En el día de hoy, 13 de junio celebramos la festividad de San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido
en Portugal, primero fue canónigo regular y después entró en
la Orden recién fundada de los Hermanos Menores, para propagar
la fe entre los pueblos de África, pero se dedicó
a predicar por Italia y Francia, donde atrajo a muchos
a la verdadera fe. Escribió sermones notables por su doctrina
y estilo, y por mandato de san Francisco enseñó teología
a los hermanos, hasta que en Padua descansó en el
Señor.
En Don Benito su barrio que antaño concelebrara su festividad, hoy forma parte del tejido social del barrio de San Juan, no obstante es un santo venerado y querido, con capilla propia en el Hospital (Actual fundación asistencial ) que lleva su nombre, y cuya imagen también es objeto de ruegos y plegarias en la Parroquia de Santa María, que en este día de hoy le dedica su misa de las ocho y media.
Capilla del Hospital de San Antonio en Don Benito
Imagen de San Antonio de Padua en la Parroquia de Santa María (Don Benito)
NOTAS BIOGRÁFICAS
San
Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa (Lisboa, 15 de
agosto de 1195 - Padua, 13 de junio de 1231), fue un fraile, predicador y
teólogo portugués. Nació con el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira
Azevedo, en el seno de una familia de la aristocracia descendiente del cruzado
Godofredo de Bouillón.
En
sus inicios en 1210, fue monje agustino en Coímbra. En 1220 se convirtió en
fraile franciscano. Viajó mucho, viviendo primero en Portugal y luego en Italia
y Francia. En 1221 participó junto con unos 3 000 frailes del Capítulo general
de Asís (el más multitudinario de los llamados Capítulos de las esteras), donde
vio y escuchó en persona a Francisco de Asís. Su convicción, cultura y talento
como predicador se mostraron por primera vez en Forlì en 1222. Pronto se
divulgó la noticia de la calidad de su sermón, y Antonio recibió una carta del
propio san Francisco con el encargo de predicar y de enseñar Teología a los
frailes. Luego, fue comisionado por el mismo Francisco para luchar contra la
propagación de la herejía cátara en Francia. Se trasladó más tarde a Bolonia y
a Padua.
Su
capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del
Testamento» por Gregorio IX. Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su
tiempo, en forma especial la avaricia y la práctica de la usura. Según los
escritos de la época, sus últimas predicaciones realizadas en la Cuaresma de 1231 tuvieron
un éxito popular notable. Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en
la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo
en ayunas. La multitud de gente que acudía desde las ciudades y pueblos a
escuchar las predicaciones diarias lo obligó a abandonar las iglesias como
recintos de prédica para hacerlo al aire libre.
Después
de la Pascua
de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió
retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el
convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la
edad de treinta y seis años. La celebración de las multitudinarias exequias y
la multiplicidad de milagros en su tumba que se le atribuyeron promovieron su
rápida canonización bajo el pontificado de Gregorio IX en mayo de 1232. En
1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título
de «Doctor evangélico».
Antonio
nació muy probablemente en Lisboa, de allí que el Martirologio romano lo llama
«Lusitanus». La casa donde se estima nació el santo, en el barrio medieval de la Alfama, fue destruida
completamente en el terremoto que arrasó Lisboa el 1 de noviembre de 1755 y
sólo se conserva un pequeño sótano. Hijo de una familia acomodada de esa
ciudad, se lo bautizó con el nombre de Fernando, nombre que cambió por el de
Antonio en 1220, cuando entró en la Primera Orden de San Francisco.
Se
educó en la escuela catedralicia local. Contrariando los deseos de su familia,
Fernando ingresó en la abadía agustina de San Vicente en las afueras de Lisboa.
Los monjes de la Orden
de San Agustín, de la cual él era miembro, eran famosos por su dedicación a los
estudios. Fernando estudió las Sagradas Escrituras y la teología de algunos
doctores de la Iglesia
católica como Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona, Gregorio Magno y
Bernardo de Claraval. También estudió los clásicos latinos, como Ovidio y
Séneca. Tras obtener el permiso de sus superiores religiosos, se trasladó a la
abadía de la Santa Cruz
en Coímbra, para continuar sus estudios.
En
el verano de 1220 cambió de orden y se hizo franciscano. En ese momento adoptó
el nombre de Antonio en honor de san Antonio Abad a quien estaba dedicada la
ermita franciscana en la que él residía. En la fiesta de Pentecostés de 1221 miles de frailes
(Antonio entre ellos) se congregaron en Asís, episodio que ha pasado a la
historia como el Capítulo de las Esteras ya que muchos de los frailes ahí
reunidos tuvieron que dormir en esteras. Una vez concluida la reunión, el
provincial de Bolonia, Fray Graziano lo envió a una pequeña ermita en las
montañas del pueblo de Montepaolo para que sirviera como sacerdote. Durante
este período comienza su carrera como predicador viajando por todo el norte de
Italia y el sur de Francia contra las herejías. Su primer campo de acción apostólica
fue la Romaña
donde le tocó enfrentarse al catarismo.
En
la Curia papal,
Antonio suscitó en los cardenales y el pontífice Gregorio IX tal admiración con
su predicación que «llegó a llamarlo, con epíteto muy propio, "Arca del
Testamento"» (Assidua 10, 2). Luego, Antonio fue a Padua. En la Assidua se hace especial
hincapié de este período, particularmente de la predicación cuaresmal de 1231,
como uno de los más notables de su vida.
Antonio
enfermó de hidropesía y, en 1231, fue de retiro al bosque Camposampiero con
otros dos frailes para darse un respiro y tomar nuevos aires. Allá Antonio
vivió en una celda construida por él mismo bajo la ramas de un nogal. Murió el
13 de junio de 1231 en el convento de las Clarisas Pobres en Arcella en el
camino de regreso a Padua a la edad de 35 años.
San
Antonio de Padua es la persona que más rápidamente fue canonizada por la Iglesia católica: 352 días
después de su fallecimiento, el 30 de mayo de 1232.
En
1263, la ciudad de Padua le dedicó una basílica que conserva sus restos.
Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver
fue abierto. Todo su cuerpo estaba ya corrupto con excepción de su lengua, lo
que provocó una nueva oleada de devoción y la admiración que incluyó a
personalidades como Buenaventura de Fidanza.
El
16 de enero de 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título
de «Doctor evangélico».
ORACIÓN A SAN ANTONIO
¡Oh admirable y esclarecido protector mío, San Antonio de Padua!
Siempre he tenido grandísima confianza en que me habéis de ayudar en
todas mis necesidades, rogando por mi al Señor a quien servisteis, a la
Virgen Santísima a quien amasteis y al divino Niño Jesús que tantos
favores os hizo. Rogadles por mi, para que por vuestra poderosa
intercesión me concedan lo que pido.
¡Oh Glorioso San Antonio! Pues las cosas perdidas son halladas por
vuestra mediación y obráis tantos prodigios con vuestros devotos; yo os
ruego y suplico me alcancéis de la Divina Majestad el recobrar la gracia
que he perdido por mis pecados, y el favor que ahora deseo y pido,
siendo para Gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN A SAN ANTONIO
PARA CUANDO SE NOS PIERDE ALGO
Antonio de Padua,
Que en Padua naciste,
A tu padre van a ajusticiar
Por irle a librar la ocasión perdiste.
Antonio, Antonio, vuélvete atrás,
A la Virgen María te encontrarás,
Le pedirás tres palabras
Y te las concederá:
“Que lo perdido sea aparecido”
“Que lo olvidado sea recordado”
Y “Lo ausente sea presente”.
Que en Padua naciste,
A tu padre van a ajusticiar
Por irle a librar la ocasión perdiste.
Antonio, Antonio, vuélvete atrás,
A la Virgen María te encontrarás,
Le pedirás tres palabras
Y te las concederá:
“Que lo perdido sea aparecido”
“Que lo olvidado sea recordado”
Y “Lo ausente sea presente”.
Amén
Se
atribuyen a Antonio de Padua numerosos episodios de carácter místico, entre
ellos la bilocación, ser entendido y comprendido por los peces cuando las
personas despreciaron sus predicaciones, o de cargar en sus brazos al niño
Jesús durante una noche. De allí surgieron numerosas representaciones
iconográficas alusivas.