sábado, 23 de marzo de 2013

OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS ES AYUDADO POR SIMÓN EL CIRINEO



Pasión con el Cirineo

Señor de Pasión con Simón de Cirene (Sevilla)


Del Evangelio según san Marcos 15, 21 

A uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz de Jesús.

MEDITACIÓN

Simón de Cirene venía del campo. Se tropezó con el cortejo de muerte y lo forzaron a llevar la cruz juntamente con Jesús. 

En un segundo momento, él corroboró este servicio, se mostró feliz de haber podido ayudar al pobre Condenado y llegó a ser uno de los discípulos en la Iglesia primitiva. Seguramente fue objeto de admiración y casi de envidia por la suerte especial de haber ayudado a Jesús en sus sufrimientos. 

«Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, a que llevara la cruz de Jesús» (cf. Mc 15,21). Los soldados romanos lo hicieron temiendo que el Condenado, agotado, no lograra llevar la cruz hasta el Gólgota. No habrían podido ejecutar en él la sentencia de la crucifixión.

Buscaban a un hombre que lo ayudase a llevar la cruz. Su mirada se detuvo en Simón. Lo obligaron a cargar aquel peso. Se puede uno imaginar que él no estuviera de acuerdo y se opusiera. Llevar la cruz junto con un condenado podía considerarse un acto ofensivo de la dignidad de un hombre libre. Aunque de mala gana, Simón tomó la cruz para ayudar a Jesús.

En un canto de cuaresma se escuchan estas palabras: «Bajo el peso de la cruz Jesús acoge al Cireneo». Son palabras que dejan entrever un cambio total de perspectiva: el divino Condenado aparece como alguien que, en cierto modo, «hace don» de la cruz. ¿Acaso no fue Él quien dijo: «El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí» (Mt 10,38)?




Simón recibe un don. Se ha hecho «digno» de él. Lo que a los ojos de la gente podía ofender su dignidad, en la perspectiva de la redención, en cambio, le ha otorgado una nueva dignidad. El Hijo de Dios lo ha convertido, de manera singular, en copartícipe de su obra salvífica.

¿Simón es consciente de ello? El evangelista san Marcos identifica a Simón de Cirene como «padre de Alejandro y de Rufo» (15,21). Si los hijos de Simón de Cirene eran conocidos en la primitiva comunidad cristiana, se puede pensar que también él creyó en Cristo, precisamente mientras llevaba la cruz. Pasó libremente de la constricción a la disponibilidad, como si hubieran llegado a su corazón aquellas palabras: «El que no lleva su cruz conmigo, no es digno de mí». Llevando la cruz, fue introducido en el conocimiento del evangelio de la cruz. Desde entonces este evangelio habla a muchos, a innumerables cireneos, llamados a lo largo de la historia a llevar la cruz junto con Jesús.

La tortura paraliza a Jesús. Sólo que la muchedumbre mantiene firme su paso obligando a que no se detenga el cortejo. Es un pulso desigual entre la impiedad y la inocencia abandonada y vencida. Simón Cirineo presta entonces su apoyo al agotado reo. La muerte se detiene un punto ante el improvisado auxiliar. Era necesario que Jesús prosiguiera apurando su tortura salvífica. Y el poeta cristiano, en paralela versión actualizadora, elige para sí a Jesús por cirineo particular para prolongar la necesaria fortaleza de la propia vida, mientras aún quepa la ofensa posible.


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Cirineo de la Hermandad de Pasión (Sevilla) obra de Sebastián Santos, 
que procesionó con el Señor  de 1970 a 1974

Cuando llevaban a Jesús para crucificarle encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual exigieron que llevase la cruz, porque Jesús no podía ya con ella. El cirineo vió como un día laborable cualquiera se transformaba en el gran acontecimiento de su vida. Simón sigue al Hijo de Dios no con su propia cruz personal, sino con el mismo madero de la crucifixión, arrimando físicamente el hombro par aliviar su peso a Jesús.

REFLEXIÓN

Simón pasaba por Jerusalén y se encontró con Jesús cargando con la Cruz salvadora, pero abrumado por el peso de ella. Simón pasaba por aquel lugar situado fuera ya de las murallas de la ciudad y próximo al montículo del Calvario. El hecho de llamarle cirineo indica que debía proceder de esta región del Norte de Africa, aunque fuese judío. Cabe que estuviese en Jerusalén de paso, o en peregrinación por la Pascua, o viviese establemente allí después de vivir un tiempo fuera. Los nombres de sus hijos, Alejandro y Rufo (cfr. Mc 15,21), revelan procedencia griega y latina respectivamente. 

Todo parece casual en aquel encuentro con Cristo y su Cruz. Casual es su presencia en la ciudad, casual es su paso por aquel lugar, casual es que le fuercen a llevar la Cruz del Señor. Pero aquellas casualidades son ocasión de una transformación profunda en aquel hombre, más llamativa, si cabe, por inesperada.


El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.


No parece que estuviese ni con los que insultan o gritan contra Jesús, ni con los discípulos. Tampoco parece un espectador curioso simplemente pasaba y venía del campo dice Marcos. Mateo añade que cuando salieron encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, a quien obligaron a llevar su cruz (la de Jesús)[769]. Lucas añade un detalle que puede ayudarnos a entender mejor la transformación de Simón: le cargaron con la cruz para que la llevase detrás de Jesús.

No parece difícil imaginar la conmoción de Simón. Va tranquilamente por el camino, como se va por los caminos de la vida, oye un tumulto, le llama la atención, se acerca… y de repente los soldados le rodean y a gritos, sin ningún permiso, le fuerzan a llevar la cruz de uno a quien llevaban a crucificar. Quizá le dió tiempo para enterarse quién era aquel a quien ayudaba, quizá no pudo preguntar pero leyó la inscripción de la cartela que indicaba el delito: Jesús Nazareno Rey de los judíos, texto que estaba escrito en tres lenguas hebreo, griego y latín. Lo natural es pensar en un rebelde político de altos vuelos, lo extraño es que no supiese nada de aquella rebelión política. Después miraría a Jesús y lo vería extenuado, eran patentes las huellas de la flagelación y de los muchos golpes que debió sufrir, curiosamente conservaba en la cabeza una corona de espinas que se le clavaba.

Al tomar la Cruz le miraría y no habría en él parecer ni hermosura, era como un desecho de los hombres, pero algo le debió extrañar: no se resistía. Se levantó Jesús, quizá le dirigió una mirada de agradecimiento y se dirigió lentamente al monte Calvario. La ascensión era pequeña, varias decenas de metros de desnivel, pero muy empinadas, le vería casi arrastrarse, si no es que fue llevado en parte por los mismos soldados. Al mismo tiempo oiría los insultos feroces de una multitud que eran judíos, y además muchos de ellos eran fariseos y escribas, incluso estaban allí ancianos del Sanedrín y Sacerdotes. La sorpresa de Simón debió crecer. Si era un rebelde contra los romanos y condenado por éstos debían estar tristes y apesadumbrados, pues era de los suyos. Pero los más indignados son los judíos importantes, que le gritan cosas tremendas y blasfemas, parecían endemoniados.




Cuando llegaron al lugar de la crucifixión la sorpresa debió ser mayor. Simón, cansado, deja la cruz en el suelo y, muy probablemente, permanece allí. Entonces contempla la escena tremenda de la crucifixión, tanto la de Jesús como la de los ladrones. Debieron ser muy distintas. La costumbre era darles una bebida que calmase un poco el dolor, Jesús se negó a tomar aunque la agradeció probando; los ladrones debieron beber con ansia. Luego se colocaban varios hombres sobre los que debían ser clavados al madero. Los gritos y blasfemias de los ladrones debían ser terribles, también sus inútiles esfuerzos por evitar ese tormento. Hasta que uno de los verdugos consigue colocar el clavo sobre la muñeca y, ambos sobre el madero, golpea con el martillo y queda la mano clavada a la cruz; el cuerpo entero se retuerce de dolor, los gritos eran terribles. Luego clavan la otra mano y los pies, y levantan el cuerpo que queda suspendido sólo de los tres clavos. 


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La muerte se producía lentamente por asfixia, dolor, pérdida de sangre, fiebres, hasta el paro del corazón. Pero Jesús no se resiste, es despojado de sus vestiduras y se coloca sobre el madero extendiendo sus brazos. Sufre como los demás; más aún, pues no tomó ningún calmante, pero no se queja, y si algún grito de dolor se escapa de sus labios es a pesar suyo, como movimiento natural del cuerpo. Simón no podía saber que aquel era un gesto de Sacerdote eterno, por eso su sorpresa sería mayor. ¿Por qué no se rebela? ¿Es que tiene interés en morir de ese modo tan abominable? Pero la sorpresa debió crecer cuando oyó unas palabras de Jesús: Perdónales, porque no saben lo que hacen[771]. ¿Con quién habla? se diría. ¿Será posible que perdone con lo que sufre?. Y la extrañeza iría haciendo la luz en su interior.

No sabemos si permaneció allí mucho más, pero aquello bastaba para hacerle reflexionar y buscar enterarse a fondo sobre quien era aquel Rey de los judíos a quien él habían ayudado a llevar su Cruz. Al enterarse vendría su conversión, de ahí el citarle los tres evangelistas y la referencia a sus hijos como bien conocidos entre los primeros cristianos. Si presenciar cualquier muerte conmueve, mucho más una muerte lenta como la crucifixión, y más aún la de uno que perdona a los que le están matando. Aquello no podía tener una explicación natural, y realmente no la tenía. Simón acaba de tener un encuentro con la Cruz de Cristo, una Cruz que era la Salvación del mundo; él no lo sabía, pero aquel encuentro, fastidioso al principio, fue el comienzo de su salvación.

Así comenta el Beato Josemaría Escrivá de Balaguer el encuentro de Simón de Cirene con la Cruz de Jesús: Todo empezó por un encuentro inopinado con la Cruz. Me presenté a los que no preguntaban por mí, me hallaron los que no me buscaban (Is LXV,1)a veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnacia… no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la cruz! 



 SIMON DE CIRENE AYUDANDO A JESUCRISTO A CARGAR LA CRUZ photo PasionCristo2.jpg



La vida está llena de encuentros inopinados con la cruz, de encuentros con el dolor inesperado. Todos sabemos que existe el dolor, los accidentes, las soledades, las traiciones, los fracasos, las incomprensiones, las guerras y mil dolores más; pero cuando no se padecen en carne propia parecen menores. Las penas sorprenden más cuando llegan, entonces despiertan o producen rebeldías; desde luego no dejan indiferentes. Esos dolores los llamamos cruces, pero pueden ser la Cruz de Cristo y entonces salvan, o pueden ser cruces sin Cristo, y entonces son estériles. 

Meditemos el encuentro que todo hombre tendrá ante el dolor, mirando a Simón de Cirene, pues supo aprovechar aquella Cruz para convertirla en llave que abre el Cielo, y ésto no es fácil, pues el dolor puede llevar a la rebeldía, o la pérdida de la esperanza, si se desconoce el sentido que tiene.

La respuesta sobrenatural al misterio del dolor reside en su causa, que es el pecado. El sentido último se encuentra en Cristo que lo vence con el amor más grande en la Cruz. Ya consideraremos más detenidamente esta solución, que es la más honda. Pero antes consideremos la actitud humana ante el dolor desde un punto de vista humano nada más.


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Foto de Pasado: Señor de Pasión (Sevilla) con Cirineo



Pausa de silencio:



Simón de Cirene se encontró con el dolor de Cristo y se convirtió. 



Bienaventurado el hombre de Cirene llamado Simón

porque él no buscaba a Dios y se lo encontró

en qué monte en qué valle en qué epifanía

en la desgracia en la desgracia del mismo Dios

iba pasando y le echaron la cruz encima

bienaventurado ese desgraciado bajo la cruz

porque él quiso escapar pero ya no quiso

porque él no buscaba a nadie y se encontró a Dios
en la desgracia en la desgracia del mismo Dios.




OREMOS

Cristo, que has concedido a Simón de Cirene la dignidad de llevar tu cruz, acógenos también a nosotros bajo su peso, acoge a todos los hombres y concede a cada uno la gracia de la disponibilidad. Haz que no apartemos nuestra mirada de quienes están oprimidos por la cruz de la enfermedad, de la soledad, del hambre y de la injusticia.

Haz que, llevando las cargas los unos de los otros, seamos testigos del evangelio de la cruz y testigos tuyos, que vives y reinas por los siglos de los siglos. 

Amén.




ORACIÓN


Amado Jesús, probablemente mostraste al Cirineo tu gratitud por su ayuda, mientras la cruz en realidad fue causada por él y por cada uno de nosotros. Así, Jesús, nos lo agradeces cada vez que ayudamos a los hermanos a llevar la cruz, aunque no hacemos más que cumplir con nuestro deber de expiar por nuestros pecados.


Eres tú, Jesús, quien está al comienzo de este círculo de compasión. Tú llevas nuestra cruz de tal manera que seamos capaces de ayudarte en tus hermanos a llevar la cruz.

Señor, como miembros de tu cuerpo, nos ayudamos mutuamente a llevar la cruz y admiramos el ejército inmenso de cirineos que, aun sin tener todavía la fe, han aliviado generosamente tus sufrimientos en tus hermanos.


Cuando ayudemos a los hermanos de la Iglesia perseguida, recuérdanos que somos nosotros quienes, en realidad, somos ayudados por ellos.

Amén

jueves, 21 de marzo de 2013

SEPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ


 
 Nuestro Padre Jesús de la Salud (Los Gitanos - Sevilla)

La cruz, instrumento de una muerte infame. No era lícito condenar a la muerte en cruz a un ciudadano romano: era demasiado humillante. Pero el momento en que Jesús de Nazaret cargó con la cruz para llevarla al Calvario marcó un cambio en la historia de la cruz. De ser signo de muerte infame, reservada a las personas de baja categoría, se convierte en llave maestra. Con su ayuda, de ahora en adelante, el hombre abrirá la puerta de las profundidades del misterio de Dios. Por medio de Cristo, que acepta la cruz, instrumento del propio despojo, los hombres sabrán que Dios es amor. Amor inconmensurable: 

«Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).


Lectura del Evangelio según san Juan 19, 16-17


Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota). 
Pilato entrega a Jesús en las manos de los jefes de los sacerdotes y de los guardias. Los soldados le ponen sobre la espalda un manto púrpura y en la cabeza una corona de ramas espinosas. Durante la noche se burlan de él, lo maltratan y lo flagelan. Después, en la mañana, lo cargan con un pesado madero, la cruz sobre la que son clavados los ladrones, para que todos vean cómo acaban los malhechores. Muchos de los suyos escapan.

Jesús carga con la pesada cruz 1 Le Sainte Bible Traduction nouvelle selon la Vulgata la par Mm J-J et Bourasse P Janvier Tours Alfred Mame et Fils 2 1866 3 Francia 4 Dor Gustave Foto de archivo - 12994097


(Cf Mateo 27, 31; Marcos 15, 16-20; Juan 19, 17).



El tiempo que pasaba entre la declaración de la sentencia y la ejecución servía para que los soldados se divirtiesen a costa del condenado. Con él pagaban sus frustraciones y sus deseos de venganza de aquel pueblo hostil para ellos. Después de la flagelación y la burla con la corona de espinas, Cristo recibió el travesaño horizontal de la cruz sobre sus espaldas y salió de nuevo a la calle donde le esperaba una multitud que le gritaba y escupía. Jesús encarna los cantos del Siervo de Yahveh (Cf Isaías 42, 1-9; 49, 1-7; 50, 4-11; 52, 13 - 53, 12).






REFLEXIÓN


Este suceso de hace 2000 años se repite en la historia de la Iglesia y de la 
humanidad. También hoy. Es el cuerpo de Cristo, es la Iglesia la que es golpeada y herida, de nuevo.

Jesús, viéndote así, sangrando, sólo, abandonado, escarnecido, nos preguntamos:

«Pero aquella gente que tanto habías amado, iluminado y hecho del bien,  aquellos hombres, aquellas mujeres, ¿acaso no somos también nosotros hoy? También nosotros nos hemos escondido por miedo a vernos implicados,  olvidando que somos tus seguidores».

Pero lo más grave, Jesús, es que yo he contribuido a tu dolor. También nosotros, esposos, y nuestras familias. También nosotros hemos contribuido a cargarte con un peso inhumano. Cada vez que no nos hemos amado, cuando nos hemos echado las culpas unos a otros, cuando no nos hemos perdonado, cuando no hemos recomenzado a querernos.

Y nosotros, en cambio, seguimos prestando atención a nuestra soberbia, queremos tener siempre razón, humillamos a quien está a nuestro lado,  incluso a quien ha unido su propia vida a la nuestra. Ya no recordamos, Jesús, que tú mismo nos dijiste:

«Cuanto hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis».
Así dijiste precisamente: «A mí».

Jesús se entrega inerme a la ejecución de la condena. No se le ha de ahorrar nada, y cae sobre sus hombros el peso de la cruz infamante. Pero la Cruz será, por obra de amor, el trono de su realeza.

Las gentes de Jerusalén y los forasteros venidos para la Pascua se agolpan por las calles de la ciudad, para ver pasar a Jesús Nazareno, el Rey de los judíos. Hay un tumulto de voces; y a intervalos, cortos silencios: tal vez cuando Cristo fija los ojos en alguien:

—Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz de cada día y sígame (Mt XVI, 24).

¡Con qué amor se abraza Jesús al leño que ha de darle muerte!
    
 ¿No es verdad que en cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la Voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales?

Es verdaderamente suave y amable la Cruz de Jesús. Ahí no cuentan las penas; sólo la alegría de saberse corredentores con Él.





















PUNTOS DE MEDITACIÓN

-1. La comitiva se prepara... Jesús, escarnecido, es blanco de las burlas de cuantos le rodean. ¡Él!, que pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a todos de sus dolencias (cfr. Act X, 38).

A Él, al Maestro bueno, a Jesús, que vino al encuentro de los que estábamos lejos, lo van a llevar al patíbulo.

-2. Como para una fiesta, han preparado un cortejo, una larga procesión. Los jueces quieren saborear su victoria con un suplicio lento y despiadado.
Jesús no encontrará la muerte en un abrir y cerrar de ojos... Le es dado un tiempo para que el dolor y el amor se sigan identificando con la Voluntad amabilísima del Padre. Ut facerem voluntatem tuam, Deus meus, volui, et legem tuam in medio cordis mei (Ps XXXIX, 9): en cumplir tu Voluntad, Dios mío, tengo mi complacencia, y dentro de mi corazón está tu ley.

-3.- Cuanto más seas de Cristo, mayor gracia tendrás para tu eficacia en la tierra y para la felicidad eterna.

Pero has de decidirte a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma.

-4.- Oyes dentro de ti: "¡cómo pesa ese yugo que tomaste libremente!"... Es la voz del diablo; el fardo... de tu soberbia.

Pide al Señor humildad, y entenderás tú también aquellas palabras de Jesús: iugum enim meum suave est et onus meum leve (Mt XI, 30), que a mí me gusta traducir libremente así: mi yugo es la libertad, mi yugo es el amor, mi yugo es la unidad, mi yugo es la vida, mi yugo es la eficacia.

-5.- Hay en el ambiente una especie de miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que han empezado a llamar cruces a todas las cosas desagradables que suceden en la vida, y no saben llevarlas con sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural. ¡Hasta quitan las cruces que plantaron nuestros abuelos en los caminos...!

En la Pasión, la Cruz dejó de ser símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección.





Vía crucis de Gerardo Diego

Jerusalén arde en fiestas.
Qué tremenda diversión
ver al justo de Sión
cargar con la cruz a cuestas.

Sus espaldas curva, prestas
a tan sobrehumano exceso,
y, olvidándose del peso
que sobre su hombro gravita,
con caridad infinita
imprime en la cruz un beso.

Tú el suplicio y yo el regalo.
Yo la gloria y Tú la afrenta
abrazado a la violenta
carga de una cruz de palo.

Y así, sin un intervalo,
sin una pausa siquiera,
tal vivo mi vida entera
que por mí te has alistado
voluntario abanderado
de esa maciza bandera.

La primera estrofa nos presenta un pasaje descriptivo de Jesús bajo el madero, cuyo peso curva sus espaldas. Sobre el claroscuro de un pueblo que bulle en fiestas. El escritor personifica su compasión en el tacto de su propia carne que imprime un beso caritativo en la cara lacerada del divino reo.

Hay un cruce paradójico de realidades trascendidas: la salvífica gesta del sufrimiento de Cristo invierte el orden lógico de cielos y tierra, en cuanto reviste de afrentas la persona del Hijo de Dios, para surtir de gloria y liberación a quien le crucifica. Tan honda pugna le sugiere al poeta, en el ánimo contrastado de Cristo, un talante de lucha por el hombre, con que el divino soldado se lista como abanderado de la cruz.


 


Oremos:

Cristo, que aceptas la cruz de las manos de los hombres para hacer de ella un signo del amor salvífico de Dios por el hombre, concédenos, a nosotros y a los hombres de nuestro tiempo, la gracia de la fe en este infinito amor, para que, transmitiendo al nuevo milenio el signo de la cruz, seamos auténticos testigos de la Redención.

A ti, Jesús, sacerdote y víctima, alabanza y gloria por los siglos de los siglos. 


 Amén.

 
 Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las fatigas, las torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, para que lleguemos a una más grande y creativa abundancia de vida. 

Tú que has tomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana, igual que las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos el dolor y las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como personas y lleguemos a ser más semejantes a ti.

Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestra confianza en tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzar una vida plena si morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas. Pues sólo si morimos contigo, podemos resucitar contigo. 

Amén.



martes, 19 de marzo de 2013

SEXTA ESTACIÓN: JESUS ES FLAGELADO Y CORONADO DE ESPINAS







 
 Señor de la Salud y Buen Viaje
 de la Hermandad de San Esteban (Sevilla)


La misma noche en que prendieron a Jesús, Anás y Caifás comenzaron de inmediato su juicio. Terminados los interrogatorios y cuando ya prácticamente estaba decidida la suerte del Señor, lo entregaron a los guardias del Sanedrín para que lo custodiasen hasta que aquél, al rayar el día, empezara su reunión.

Mientras tanto, los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de él, le escupían y le abofeteaban, y, cubriéndole con un velo, le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?» Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.

En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, que condenó a Jesús y luego lo llevó ante Pilato. También el Procurador romano acabó condenando a Jesús y entregándolo para que lo azotaran y lo crucificaran.

Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Lo desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; trenzaron una corona de espinas y se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.


 


Jesús, a lo largo del proceso que le llevó a la muerte en cruz, recibió las más variadas y refinadas sevicias físicas y morales: en el primer misterio doloroso, fijábamos la consideración en la angustia y tristeza hasta la muerte que inundó su espíritu; en el segundo, pasaban al primer plano los atroces dolores físicos o corporales; el tercero nos subraya el ensañamiento con que, primero los guardias del Sanedrín y luego los soldados romanos, trataron de burlarse de Jesús, ofendiendo cuanto pudieron su dignidad y sus sentimientos con los más refinados escarnios, humillaciones, ultrajes, etc., sin escatimarle otros padecimientos y dolores. La corona de espinas y los demás ingredientes de la escena tenían como objetivo, sobre todo, burlarse de la realeza de Cristo.




 


María, aunque no presenciara en directo cómo infligían a su Hijo todos los ultrajes y malos tratos, tenía noticia de ellos por los momentos públicos del proceso, por las informaciones y confidencias que le llegarían, por las secuelas de los mismos que luego iba viendo... Pensemos, por ejemplo, en la escena del “Ecce homo”, cuando Pilato saca a Jesús, flagelado y coronado de espinas, ante la muchedumbre y las autoridades del pueblo. Ella sabía en qué manos había caído su Hijo, las intenciones que tenían quienes tanto lo odiaban, su poder y sus formas de proceder, etc. Lo que la Virgen veía u oía, lo que como madre se imaginaba o se temía con toda razón, tuvo que ser para ella un lento y cruel martirio, con el que se asociaba al sacrificio redentor de su Hijo.


Del Evangelio según san Mateo 27, 26-30


Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, se lo entregó para que fuera crucificado. Los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza .


Lectura del S. Evangelio según Lucas y según S. Juan Lc 22, 63-65 y Jn 19, 2-3


Los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él dándole golpes.

Y tapándole la cara, le preguntaban: "Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?" Y proferían contra él otros muchos insultos. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y acercándose a él le decían: "¡Salve, rey de los judíos!"


Cristo coronado de espinas

Coronación de Espinas de Tizziano



LA CORONA DE ESPINAS

La corona de espinas es un símbolo cristiano que recuerda la Pasión de Jesús. Se menciona en los evangelios de Juan (19:2, 5), Marcos (15:17) y Mateo (27:29).

Según los evangelios, los soldados romanos se la colocaron a Jesús durante su pasión. Tenía una doble función: humillar a Jesús (coronándolo como rey de los judíos, en tono de burla) y provocarle daño y dolor.

La corona se convirtió en una reliquia muy preciada. Fragmentándose considerablemente (incluso apareciendo espinas falsas) llegando a sumar actualmente más de setecientas, veneradas en numerosas iglesias. Existen referencias de su presencia en Jerusalén desde el siglo V (con las cartas de Paulino de Nola). Según las versiones, se trasladó después a Bizancio (testimonios del siglo XII) o a Francia (testimonios de Luis IX de Francia).

Por encontrarse fragmentada cada espina se considera como una reliquia de tercera clase (las de primera son trozos del cuerpo de santos o reliquias de Jesús enteras y las de segunda instrumentos propios de los santos). En la Catedral de Barcelona se conserva una supuesta espina de la corona.

Finalmente, debe señalarse que la apariencia de la Corona de Espinas de manera artística, sobre la cabeza de Cristo en representaciones de la Crucifixión, es posterior al tiempo de San Luis, y a la construcción de la Sainte-Chapelle. Algunos arqueólogos han indicado que es posible descubrir una figura de la Corona de Espinas en el círculo que a veces rodea el emblema del chi-rho en los primeros sarcófagos cristianos. Esto, no obstante, puede ser con mucha probabilidad, el círculo de representación de un laurel corona. El único estudio reciente y autoritario sobre el asunto es el de De Mély, el que forma parte del tercer volumen de RIANT, Exuviae Constantinopolitanae (París, 1904). 


 

MEDITACIÓN


La inhumanidad alcanza nuevas cumbres. Jesús es flagelado y coronado de espinas. La historia está llena de odio y de guerras. También hoy somos testigos de violencias más allá de lo creíble:  homicidios, violencias sobre mujeres y niños, raptos, extorsiones, conflictos étnicos, violencia urbana, torturas físicas y mentales, violaciones de los derechos humanos.

Jesús sigue sufriendo cuando los creyentes son perseguidos, cuando la justicia se administra de modo torcido en los tribunales, cuando se arraiga la corrupción, las estructuras injustas machacan a los pobres, las minorías son suprimidas, los refugiados y emigrantes son maltratados. Jesús es despojado de sus vestidos cuando la persona humana es deshonrada en las pantallas, cuando las mujeres son obligadas a humillarse, cuando los niños de los barrios pobres dan vueltas por las calles recogiendo desperdicios.

¿Quiénes son los culpables? No apuntemos con el dedo a los demás, pues también nosotros podemos haber tenido nuestra parte en estas formas de inhumanidad

A la condena inicua se añade el ultraje de la flagelación. Entregado en manos de los hombres, el cuerpo de Jesús es desfigurado.

Aquel cuerpo nacido de la Virgen Maria, qué hizo de Jesús "el más  bello de los hijos de Adán", qué dispensó la unción de la Palabra - "la gracia está derramada en tus labios" (Sal 45, 3)-, ahora es golpeado cruelmente por el látigo.

El rostro transfigurado en el Tabor es desfigurado en el pretorio:

Rostro de quién, insultado, no responde; de quién, golpeado, perdona; de quién, hecho esclavo sin nombre, libera a cuantos sufen la esclavitud. Jesús camina decididamente por la vía del dolor, cumpliendo en carne viva, hecha viva voz, la profecía de Isaías:

"Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos" (Is 50, 6). Profecía que se abre a un futuro de transfiguración.





ORACIÓN


Señor Jesús, sabemos que eres Tú el que sufre cuando somos la causa del sufrimiento los unos para los otros y permanecemos indiferentes. Tu corazón se movió a compasión cuando viste «las multitudes cansadas y agotadas como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). Dame ojos que vean las necesidades de los pobres y un corazón que se prodigue por amor. «Dame la fuerza de hacer mi corazón fecundo en el servicio» (Rabindranath Tagore, Gitanjali, 36).

Sobre todo haz que podamos compartir con el indigente tu «Palabra» de esperanza, la seguridad de tu ayuda. Que el "celo por tu casa" pueda arder en nosotros como fuego (Sal 69, 10). Ayúdanos a llevar el sol vivo de tu alegría en la vida de aquellos que se dejan llevar por caminos de desesperación.

Jesús, "reflejo de la gloria del Padre, impronta de su ser" (Hb 1, 3),
has aceptado ser reducido a un pedazo de hombre, un condenado al suplicio, que mueve a piedad. Tú llevaste nuestros sufrimientos,
cargaste con nuestros dolores, fuiste aplastado por nuestras iniquidades (Is 53, 5). Con tus heridas, cura las heridas de nuestros pecados.

Concede a los que son despreciados injustamente o marginados, a cuantos han sido desfigurados por la tortura o la enfermedad, comprender que, crucificados al mundo contigo y como tú (Ga 2, 19),
llevan a cabo lo que falta a tu Pasión, para la salvación del hombre (Col 1, 24).

Jesús, pedazo de humanidad profanada, en ti se revela el carácter sagrado del hombre: arca del amor que devuelve el mal con el bien.

Amén

domingo, 17 de marzo de 2013

PALADAR A PRUEBA DE CUARESMA






 



Potajes, bacalao de mil formas, torrijas... llega la Semana Santa y con ella una gastronomía típica, muy mediterránea y actualizada, con unas raíces muy arraigadas en nuestras tradiciones culinarias. Es tiempo de procesiones, de saetas, de grandes atascos motivados por los continuos traslados de un lugar a otro de nuestra geografía y también del reencuentro con platos que, a pesar de que podemos disfrutarlos en cualquier momento del año, ganan en estas fechas un singular protagonismo. ¿Te apetece un buen potaje? ¿Prefieres un bacalao dorado, muy portugués? ¿Has visto ya las torrijas en todas las pastelerías

En Extremadura, la gastronomía de Semana Santa se caracteriza entre otras cosas por las escabecheras. Las más típicas son las patatas escabechadas con bacalao y huevo (patatas cocidas con piel, cortadas en rebanadas y fritas posteriormente acompañadas de huevos cocidos y bacalao desalado, escabechados también).


 

Desde el siglo xiv hay constancia de que existe una relación entre religión cristiana y alimentación, y donde se fijan los días que debía constar la Cuaresma (desde seis semanas antes del domingo de Pascua). Pero en realidad fue en el acta del Concilium legionense de 1020 donde aparecen las tasas que agravaban de los alimentos básicos (pan, el vino y la carne), tanto dentro y fuera de la ciudad de Onnes. Esta práctica determinó una conducta alimentaria especialmente en los días de abstinencia, que parte de ellos coincidían con el periodo de Cuaresma, lo que dio lugar a la llamada "Cocina de Cuaresma", cuya base fundamental era el pescado, las legumbres y las verduras. Así existían los "días de grossura" en los que se podía comer carne y los "días de abstinencia" en los que no. Han sido muchos los siglos en que la sociedad española ha estado bajo la tradición católica que obligaba a respetar los días de ayuno y abstinencia, que eran los días de Cuaresma, Adviento y todos los viernes y sábados del año, prácticamente más de la mitad de los días del año. Sin embargo, existían sus excepciones: durante el periodo de Cuaresma gracias a la "Bula de Cruzadas" se podía consumir huevos y leche, los llamados lacticinios. También existía una bula papal denominada "Bula de la Carne" que permitía comer carne todos los días del año, excepto los viernes y los sábados.

Pero para salvar estos días de la semana, la sociedad cervantina urgió una pequeña trampa para poder comer carne, era consumir las vísceras de los animales, a las cuales no se les consideraba verdaderamente carne, por este motivo se le llamaba a los menudos o casquería la "carne del sábado", la cual era la que solía llegar a los colegios universitarios de Salamanca, Valladolid y Alcalá, entre otros, pues en estos siglos llegó a existir treinta de dichos colegios.


¿Les apetece que nos demos un homenaje de Cuaresma, sin obviar el correspondiete ayuno ?, pues siganme hasta la mesa, tomen asiento  y empiecen a poner en marcha las papilas gustativas...

MENÚ DE CUARESMA



HUEVOS RELLENOS


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Ingredientes:

Huevos,
Agua,
Ajos,
Perejil,
Sal,
Harina,
Aceite,
Pan frito,
Cebolla
Y azafrán.

Preparación:

Se cuecen los huevos en agua con sal y cuando estén duros, se les quita la cáscara y se parten por el medio a la larga. Se les saca la yema y con ellas, perejil y ajo muy picado se hace una pasta que sirve para rellenar los huecos de las yemas. Se envuelven en harina, después en huevo y se fríen.

Se pueden comer en seco o con una salsa.

La salsa se hace friendo una cebolla, ajo y una hoja de laurel que junto con la pringada se machaca o tritura. Se añade agua, azafrán y sal y se pone a cocer. Cuando hierva se añaden los huevos. Listo para servir.


POTAJE EXTREMEÑO DE GARBANZOS Y BACALAO





Ingredientes para 4 personas
250 gr de garbanzos 250 gr de acelgas 1 cabeza de ajos 250 gr de bacalao desalado
1/2 pimiento rojo

1/2 cebolla
aceite de oliva virgen extra
1 cucharada sopera de harina
laurel
Se puede añadir una pizca de pimentón de la Vera.


Preparación

En una cazuela o (olla a presión) ponemos los garbanzos previamente en remojo desde la noche anterior. Ponemos agua templada y ya en el fuego añadimos las acelgas picadas, los ajos, el pimiento en juliana, un chorrito de aceite, el laurel y sal. En cazuela normal tendría que cocer durante 3 horas aproximadamente en la olla a presión 10 minutos. Si utilizamos la cocción rápida ponemos el bacalao junto con todos los ingredientes, si preferimos cocinarlo con cazuela, echaremos el bacalao cuando falten unos 10 minutos para la cocción, si no se puede deshacer. Cuando están los garbanzos tiernos, retiramos del fuego y ponemos una pizca de aceite en una sartén donde reogaremos la cebolla picadita, una vez dorada, ponemos la harina, mezclamos bien sin que se queme y lo mojamos con un poquito de caldo de los garbanzos Echamos la mezcla en la olla y ponemos al fuego durante 5 minutos Probamos de sal y si es necesario ponemos un poquito más El bacalao para que salga toda la sal lo tendremos en un bol con agua fría durante 48 horas y tres veces al día cambiaremos el agua.


ARROZ CON LECHE AL GUSTO DE NARANJA


Recetas caseras : Arroz con leche al gusto de naranja

Ingredientes
  • 1 litro de leche
  • medio kilo de arroz bomba
  • 200 gr de azúcar
  • la piel de una naranja
  • canela
Preparación
Se lava el arroz para quitar el almidón, se pone a hervir en la leche junto a la piel de la naranja y cuando se este poniendo tierno, añadir el azúcar y dejar hervir, hasta que espese, se sirve con canela por encima al gusto.


HORNAZO



Hornazo es una rosca típica de los días de Pascua que se elabora en muchos lugares de España, consiste en una torta adornada con huevo que se hornea.

La principal característica del hornazo es que llevan un huevo duro en el centro de la rosca, esta tradición respondía a que durante los días de la cuaresma no se permitía consumir alimentos de origen animal (los huevos que ponían las gallinas) y para conservarles se agregaban al hornazo y así se guardaban cocido hasta el momento de poder consumirlos. Con el tiempo nacieron nuevas tradiciones que también incluían los huevos duros, como los huevos pintados de Pascua (tradición de muchos países de Europa, Egipto, Israel, etc.) o las Monas de Pascua propias del levante español donde reemplazan el huevo duro por huevos de chocolate rellenos con bombones o bien figuras de chocolate.

Cada región tiene su forma particular de preparar el tradicional hornazo, así en Ávila es un bollo dulce con masa de pan que se rellena con chorizo, lomo de cerdo, tocino y huevo duro; mientras que la provincia de Córdoba encontramos en Fernán Núñez una torta con manteca y azúcar que se rellena de cabello de ángel, crema o chocolate y lleva el tradicional huevo duro en el centro, en Granada es un pequeño bollo de pan de aceite con un huevo duro en el centro que se come con habas verdes, jamón, etc., en Salamanca lleva diferentes embutidos además del huevo duro; y así en las distintas localidades. 

Ingredientes para 5 mini-hornazos: 

150 gr. de azúcar glass, la piel de 1 limón y 1 naranja, 150 gr. de leche, 2 huevos, 100 gr. de manteca de cerdo o mantequilla, 2 cucharadas de agua de azahar o anís, 1 dadito de levadura de panadería fresca, 1/2 cucharadita de sal, 550 gr. de harina de fuerza, huevo batido y azúcar para pintar

Preparación: 

Comenzamos mezclando el azúcar junto con las ralladuras de la piel de los cítricos. Aparte, hacemos una mezcla con la leche tibia y la manteca. Añadimos la levadura, la disolvemos e incorporamos los huevos y el agua de azahar o anís. Batimos bien. Ahora agregamos poco a poco la harina hasta que quede integrada totalmente en la masa. 

Lista la masa, la dejamos en un recipiente tapada a temperatura ambiente con un paño hasta que doble su volumen. La masa se suele dejar incluso una noche entera de reposo.

Cuando vayamos a cocinar el hornzao, precalentamos el horno a 50 grados.

Pasado el tiempo de reposo, formamos los hornazos como si se trataran de un bollo y los colocamos en una bandeja de horno cubierta con papel de hornear. Ponemos un huevo duro en el centro y adornamos si queremos con dos tiritas de masa cruzadas. Pintamos con huevo batido y azúcar.

Introducimos los hornazos en el horno a 50 grados hasta que doblen de nuevo su volumen. Entonces, subimos la temperatura a 225 grados y horneamos durante 10 minutos. A continuación, bajamos unos 25 grados la temperatura para terminar de hornear y dorar.


EMPANADILLAS DE MANTECA CON RELLENO





Ingredientes:

Para una libra de manteca, dos tazas pequeñas de agua hirviendo, sal, aguardiente, harina, polvos de crecer y azúcar.
1 libra = 460gr

Preparación:

Se pone en un baño la manteca. Añadimos el agua hirviendo con unos granos de sal, un vasito de aguardiente y se bate bien. Se añade la harina con los polvos de crecer y se amasa hasta quedar una masa suave que no se pegue a la mesa al tenderla. Se tiene preparado el relleno de almendra, calabaza, cabello de ángel, etc., se hacen las empanadillas y se llevan al horno.

Relleno de almendra:

Se hace una pasta con ½ Kg. de azúcar, ½ Kg. de almendras peladas y picadas y seis yemas de huevos.

Relleno de Calabaza

Para el relleno, cuece la calabaza con el piloncillo, el agua, las pimientas, los clavos y la canela por 45 minutos. Retira y, con la ayuda de una cuchara, retira la pulpa de la calabaza; ponla en un recipiente y mezcla con la Leche Condensada  y la nuez. Refrigera por 30 minutos y reserva.


Después de todo ello nada mejor que un licor de bellota o de hiervas, para aliviar las pesadeces estomacales, o bien, salir a "pasear los potages" por alguna vereda de nuestras Vegas Altas.


...... Buen provecho