Premio de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 1999.  Premio del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, en 1999.  Mención Especial del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Madrid, 2000. III Premio Nacional de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, 2000. Premio Extraordinario Itálica 2000.
JUAN MANUEL RODRÍGUEZ OJEDA. DISEÑOS Y BORDADOS PARA LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA MACARENA 1900-1930



 -1.-  SOBRE EL LIBRO

Autor: Andrés Luque Teruel
Año: 2011
Editorial Jirones de Azul
393 páginas con ilustraciones inéditas
Prólogo de Antonio Mañes Manaute
ISBN: 978-84-92868-35-3


Este libro, “Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Diseños y bordados para la Hermandad de la Esperanza Macarena, 1900-1930”, es el segundo de los dos tomos dedicados a un artista sevillano tan popular como desconocido. 

Fruto de las investigaciones del profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Andrés Luque Teruel, surge esta primera monografía dedicada al artista, centrada en la segunda de sus dos etapas, la regionalista del primer tercio del siglo XX (1900-1930), en la que sus proyectos y bordados enriquecieron el patrimonio de numerosas Hermandades de Andalucía.

Nadie debe esperar una lectura complaciente en el sentido narcisista del mundo cofrade, pues no la encontrará. En su lugar verá un enorme compromiso con la veracidad histórica sobre el diseñador y su obra: uno de los artistas sevillanos más importantes de la época de inicio de la modernidad, un diseñador excepcional y de gran alcance, que supo entender la estética de su tiempo, más allá de los condicionantes de género.

Virgen de la Amargura con San Juan (Sevilla)