jueves, 30 de enero de 2014

NO OS CONFORMEIS CON UNA VIDA CRISTIANA MEDIOCRE








En estos tiempos de preparación previa a la Cuaresma, me parece muy interesante reflexionar sobre el papel que han de jugar las Cofradías en la vida cristiana; mas si cabe, cuando concluido el año de la Fe, se nos exhorta desde la Diócesis de Plasencia, a dar un paso mas en nuestro compromiso público, colaborando de forma activa en la Misión Diocesana Evangelizadora, cuyos fines ya desgranaremos mas adelante. 

Para ello quiero trasladaros en esta entrada la homilía dada por el Papa Francisco el pasado mes de mayo, en marco de la Jornada Mundial de Cofradías y Piedad Popular, desarrollada en Roma.

El papa Francisco a las Cofradías: "No os conforméis con una vida cristiana mediocre"

"Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia os quiere. Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas".

El pasado mes de mayo, se celebraba en Roma una Jornada mundial de Cofradías y Piedad Popular. La lluvia no impidió que miles de cofrades de todo el mundo se dieran cita junto al santo Padre y escucharan las palabras que les dirigió y que hoy acercamos a nuestro portal de formación en Arimatea, para que hagan eco en nuestras hermandades y nos ayuden a comenzar un nuevo curso cofrade. Transcribimos la homilía completa y destacamos las tres cualidades que el papa Francisco pide a las cofradías: Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero.



Queridos hermanos y hermanas, habéis tenido valor para venir con esta lluvia… El Señor os lo pague.

En el camino del Año de la Fe, me alegra celebrar esta Eucaristía dedicada de manera especial a las Hermandades, una realidad tradicional en la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento. Os saludo a todos con afecto, en especial a las Hermandades que han venido de diversas partes del mundo. Gracias por vuestra presencia y vuestro testimonio.






1. Hemos escuchado en el Evangelio un pasaje de los sermones de despedida de Jesús, que el evangelista Juan nos ha dejado en el contexto de la Última Cena. Jesús confía a los Apóstoles sus últimas recomendaciones antes de dejarles, como un testamento espiritual. El texto de hoy insiste en que la fe cristiana está toda ella centrada en la relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Quien ama al Señor Jesús, acoge en sí a Él y al Padre, y gracias al Espíritu Santo acoge en su corazón y en su propia vida el Evangelio. Aquí se indica el centro del que todo debe iniciar, y al que todo debe conducir: amar a Dios, ser discípulos de Cristo viviendo el Evangelio. Dirigiéndose a vosotros, Benedicto XVI ha usado esta palabra: «evangelicidad». Queridas Hermandades, la piedad popular, de la que sois una manifestación importante, es un tesoro que tiene la Iglesia, y que los obispos latinoamericanos han definido de manera significativa como una espiritualidad, una mística, que es un «espacio de encuentro con Jesucristo». Acudid siempre a Cristo, fuente inagotable, reforzad vuestra fe, cuidando la formación espiritual, la oración personal y comunitaria, la liturgia. A lo largo de los siglos, las Hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor. Caminad con decisión hacia la santidad; no os conforméis con una vida cristiana mediocre, sino que vuestra pertenencia sea un estímulo, ante todo para vosotros, para amar más a Jesucristo.








2. También el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado nos habla de lo que es esencial.
En la Iglesia naciente fue necesario inmediatamente discernir lo que era esencial para ser cristianos, para seguir a Cristo, y lo que no lo era. Los Apóstoles y los ancianos tuvieron una reunión importante en Jerusalén, un primer «concilio» sobre este tema, a causa de los problemas que habían surgido después de que el Evangelio hubiera sido predicado a los gentiles, a los no judíos. Fue una ocasión providencial para comprender mejor qué es lo esencial, es decir, creer en Jesucristo, muerto y resucitado por nuestros pecados, y amarse unos a otros como Él nos ha amado. Pero notad cómo las dificultades no se superaron fuera, sino dentro de la Iglesia. Y aquí entra un segundo elemento que quisiera recordaros, como hizo Benedicto XVI: la «eclesialidad». La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros Pastores. Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia os quiere. Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas. Los obispos latinoamericanos han dicho que la piedad popular, de la que sois una expresión es «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia» (Documento de Aparecida, 264). ¡Esto es hermoso! Una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia. Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana, aire fresco. Veo en esta plaza una gran variedad antes de paraguas y ahora de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, la variedad reconducida a la unidad y la unidad es encuentro con Cristo.





3. Quisiera añadir una tercera palabra que os debe caracterizar:

«MISIONARIEDAD». Tenéis una misión específica e importante, que es mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a los que pertenecéis, y lo hacéis a través de la piedad popular. Cuando, por ejemplo, lleváis en procesión el crucifijo con tanta veneración y tanto amor al Señor, no hacéis únicamente un gesto externo; indicáis la centralidad del Misterio Pascual del Señor, de su Pasión, Muerte y Resurrección, que nos ha redimido; e indicáis, primero a vosotros mismos y también a la comunidad, que es necesario seguir a Cristo en el camino concreto de la vida para que nos transforme. Del mismo modo, cuando manifestáis la profunda devoción a la Virgen María, señaláis al más alto logro de la existencia cristiana, a Aquella que por su fe y su obediencia a la voluntad de Dios, así como por la meditación de las palabras y las obras de Jesús, es la perfecta discípula del Señor (cf. Lumen gentium, 53). Esta fe, que nace de la escucha de la Palabra de Dios, vosotros la manifestáis en formas que incluyen los sentidos, los afectos, los símbolos de las diferentes culturas... Y, haciéndolo así, ayudáis a transmitirla a la gente, y especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el Evangelio «los pequeños». En efecto, «el caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador» (Documento de Aparecida, 264). Cuando vais a los santuarios, cuando lleváis a la familia, a vuestros hijos, hacéis una verdadera obra evangelizadora. Es necesario seguir por este camino. Sed también vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean «puentes», senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios. Sed misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos perdona, nos espera siempre y nos ama tanto.







Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero. Tres palabras, no las olvidéis: Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero. Pidamos al Señor que oriente siempre nuestra mente y nuestro corazón hacia Él, como piedras vivas de la Iglesia, para que todas nuestras actividades, toda nuestra vida cristiana, sea un testimonio luminoso de su misericordia y de su amor. Así caminaremos hacia la meta de nuestra peregrinación terrena, hacia ese santuario tan hermoso, hacia la Jerusalén del cielo. Allí ya no hay ningún templo: Dios mismo y el Cordero son su templo; y la luz del sol y la luna ceden su puesto a la gloria del Altísimo. 


Que así sea.







Estas palabras suponen un impulso a las motivaciones y valores que deben poner en práctica las Hermandades, Cofradías y Asociaciones Parroquiales de la Diócesis a lo largo de su recorrido como cristianos convencidos, y como ejemplo constante de catequización.  Sin embargo sabemos, por la experiencia ya demostrada en Don Benito, que las corporaciones de Pasión y Gloria adolecen de un conformismo y de un inmovilismo pertinaz, que les hacen dejarse llevar por la apatía que provoca cualquier actividad que vaya mas allá de la organización de los actos de Cuaresma y Semana Santa. Cualquier movimiento en torno a mayores logros, deberá generarse desde el espíritu de superación cofrade, y es ahí donde harán falta personas con verdadera devoción por lo que hacen, mas allá de figurar unas horas al año, muy a su pesar. Un ejemplo de ello es la ausencia de actos específicos organizados por las Cofradías en torno al Año de la Fe, ya concluido, a excepción del Besamanos extraordinario a la Beata Matilde del Sagrado Corazón, desarrollado por la Asociación Parroquial de la Oración en el Huerto de Don Benito, el pasado 27 de octubre de 2013.

A todo ello debe contribuir, sin duda, la continuación del año de la Fe a través de las MISIÓN DIOCESANA EVANGELIZADORA, presentada en Don Benito, el pasado  lunes 27 de enero, en el salón de actos del Colegio Sagrado Corazón (azules), que desarrolló el primer encuentro preparatorio para la Misión Diocesana, donde el Sr. Obispo expuso el tema central, fundamentando el proyecto misionero diocesano desde su carta pastoral "Cada parroquia una misión, cada cristiano un misionero" y desde la reciente Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco. Tras esta intervención, el vicario para la animación pastoral, Don José Luis Hermoso, explicó los pasos a seguir para llevar a cabo la misión, que tendrá lugar en la cuaresma y pascua de 2015, siendo este curso de preparación de la misión.






Esperemos que las propuestas realizadas por Don Amadeo para Don Benito, y en concreto para las Cofradías, tengan un verdadero recorrido de éxito, fundamentado en sacar de la desidia a los rectores de las distintas hermandades y este 2014, sea un verdadero punto de inflexión para todos.