lunes, 30 de enero de 2012

EL ESTADO DE LAS COSAS


Como en cualquier otro ámbito de nuestras vidas, y el mundo cofrade no es ajeno a ello, hay una manera de afrontar el estado de las cosas que está directamente relacionada con la forma de ser y estar de los que componemos las Hermandades y Cofradías, desde cualquiera de sus cargos de representación o sólo como hermanos.

El espíritu cofrade es una semilla necesaria para el florecimiento de nuestras corporaciones, para mantener viva la llama de la ilusión por hacer bien las cosas, de forma digna, honrando a nuestros titulares, tratando de conservar y aumentar el patrimonio que tenemos a nuestra disposición, y dando cabida, en la medida de lo posible a nuevos impulsos, nuevas ideas necesarias para la evangelización y la integración social de los nuevos barrios, o de los barrios existentes pero que están marginados por el discurrir de nuestra sociedad.

Como comentamos en una de las primeras entradas del Blog, en Don Benito, tenemos a día de hoy, varios tipos de cofrades, que influyen de manera decisiva en lo que es hoy la Semana Santa local, y en lo que podría llegar a ser. Al margen de entender la misma como un rasgo de identidad de la ciudad, tanto a nivel turístico-cultural como a nivel devocional, hay algo que frena las aspiraciones de cofrades mas jóvenes, que intentan abrirse paso en este mundo tan complicado, a veces, y que hace que nuestra Semana de pasión sea evidentemente estática e inmovilista. Es decir, que no evoluciona, no crece como debería, y se ha quedado estancada con el paso de los años.

¿Cómo influye en esta cuestión, la manera de ser de los Cofrades?. Pues está claro que podemos distinguir varios tipos:

-1.- Aquellos que teniendo un bagaje importante por edad, y por los cargos asumidos en nuestras Hermandades y Cofradías, abogan por dar paso a los mas jóvenes, que con ilusiones renovadas, ideas obtenidas de otras Semanas Santas de nuestro entorno y conocimientos en el ámbito de las nuevas tecnologías (páginas web, redes sociales, etc…) están preparados para asumir el reto de mantener las tradiciones, y tratar de mejorarlas en la medida de lo posible. El trabajo codo con codo de jóvenes y veteranos, garantiza el bienestar de nuestra Semana Santa para las próximas décadas.

-2.- Por otro lado, están aquellos otros cofrades, que lejos de arrimar el hombro para mejorar lo que existe, se han dedicado a alimentar sus propios egos o ansias de figurar, tratando de minar la moral de los mas jóvenes, e influyendo de manera negativa en cualquier acción que implique crecer, asumir nuevos retos; porque entienden que las cosas están bien como están, y al fin y al cabo, Don Benito no puede o no tiene la necesidad de hacer nada nuevo, porque el calabazón prefiere el campo a la ciudad en esta Semana crucial para los cofrades. Este tipo, amparándose en el conocimiento o formación cofrade que dicen tener, prefieren mantener el estado de las cosas, y figurar mas en otros actos de las Parroquias, que en los específicos de la vida cofrade.

Todos los cofrades en mayor o menor medida han sido importantes para que en Don Benito, a día de hoy, tengamos 4 Hermandades y Cofradías de Penitencia, que realizan su estación cada Semana Santa. Conforman nuestra Junta de Cofradías, y hasta la fecha, bien por cuestiones económicas, bien por la línea parroquial que marca parte de sus actividades anuales, bien por los Hermanos mayores, que dirigen con mayor o menor acierto sus corporaciones, pienso con todos mis respetos, que se han acomodado a no hacer nada nuevo o atractivo para el florecimiento de nuestra Semana de pasión. Unos mas que otros evidentemente.

Se echa en falta una mayor implicación del Ayuntamiento local, que me consta está en disposición de cambiar para bien, en la conformación de una Semana Santa atractiva y bien organizada, codo a codo con la Junta de Cofradías. Pero también han sido y es responsabilidad directa de las Hermandades el hacerse notar más si cabe, aprovechando los medios de comunicación virtuales, que afortunadamente tenemos hoy en día.

El grupo de cofrades, que tenemos la certeza de poder cambiar el estado de las cosas, sabemos la necesidad de ampliar el marco de miras hacia otros barrios, porque afortunadamente la ciudad crece, y todas las personas, creyentes o no, precisan del apoyo de las Hermandades y Cofradías, que amparadas por las Parroquias tienen una labor muy importante por hacer. Pero además, tenemos una gran noticia para estos barrios, con la necesaria creación de dos nuevas corporaciones en torno a las imágenes del Señor de la Oración en el Huerto, y de Nuestro Padre Jesús de la Salud. La devoción que pueden despertar ambas tallas, garantiza la posibilidad de crear en torno a ellas dos nuevos movimientos cofrades, abiertos a toda clase de personas, sean jóvenes o mayores, sean de un barrio o de otro, o sean vecinos de nuestra querida ciudad o de otras poblaciones cercanas. Si dejamos crecer ambos proyectos, podemos conformar una Semana Santa floreciente, con un espíritu cofrade renovado, con posibilidades de fomentar mayores obras sociales, de catequización de los más pequeños, de amparo a nuestros vecinos de edad más avanzada, etc…

Lo mas fácil es permanecer inmóvil, pero afortunadamente, tenemos mucho trabajo por hacer, y una ilusión a prueba de bombas, y queremos hacernos oír donde corresponda: Ayuntamiento, Parroquias, Junta de Cofradías, Diócesis de Plasencia, Medios de Comunicación, etc… No nos vamos a conformar con lo que tenemos, y desde aquí animo a todas aquellas personas que creen en la posibilidad de cambiar las cosas, que nos sigan sin reparos, porque no les vamos a fallar; y con respecto a aquellos, que amparados en su posición o conocimiento, no quieren o no dejan tocar nada, les animo a cambiar de actitud, y dejar a los jóvenes tomar el relevo para beneficio de la Semana Santa de Don Benito; las cosas se pueden hacer con mayor o menor celeridad, pero sobre todo hay que quererlas.

Ánimo a todos los cofrades, y a los que no lo son; aquí les esperamos para llegar a serlo algún día.

sábado, 28 de enero de 2012

TONTOS DE CAPIROTE

Dentro de la biblioteca del “Jartible”, se me antoja necesario e imprescindible, dejarse llevar por la afilada pluma de mi admirado Francisco Robles, en su octava edición ya del libro “Tontos de Capirote”.

Natural de Sevilla realiza la licenciatura de Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla, para ejercer la docencia como profesor de Lengua Española y Literatura.

Además de su faceta de escritor, en la que lleva publicados una docena de títulos, alguno ya en la sexta edición, ha editado el libro La soledad de Augusto Ferrán. También es el director de la revista El Libro Andaluz (Asociación de Editores de Andalucía).

Colabora en prensa, radio y televisión. En Sevilla TV dirige el programa "Ojos que nos ven", participando en el de "Semana Santa de Sevilla"; así mismo colabora en "Herrera en la Onda" de Onda Cero.

DATOS TÉCNICOS:

- Editorial: SIGNATURA EDICIONES.
- Lengua: Castellano.
- Encuadernación: Tapa blanda.
- ISBN: 9788496210325.
- Año de Edición: 1997.
- Plaza de Edición: Sevilla.

SINOPSIS

Tontos de Capirote es un análisis irónico de los tipos que pululan alrededor de la Semana Santa. A lo largo de este catálogo de maniáticos semanasanteros, el lector podrá reconocer actitudes y comportamientos de quienes le rodean. O de sí mismo, porque en este libro estamos todos retratados, empezando por el autor. Nunca nadie hasta ahora había hecho pasar por el laberinto de los espejos a los capillitas, a quienes la mala literatura había dibujado como individuos inmunes, sin mancha, con pasaje directo a la gloria.

Podremos descubrir al tonto del silbidito, a la tonta de la mantilla, al tonto de las torrijas, etc...

Por las páginas de Tontos de Capirote fluye ese mundo contradictorio de la Semana Snta: la ternura, la ironía, las pasiones que nublan el entendimiento para que nazca la tontura. Este libro, que ya es un testimonio literario de su época, ha sido calificado por Antonio Burgos como "saludable obra, tan llena de gracia y del mejor humor".

Espero que podáis disfrutar de la obra tanto como lo hice yo, os aseguro que los momentos que pasareis leyendo el mismo, harán que os olvidéis de todas las preocupaciones.

Si te apasiona la Semana Santa hasta abandonarte a ella con la "jartibilidad" necesaria, no cabe duda de que estás hecho un gran "tonto de capirote".

jueves, 26 de enero de 2012

DON BENITO TIENE SUS ÁNGELES


Los primeros tramos de nazarenos van enfilando sus pasos hacia la calle Donoso Cortés, bajo la luz de la luna, que va abriendo paso a la comitiva. Una larga hilera de cirios rojos, en contraste con el ruán de las túnicas de negro, vienen flanqueando la Cruz de Guía.

Apenas podía sentir el chirriar de las cadenas arrastrándose de forma melancólica y solemne por el húmedo adoquín del Jueves Santo; repicando de forma insistente una y otra vez, dejándose sentir cada vez mas cerca, por aquellos penitentes, que daban un paso más allá en la expiación de sus pecados, o en el cumplimiento de sus promesas.

A lo lejos, podía divisarse la silueta del Cristo de la Buena Muerte, cuyo rostro quedaba al descubierto por la luz que le llegaba desde los faroles de guardabrisa que lo rozaban levemente a izquierda y derecha, como queriendo acariciarlo: “¡¡ poco a poco, vamos de frente con el Señor valientes, la izquierda adelante y la derecha atrás...!! “. Palabras que sonaban a gloria en el silencio de la noche, y que Pedro les iba ordenando con respeto a sus costaleros. ¡¡ Que orgullo para su Madre, ver como cuidan a su hijo !!.

La revirá desde la calle Luis Hermida, dio paso a una tremenda chicotá prácticamente a tambor, ejecutada de manera imponente por esas zapatillas de esparto que raseaban sobre la calle, meciendo el paso de forma acompasada, sin estridencias, que fue acercando al Señor hasta una de las pocas luces artificiales que iluminaban la calle. Aquella luz salía de las puertas de la Capilla del Convento de las Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, en el número 21.

La gente abarrotaba la calle, expectante, nerviosa, con la ansiedad de quien no ve el momento de que llegue “el momento”. Alguien era mandado callar por otro, con el siseo característico; los flases de las cámaras se centraban en el rostro compungido del Señor, pero el momento, no merecía ser roto por sonidos que no fueran propios del silencio respetuoso. Las miradas hacia el horizonte, fueron tornando en cabezas inclinadas hacia el imponente crucificado. Algunos aprovecharon para presignarse, o clavar en su cuerpo amoratado por la pasión, una nueva oración. “Poco a poco valientes, ¡¡ pararlo ahí !!. En ese momento dos golpes secos de llamador me estremecieron, y despertaron el llanto de un niño asustado por la escena. El paso quedó quieto mirando hacia el frente de la calle, en la misma puerta de la capilla.

Quedaba el último reto antes de reverenciar a sus moradoras; la calle estrecha, la luz mínima, y el público apenas dejaba un metro para maniobrar, pero el buen hacer de Pedro con sus costaleros obraría el “milagro” una noche mas. Alcé mis ojos hacia la luna, y después de un largo suspiro, bajé la mirada de nuevo a la escena. Dos nuevos golpes de llamador para que su patero de confianza, con un ligero movimiento de pies, casi en una baldosa, compusiera la mejor sinfonía de la estación de penitencia, para que racheando todos al compás, sin mas, el Señor quedara mirando al interior del pequeño templo. “ánimo con El, valientes, que se vea como trabajan los que saben y pueden; vamos a pedir aquí por todos vosotros y por vuestas madres, para que el Señor nos ayude a continuar, y a dar gracias a Dios, por permitirnos volver aquí, a su lado, otro año mas”.

Palabras sinceras, afectuosas y cargadas de emotividad, que hicieron resbalar alguna lágrima de los que allí se agolpaban. Un “padrenuestro” espontáneo volvió a romper el silencio de la noche. Pedro cogió dos claveles de la delantera del paso, y se adentró en la capilla. La magia de la noche aún nos deparaba el sonido inimitable de quienes tienen en la Oración, la razón de ser de sus vidas; nada para ellas, todo para los demás. Con claridad, pudimos escuchar desde fuera sus voces, claras, dulces y angelicales. El Señor de la Buena Muerte reverenciando al Cristo de “Marcelino Pan y Vino”, y siendo testigo de su divina presencia. El coro de voces de las monjitas, sólo pudo brillar con más luz en aquella noche de luna llena que llenaba el ambiente. Un respetuoso aplauso de los allí presentes, puso fin a ese ansiado momento, convertido en el más emotivo y esperado por los fieles y curiosos.

En ese momento, comprendí que Don Benito tiene sus ángeles. Basta con escuchar su voz, no es necesario verlas, pero su labor, su vida, su entrega, sus años de historia y su ejemplo no tiene precio, y se siente en el corazón y en el alma de cada uno de nosotros. Si algún Jueves Santo, queréis sentir su presencia, no dejéis de esperar el paso del Señor y de su Madre, que llegan a visitarlas.

Dios sabe donde pone su mano….

martes, 24 de enero de 2012

TIEMPOS PARA LA ESPERANZA


Porque todo tiene su tiempo pero fraccionado, hecho de pequeñas partituras independientes. Porque hay un tiempo para dejar que sucedan las cosas y un tiempo para dejar que las cosas sucedan. Mas solo un tiempo lo es siempre: la Esperanza. Siempre es su tiempo, hasta que deja de ser esperanza y se convierte en plenitud del Amor. Ese es el momento en que creemos que todo ha terminado y se revela el Principio.

Es sabia la expresión: “el camino es a veces mejor que la posada”; sintetiza que es mejor los momentos que pasamos esperando la felicidad, son mucho mas agradables y felices que los coronados por el gozo. Y esto es, con mas frecuencia que la deseada, cierto, pero no lo es en cuanto a que no es aplicable a la esperanza cristiana, porque cuando el cristiano llega, da comienzo la vida. La esperanza cristiana, no consiste en simples palabras vacías o promesas hermosas pero vanas, sino realidades concretas. Más aún. son personas: la de Cristo Resucitado y la de María, Madre de la Esperanza. (palabras pronunciadas en el año 2000, por José Antonio Fernández Cabrero, Consiliario de la Hermandad de la Esperanza Macarena, en el Pregón de la Esperanza de Carlos Colón Perales).

El triunfo de la Esperanza sobre las tinieblas, es el motor de la fe del cristiano, y nos alienta a sobrevivir en un mundo de dificultades, de dudas y piedras en el camino.

Benedicto XVI, en la carta encíclica Spe Salvi, nos propone tres “lugares” para el aprendizaje y el ejercicio de la esperanza cristiana.

-1.- El primer “lugar” es la oración. En el diálogo íntimo y personal con Dios experimentamos la realidad y la cercanía de un Padre que escucha y nos habla. El contacto frecuente con el Señor, en la oración, reaviva y renueva nuestra esperanza porque nos acercamos con la convicción de que Dios siempre atiende nuestras súplicas y está dispuesto a ayudarnos, pues «cuando no puedo hablar con ninguno (...) siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme (...) Él puede ayudarme».

-2.- El segundo “lugar” es la rectitud del obrar y el sufrimiento. El dolor y los padecimientos, tanto físicos como morales, son realidades connaturales a nuestra existencia humana. Cuando las tribulaciones se aceptan, no con una vana resignación, sino con fe y esperanza encontramos un camino de maduración y purificación. Desde esta óptica, el sufrimiento adquiere un auténtico sentido sólo a la luz del misterio de Cristo y, así mismo, los padecimientos se pueden enfrentar con realismo y sin desesperación.

-3.- Finalmente, en tercer “lugar” está la reflexión constante sobre el juicio final. En este sentido, La realidad del juicio nos ayuda a ordenar la vida presente de cara al futuro, a la eternidad. Además, ante muchos de los trágicos eventos que han marcado la historia humana esperamos en la justicia divina, pues tiene que existir alguien que pueda responder «al sufrimiento de los siglos» y al «cinismo del poder». Algunos autores de la violencia e injusticia en este mundo podrán escapar al juicio humano pero no al juicio divino.

En conclusión, «el hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza» (Spe Salvi, n. 23). Sólo Dios puede colmar totalmente todos nuestros anhelos y esperanzas.

¿Cuáles son mis esperanzas?, ¿a dónde tiende mi corazón? La estatura moral y espiritual del hombre se puede medir por aquello que espera (cf. Benedicto XVI, Ángelus, 28 de noviembre de 2010).

Por todo ello, debemos ser portadores de la Esperanza, vivir sin miedo a la oscuridad, predicar con el ejemplo diario y eliminar cualquier vestigio de incertidumbre, porque el Tiempo de la Esperanza LO ES SIEMPRE.

domingo, 22 de enero de 2012

ESTRENAR O RESTAURAR


Entendemos por restaurar el recuperar o recobrar, reparar, renovar o volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía, o bien en el caso de una obra de arte: reparar una pintura, escultura, edificio, etc., del deterioro que ha sufrido, como consecuencia del uso, del paso del tiempo o de alguna situación extraordinaria por condiciones meteorológicas o por algún siniestro.

En cuanto a estrenar, supone el usar, mostrar o disponer por primera vez, alguna cosa, sea un bien tangible o una obra de arte, de teatro, cine, etc…

Estos dos términos son muy comunes en el ámbito de la terminología cofrade de nuestras Hermandades, y generan a día de hoy, un amplio debate interno, en el seno de cada una de ellas, y también externo, cuando el patrimonio o ajuar se exhibe en las calles, en estaciones de penitencia o salidas extraordinarias; o bien en museos o casas de hermandad.

Hay un primer punto de vista, que desde fuera considera que en una época de crisis económica como la que estamos viviendo, cualquier gasto extraordinario, ostentoso o desmedido, choca frontalmente con la austeridad que ha de presidir en las Hermandades, como en cualquier otro colectivo (empresas, familias, administraciones públicas, etc…). Otros sin embargo, entienden como un elemento mas de la labor evangelizadora de una cofradía en la calle, que cuanto mas vistosa luzca, mas se puede percibir su importancia en la sociedad.

A veces dicen que las cofradías gastan demasiado dinero en restaurar o estrenar, ¿cómo afrontar estas críticas?:

Por un lado es importante destacar la obligación que tiene una cofradía para con el mantenimiento de su patrimonio, ya que no dejan de tener en sus manos verdaderas obras de arte, y la sociedad en general, y el cofrade en particular, no admitiría un mal uso de sus bienes, o una deficiente conservación de los mismos, ya sea en su ubicación en los templos, en la composición de los altares de culto, en la manera de llevar cabo los traslados internos, la preparación de los pasos, la ubicación de las cosas hasta su utilización el año siguiente, etc...

Para aquellos que entienden como fundamental toda la actividad que llevan a cabo las Hermandades y Cofradías de su ciudad, a veces también se olvidan las partidas destinadas a obras sociales, y que de forma menos visible, contribuyen a paliar o solventar muchos problemas que nos rodean, y por ello sus bolsas de caridad cada vez son mas frecuentadas por personas o colectivos, que antes no lo precisaban.

Pero del mismo modo, no deja de ser importante la labor que una hermandad lleva a cabo, para contribuir a la conservación de profesiones artesanas que se hubieran perdido si no fuese por las cofradías: el bordado en oro, la talla, el dorado, la orfebrería, las cererías antiquísimas, el cultivo de flores, la elaboración de inciensos, etc…, son muchas las personas que trabajan al cabo del año para la Semana Santa y si las cofradías no estrenaran o no bordaran un manto, o si no se plantearan la recuperación o la conservación de su patrimonio, pues se tendrían que dedicar a otra cosa.

No obstante, no queda más remedio que apretarse el cinturón, también en este ámbito, y tratar de dar ejemplo, conservando el patrimonio existente, y dejando los estrenos para cuando la situación mejore. Es preferible, llevar a cabo de manera mas frecuente, labores de limpieza o conservación de nuestras imágenes y enseres, con pequeñas intervenciones bien en la policromía de las tallas, repasando o restableciendo bordados de mantos, sobremantos, toquillas, palios, etc…, antes que en el lucimiento de un estreno, que puede esperar a otros tiempos de mayor bonanza.

Es tiempo de pensar más en la obra social de la Hermandad, y menos en la estética de las cosas, salvo cuando no quede mas remedio para evitar una pérdida irreparable del patrimonio.